Cuando la inmigración se transforma en problema



SEÑOR DIRECTOR

El tema de la inmigración es cada vez más recurrente, sin embargo, no pasa de ser eso, un tema. Uno de tantos acontecimientos que se presentan como problemáticas sociales que pasan sin pena ni gloria. Sin embargo, el análisis no pasa de ser una impresión superficial de quienes ven con asombro y cierto temor un fenómeno al que no estábamos acostumbrados.

Es indudable que la inmigración entrega una serie de beneficios tanto culturales como económicos a nuestro país. Esta relación indudablemente nos ha vuelto más humanos de lo que éramos hace una década y nos ha permitido relacionarnos con un exterior al cual éramos ajenos.

Lo preocupante del fenómeno migratorio es el desconocimiento total de la cantidad de personas a los que podemos acoger, pues, en este momento, el problema no existe, ya que las condiciones económicas permiten sustentar los requerimientos de la población migrante.

Las tasas de cesantía y crecimiento no son las mejores, pero estas no presentan aún síntomas de una crisis inminente que preocupe el pensar colectivo. Por lo mismo, el llamado no es a la sociedad, sino al Estado. Son las instituciones quienes deben anticiparse al problema venidero, y Chile se caracteriza por ser un país de reacción, o sea a responder de manera eficiente, por lo general, a los problemas que se presentan, pero siempre después de haber padecido el acontecimiento.

La inmigración no hay que pensarla ni calcularla en periodos de bonanza, sino, más bien, en períodos de crisis. En un mercado global estamos expuestos ineludiblemente a periodos de recesión.

Ricardo Mateluna P.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.