Columna de María Cristina Escudero: en rodaje, respeto, tolerancia y mucha paciencia



María Cristina Escudero es politóloga y académica Instituto de Asuntos Públicos U. de Chile.

Los procesos constituyentes no son tiempos normales en una democracia, por el contrario, son momentos de ajuste, instancias para resolver crisis que otros espacios institucionales no pudieron resolver. En otras palabras, los procesos constituyentes reflejan tensiones propias de los contextos en los que se producen y Chile no será una excepción. A una semana de hecha la instalación de la convención hemos presenciado estas complejidades. Recordemos que las razones que nos trajeron hasta aquí son una combinación de aguda crisis social y política. Esto no será resuelto sin una discusión acalorada dentro y fuera de la convención. El resultado dependerá del esfuerzo que pongamos en hacerlo con respeto, tolerancia y mucha paciencia.

Las formas y el fondo son importantes para que la convención haga su trabajo. Eliminar el lenguaje racista, clasista y ofensivo respecto de sus miembros es un mínimo civilizatorio; tener lista la sede donde sesionará, es señal de respeto para un órgano que hará el borrador de nuevo pacto social, y que la convención se dé pronto normas de deliberación es fundamental para garantizar la igualdad entre sus miembros y transparencia en el proceso. Todos estos son aprendizajes que ayudarán a institucionalizar la convención para que se convierta en la instancia para lo cual fue creada.

La convención también debe internalizar lo que está en juego con sus acciones. Será un actor político durante su existencia y como tal debe aportar, desde sus competencias, a establecer soluciones, representar a todo el pueblo que tiene esperanzas en su desempeño y no paralizar la convención con las demandas propias de un solo sector por muy legítimas que se consideren. Ningún sector tiene mayoría, ni menos 2/3 de los votos. Por lo tanto, ningún sector debiese actuar como si fuera depositario de esa mayoría, sino que debe construirla sin imponerla.

Somos una sociedad fraccionada y desconfiada. No es fácil lo que le estamos pidiendo a la convención, habrá muchos altos y bajos, como han sido otros procesos constituyentes. La convención tardará en institucionalizarse para darnos el borrador que nos permita reemplazar la Constitución de 1980. En el camino podemos colaborar con un ambiente de tolerancia dentro y fuera de la convención.

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