Columna de Daniela González: Celebrando los cielos oscuros
“Chile comparte sus cielos” es el lema de la celebración del Día Nacional de la Astronomía 2023 que se conmemora este 21 de marzo. Nuestros cielos oscuros, únicos y despejados nos permiten compartirlos, estudiarlos y entenderlos con la creciente comunidad astronómica. En los últimos 20 años se ha duplicado el número de centros e instituciones que desarrollan astronomía, y se ha triplicado el número de personas dedicadas a la astronomía trabajando en el país. A estas cifras se suman más de 500 estudiantes de pregrado formándose en estas materias (datos SOCHIAS 2021). Este pujante desarrollo llevará que al final de esta década, Chile concentre cerca del 70% de la capacidad de observación astronómica mundial, lo que se traduce en una importante inversión en ciencia y tecnología.
Y así como las buenas noticias se comparten y se celebran, las responsabilidades también deben visibilizarse y comunicarse. Si queremos que Chile siga compartiendo sus cielos debemos hacernos cargo del rápido y creciente avance de la contaminación lumínica. La alta tasa de crecimiento de la contaminación lumínica amenaza la salud humana, la conservación de la biodiversidad, y también nuestras ventajas para el desarrollo astronómico.
La calidad de los cielos oscuros ha sido el principal interés que persiguen los observatorios para operar desde nuestro país, pero este importante recurso natural se ha ido degradando en la medida que nuestras ciudades y otro tipo de actividades productivas se han ido emplazando y desarrollando cercano a los observatorios. Supongamos que si nos asomamos de noche y pudiésemos contar unas 250 estrellas, ¿saben cuántas de esas estrellas podrán ver los recién nacidos hoy cuando cumplan 18 años? Sólo 100 estrellas. Dado el propósito de este año es compartir nuestros cielos, desde la Fundación Cielos de Chile, nuestra invitación es a convivir bajo el mismo cielo, y a no olvidar el deleite de mirar un cielo estrellado. Es importante tener siempre presente que no solo los observatorios sufren con la contaminación lumínica, sino todos, todas estamos perdiendo contacto con este patrimonio natural.
Para esto es necesario que toda persona sea un agente activo para frenar el avance de la contaminación lumínica. Son tres los principios básicos para una iluminación que no nos afecte: dirigir la luz al objetivo que se quiere iluminar, controlar que su intensidad no sea más que la necesaria, y preferir colores cálidos con poco contenido de emisiones azules.
Frenar y prevenir la contaminación lumínica no implica volver a la oscuridad. Significa luminarias que apunten hacia abajo, utilizando la luz sólo cuando sea necesario, y en colores cuyo resplandor no oculte la visión de las estrellas. Estas simples acciones son una chance para el desarrollo productivo del país basado en ciencia. El cuidado de los cielos oscuros nos ofrece amplias oportunidades para seguir celebrando.
Daniela González E.
Directora Ejecutiva Fundación Cielos de Chile
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