Columna de José Francisco Yuraszeck: Es tiempo de redoblar esfuerzos



Hoy se cumplen 78 años de un encuentro transformador, que ha tenido profundas implicancias para cientos de miles de personas en nuestro país. Me refiero a lo que motivó la creación del Hogar de Cristo: una noche de octubre de 1944, Alberto Hurtado detuvo su marcha ante la mano de un mendigo que hervía en fiebre. Pedía una moneda para costear un albergue donde pasar la noche. A Alberto le pareció ver en su rostro al mismo Cristo sufriente.

Un segundo momento, tan importante como el primero, ocurrió al día siguiente: al comentar esto a un grupo de mujeres que participaban de un retiro. Entre todas ellas surge la idea de construir el Hogar de Cristo. Desde entonces, el mismo espíritu de encuentro que quiere transformar personas e instituciones nos sigue inspirando.

¿Cuáles son los nuevos rostros de la pobreza en nuestro país? ¿Qué estamos haciendo para atenderlos? ¿Qué Hogar necesita este nuevo Chile?

La pobreza hoy tiene rostro de personas mayores o con discapacidad en sus casas, con crecientes niveles de dependencia, con mucha soledad y abandono por parte de sus familias, pensiones bajas, salud distante. Urge promover iniciativas de reconstrucción del tejido social y acercar las redes disponibles a las personas que las necesitan.

También tiene la pobreza rostros de niños en una situación muy distinta a aquella a “pata pelá” que conoció el padre Hurtado, y de jóvenes fuera del sistema escolar que nos ocupan. Son cientos de miles quienes pudiendo ir al colegio no lo hacen. En esto, el impacto de la pandemia ha sido demoledor y las consecuencias para el mediano plazo se avizoran catastróficas si no se sincroniza la oferta escolar con la preparación para la incorporación al mundo del trabajo, tarea que hemos enfrentado redoblando esfuerzos, con la convicción y espíritu intactos, a través de nuestras escuelas de reingreso de la Fundación Súmate.

Sin embargo, el rostro de la pobreza que vemos más a diario es el de las personas en situación de calle: con un perfil distinto al de años atrás, incluye ahora no solo a personas que han roto vínculos y sufren distintas patologías de salud mental y las consecuencias del consumo problemático de alcohol y otras drogas, sino también a familias enteras de migrantes que han llegado con lo puesto, situación que nos obliga a seguir innovando en soluciones, en alianza estrecha con el Estado y otras organizaciones de la sociedad civil.

Y como si esto no fuera suficiente, hoy nos enfrentamos además a una alta inflación, a cuya ausencia nos habíamos acostumbrado, y que en un pestañeo ha hecho caer a miles de personas bajo la línea de la pobreza, a quienes estamos llegando a través del Fondo Esperanza y la Fundación Emplea.

Y aunque tenemos mucho por lo que agradecer y celebrar en estos 78 años de vida del Hogar de Cristo, hoy, más que para festejos, es tiempo de redoblar esfuerzos para ir en ayuda de quienes más nos necesitan y continuar con la misión de hacer de nuestro querido Chile un país más digno y justo, misión a la que estamos todos invitados a participar.

Por José Francisco Yuraszeck, capellán general del Hogar de Cristo

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