Columna de Diana Aurenque: Aprender a ver lo mismo

31 de Enero 2018 Fachada del Palacio de la Moneda. Foto Reinaldo Ubilla/ Pulso CASA DE GOBIERNO - FACHADA NORTE - VISTAS GENERALES - PLAZA DE LA CONSTITUCION -


Hace más de una década, un amigo argentino, bastante mayor, me dijo una frase que me dejó perpleja: “Me encanta Chile. Pero ustedes, no saben lo que tienen”. Como se trataba del comentario de un hombre agudo y bondadoso, interpreté sus dichos como un elogio, pero incomprensible para mí. Me pregunté: ¿cómo le puede encantar Chile con su desigualdad abismal, con su clasismo, con la desprotección medioambiental, etc.?

Hoy, siendo yo misma más mayor, pienso que nos entiendo mejor; tanto la razón de mi propia perplejidad como también la de su elogio. No entendí, porque en mi cabeza la medida de comparación para un buen Estado -uno social y benefactor- no existía (ni existe aún) en Chile. Pero este amigo pensaba y valoraba a nuestro país a partir de su propia experiencia como vecino y residente de un país bello, Argentina, pero atravesado por cuestiones terribles, como la inflación y la corrupción. Ambos de dos generaciones distintas, juzgamos Chile no solo desde geopolíticas diferentes -yo desde Europa, él desde Latinoamérica-, sino que, además, y esto me parece cada vez más relevante, desde temporalidades distintas.

Mi mirada crítica, inconformista con el país -similar a la crítica de los famosos “30 años”-, implicaba una crítica al presente y un deseo por un mejor futuro. Pero ello significaba también, reconozco, una desvaloración del pasado y de lo que haya sido positivo en él. El colega argentino, por su parte, valoraba a Chile, pero desde un movimiento inverso: reconocía el presente de Chile porque lo veía libre de escenarios pasado lamentables como el mencionado. Dos temporalidades -o generaciones habría que decir, y en un sentido que amplía quizás lo planteado por Carlos Peña en varias ocasiones- que parecen evaluar desde ópticas distintas porque ven países distintos.

Pero Chile es uno. ¿Cómo entonces aprender a ver lo mismo? Quizás haciendo el esfuerzo por entender la postura de aquella generación que sí valoró esos 30 años; intentando entender dónde está ese “oasis” que vieron algunos, en vez de seguir convencidos del propio argumento. Y en ese intento, valga comparar esas cosas de Chile que no vi, y que empiezo a ver mejor desde una óptica latinoamericana. Reconocer por ej. que, si bien en Chile la minería es responsable de una serie de daños medioambientales, también es cierto que poco sabemos de la minería ilegal como una práctica habitual (como en Ecuador y Colombia). Que, pese a que también es cierto que en Chile la delincuencia e inseguridad han aumentado, y que a veces parecemos poco amistosos cívicamente, también es cierto que, buena parte de los conductores respetan algo tan simple, pero tan crucial, como el paso de cebra -algo nada evidente en países vecinos-. Los ejemplos podrían seguir, pero el mensaje final no es mero conformismo, sino saber lo que tenemos.

Saber lo que tenemos, implica reconocer los avances del pasado y reconciliarnos entre generaciones que, por distintas que sean, pueden y deben aprender a ver lo mismo. Un país del que alegrarnos, por todos los esfuerzos de quienes nos precedieron, sin desconocer los desafíos del hoy, y por todo lo que deseemos legar mañana.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.