Columna Jaime Bellolio: ¿Seguimos?



Por Jaime Bellolio, ingeniero comercial

Cuando tres de cada cuatro votantes del Apruebo manifiestan acuerdo con la necesidad de “arreglar” la nueva Constitución (Cadem), resulta evidente que emerge un gran consenso sobre la calidad del texto a plebiscitar en septiembre, del que solo se resta un reducido grupo de izquierda radical que sostiene que es “perfecta”, que “no hay nada que requiera ser reformado” y celebran su carácter “refundacional”, entre otras cosas.

Con su entrevista de este viernes, el Presidente Boric aparentemente se hace parte de ese consenso. Mientras muchos desde la izquierda intentan instalar cuestionamientos a la credibilidad del llamado a rechazar para reformar, él decide abrir directamente la discusión sobre cómo seguiría el proceso después de un eventual triunfo del Rechazo.

Quizá por ello fue la izquierda radical la primera en polemizar. Hugo Gutiérrez escribía en Twitter: “¡Menos mal que los traidores no llueven, sino Santiago estaría todo inundado!” (sic). Otros exconvencionales pedían “cerrar por fuera” o “guardar silencio”.

Y es que para las identidades radicalizadas y refundacionales, el solo mencionar la opción Rechazo es causal de traición o excomunión. Ellos han intentado poner la carga de la prueba en la derecha, sosteniendo que “¿si no lo hicieron en 40 años, por qué ahora sí?”, y que la alternativa está entre la nueva -aunque mala- propuesta y la “Constitución del 80″.

Pero si se trata de dar pruebas de disposición al cambio mediante acuerdos y diálogo democrático, es la izquierda radical la que consistentemente viene fracasando desde 2019. Entonces, mientras coexistían una crisis social, política e institucional, se acordó transversalmente un proceso constituyente. Pero no todos estuvieron esa madrugada, ni todos estuvieron de acuerdo.

El Partido Comunista, una parte del Frente Amplio y otros, estuvieron en contra del proceso. Mientras el PC votó en contra de la reforma, los parlamentarios de Chile Vamos votaron todos a favor, pensando en reestablecer la paz social y defender nuestra democracia. Asimismo, se han comprometido con cambios reales, diálogo y bien común.

Quizá el Presidente, a sabiendas de que la evaluación mayoritaria del país sobre los convencionales radicales es una de las causas del apoyo al Rechazo, ha querido confrontar -casi advertir a las personas- con el prospecto de una nueva Convención, en un intento por defender el Aprobar para reformar. Lamentablemente, ello choca con los cerrojos de los transitorios, y con las palabras y acciones de su coalición. El presidente del PC sostuvo que “no estamos por suscribir eso” frente a la propuesta de un acuerdo después del plebiscito, y el presidente de RD usó el reglamento del Senado para demorar la idea de rebajar el quórum a 4/7, sosteniendo que “no será ley antes del 4 de septiembre”.

Al mencionar que habría un nuevo proceso, el Presidente garantiza que con el Rechazo de todos modos habría una nueva Constitución. La entrevista causará más turbulencias, y esta vez, la carga de la prueba la tienen las izquierdas.

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