Opinión

El habitante de Santiago y su relación con los cerros

Cerro El Carbón. Foto: Rodrigo Guendelman

El fin se semana pasado, la institución conocida como Parque Metropolitano (o Parque Met) tuvo un “happy problem”, como dicen en inglés. Miles de personas llegaron el sábado y el domingo hasta el Cerro El Carbón, uno de los seis cerros que conforman el parque conocido como Parque Metropolitano. Era el fin de semana perfecto. Había llovido el viernes, el aire estaba limpio, el sol radiante y la primavera mostraba con prepotencia su extraordinaria belleza. Flores de distintos colores eran parte del paisaje (¿puede una especie invasora como el dedal de oro considerarse linda? Ahí hay tema para otra columna). Las vistas a la capital dejaban sin aliento. Los planeadores y las águilas mora cruzaban el cielo. Había que estar en la precordillera. Y, claro, llegaron muchísimas personas. Y con ello, conductas poco cívicas como dejar basura, llevar perros o poner música en ruidosos parlantes.

Ciertas incivilidades que, en nuestro país, no son extrañas cuando se juntan multitudes. Pero, ante todo, un problema feliz, pues ver a tanta gente subiendo un cerro es para aplaudir de pie. Como me recordaba esta semana el director ejecutivo de Andeshandbook, José Antonio Mena, en el programa Santiago Adicto en radio Duna, hace diez años nadie conocía el sendero de trekking de El Carbón. Hoy, en cambio, hay muchos que están molestos porque ya no es un dato de pocos, sino que un fenómeno de masas.

“¿Somos hombres de la naturaleza los santiaguinos, montañeses, excursionistas, andinistas o esquiadores?, se pregunta el cronista Miguel Laborde en su libro “Santiago, región capital de Chile” (Comisión Bicentenario). “Apenas algunos, a pesar del paisaje soberbio”, contesta el autor y agrega que “más bien atávico, parece subsistir el temor a resbalar de las montañas al mar, que las montañas revienten una vez más cubriendo nuevamente el valle con toneladas de piedras y lava, que la tierra se estremezca otra vez por su ubicación en el Cinturón de Fuego del Pacífico. El santiaguino se encierra en su casa, hace vida entre cuatro paredes, olvida. Llegan los inmigrantes europeos, suben montañas, acampan en los valles de la precordillera, sus hijos quedan deslumbrados -campean los apellidos extranjeros entre zoólogos, ornitólogos, esquiadores- pero en la tercera generación ya estamos domesticados y nos rendimos ante una naturaleza que avasalla, abruma”.

Eso lo escribía Laborde hace veinte años. Y tenía mucha razón. Pero post pandemia, con nuevas generaciones que encuentran “cool” subir a miradores y aprovechar las vistas panorámicas de Santiago, parece haber un cambio. Menos miedo a nuestra geografía. Más ganas de juntar actividad física con un panorama en pareja, en familia, en grupo. Y una extraordinaria forma de ofrecerle a niños y adolescentes una alternativa a las pantallas.

“Con tal paisaje, esta ciudad está condenada a ser una nota a pie de estos dos cerros”, decía Le Corbusier acerca de Santiago. Así es. Nuestra capital es, probablemente, la metrópolis con la geografía más inmensa y cercana del planeta. Esto significa que, -ojo con estos números que nos compartió José Antonio Mena- la Región Metropolitana nos ofrece 351 montañas, lo que incluye cuatro con alturas superiores a los 6 mil metros sobre el nivel del mar, así como algunas que no se han subido nunca. Y si se trata de menos de 2 mil metros sobre el nivel del mar, en Andeshandbook aparecen 48 cumbres. Si a eso le sumamos las 75 rutas de trekking que se publican en el mismo sitio, tenemos más de 120 potenciales recorridos en la capital de Chile. Gratis. Inspirador. Sano.

¿Cuántas de esas cumbres se vienen a tu mente? A mí se me aparecen el Manquehue y el Manquehuito, el cerro Renca, el Alvarado, el Pochoco, el Provincia y El Carbón. Son los que conozco. Sumo algunos datos que compartió José Antonio Mena, ideales para primavera: el cerro La Región (Huechuraba), Laguna del Inca (Altos de Chicauma, Lampa), el cerro Minillas y el cerro La Cruz en la Sierra de Ramón, Morro Guayacán, Alto El Naranjo, el cerro del Medio (Yerba Loca, Farellones).

¿Y para el verano? La caminata al Refugio Alemán en Yerba Loca y la Laguna Negra (Embalse El Yeso) son buenas opciones a mayor altura y, por lo tanto, con menor temperatura. Es cierto, nos queda mucho por aprender a relacionarnos con los cerros, la precordillera y la cordillera. Hay que seguir perdiendo miedos y, al mismo tiempo, debemos educarnos y tener una conducta cívica en nuestros ascensos o paseos. Pero hemos avanzado. Los estamos recorriendo, los hemos incorporado entre nuestros panoramas preferidos y hasta tenemos, este 19 de octubre, la tercera versión del “Día de los Cerros”, que organiza la Fundación Cerros Isla junto a la Fundación Ibañez Atkinson y la Fundación Estrella del Sur. ¡A subir, a pasear, a aprender y a cuidar!

Por Rodrigo Guendelman, conductor de Santiago Adicto de Radio Duna.

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