Columna de Tomás Leighton: Subir las pensiones, bajar el pesimismo

Promulgacion de la Ley que Moderniza el Escalafon de la PDI
Dragomir Yankovic/Aton Chile


Contra la fugacidad del cuatrienio presidencial, y la eternidad de ocho elecciones “intermedias” desde su inauguración, la administración Boric comenzará a implementar la reforma previsional más grande en cuatro décadas. Este año subirán las pensiones, y así, el desafío es bajar el pesimismo con que las élites someten a la sociedad.

En 2025, Chile tendrá tres citas electorales para elegir al gobierno que conducirá los destinos del país hasta 2030. Con ello, el Presidente Boric habrá presenciado ocho elecciones al final de su mandato, un verdadero récord cuando la oposición intentó convertir cada una de ellas en un plebiscito a su gestión.

Según el último Informe del PNUD (2024), las élites encargadas de conducir las transformaciones reclamadas por la población tienen una relación disfuncional que fomenta lógicas inhibidoras del cambio, a nivel de las subjetividades, el discurso público y las instituciones. Sin tener claro por qué nos cuesta cambiar, la sociedad chilena está sumida en el pesimismo. En diez años, se triplicaron las expectativas negativas por la situación del país y la preocupación por el futuro colectivo aumentó al doble.

¿Cómo esperar un futuro mejor si después de votar tantas veces, los cambios no se perciben? Por supuesto, nadie podría decir que no se ha intentado. Justamente, el cierre trunco de los procesos constitucionales frustró las expectativas de modificaciones profundas en la sociedad chilena, que aunque fueron escuchadas con mayor atención en el contexto del estallido social en 2019, llevan largo tiempo esperando concretarse.

Es más, el voto obligatorio y la rebaja del quórum para cambiar la Constitución a 4/7 han sido parte de la oferta de la política por perseverar en una agenda de cambios al sistema político, a pesar del problema constitucional inconcluso. Pero la cuestión de las reglas del juego ha dejado de atraer las expectativas ciudadanas por el cambio. Ahora, “la gestión” (que no está cargada de otra cosa que de ideología) y la agenda de reformas legales, son las depositarias de un anhelo que, si acaso expira, puede convertir el pesimismo en violencia.

Después de que tres gobiernos seguidos lo intentaran sin éxito, la reforma previsional aprobada es un antídoto contra el pesimismo. Y el comienzo de su implementación constituye la posibilidad de que el progreso se perciba de manera más clara.

Cuando la reforma acabe de implementarse, 2,8 millones de jubilados aumentarán su previsión social, y algunos lo harán hasta en un 35%. También habrá una compensación a cerca de 800.000 mujeres por diferencias de expectativa de vida. Todo esto, debido a la incorporación de elementos de un sistema mixto de pensiones, que combina la capitalización individual, el aporte del Estado y la creación de un seguro social.

La nueva cotización del 8,5% sobre las remuneraciones imponibles de cargo de los empleadores comenzará su implementación gradual este año. Si la ley logra publicarse en marzo, en seis meses se pagará el primer aumento de la PGU a aproximadamente 500.000 personas.

Si en 2025 suben las pensiones, se debe a un gobierno que confía en el optimismo que sembraran sus obras, en vez de quedarse en la disconformidad con sus limitaciones. Pero aquello tampoco hubiese sido posible sin que los parlamentarios de Chile Vamos dejaran el pesimismo que han tenido durante los últimos tres años. Aquel pesimismo interesado, que tranca los cambios por la vía legal, mientras aguarda tiempos excepcionales para hacer cambios bruscos. Aunque en otras direcciones.

Por Tomás Leighton, director ejecutivo de Rumbo Colectivo

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