Opinión

Imaginarios

El resultado de la segunda vuelta presidencial confirmó una realidad muy consistente: desde el 62% del Rechazo a la propuesta de la Convención, hace ya más de tres años, la desaprobación al gobierno de Boric se ha mantenido en torno a un 60%, cifra coincidente con el 58% obtenido por el candidato opositor en el balotaje. Esta relativa consistencia es lo que ha llevado a plantear la hipótesis de un eventual cambio de clivaje, desde el articulado por el Sí y el No a Pinochet, a uno dividido ahora por el eje Apruebo-Rechazo.

En ambos casos, el origen del supuesto clivaje es un evento plebiscitario: el 5 de octubre de 1988 y el 4 de septiembre de 2022. En ambos, también, las opciones triunfantes fueron las negativas: No a la continuidad de Pinochet en el poder y Rechazo al modelo de sociedad planteado por las izquierdas en la Convención. Pero hay diferencias relevantes: el primero dividió al país en torno a un 55-45% y era política y culturalmente favorable a las izquierdas; el segundo separó las aguas en un 60-40% a favor de las derechas; el primero tiene ya casi cuarenta años, el segundo apenas tres.

¿Pueden las fuerzas todavía oficialistas aceptar la posibilidad de este eventual nuevo imaginario? Por supuesto que no, pues ello los condenaría a ser minoritarios por mucho tiempo. En el clivaje anterior los partidarios de la dictadura estuvieron dos décadas sin poder ganar una elección, y sólo lo hicieron encabezados por Sebastián Piñera, un votante del No en 1988. Ahora, el rechazo mayoritario a lo que las izquierdas han apoyado desde el estallido social, terminó por hacer irrelevante que Kast votara Sí a Pinochet hace casi cuatro décadas.

¿Darán lugar entonces el estallido y la propuesta de la Convención a un imaginario que perseguirá al actual oficialismo, del mismo modo como el fantasma de la dictadura persiguió por muchos años a sus partidarios? Esa es la interrogante que instala el abultado triunfo de Kast; y la respuesta dependerá de lo que ambos sectores estén en condiciones de hacer a partir de marzo. En rigor, las izquierdas no tienen más alternativa que repetirle todos los días al país que Kast y los suyos son pinochetistas, fascistas, autoritarios y que encarnan la violación a los DD.HH. Y las fuerzas del futuro gobierno no podrán dejar de insistir en que los votantes de Jara fueron los simpatizantes del estallido social, los que validaron la violencia, que votaron Apruebo al texto de la Convención y, por tanto, los causantes del actual proceso de deterioro del orden público, el aumento de la inseguridad y el debilitamiento de la economía.

No, no hay aún un cambio de clivaje, sino más bien una tensión entre uno que se resiste a morir y otro que lucha por instalarse. Quién haga mejor el trabajo político y comunicacional a partir de ahora será la cuestión clave, el factor decisivo que empezará a definir el imaginario donde van a jugarse buena parte de las prioridades del presente y del futuro.

Por Max Colodro, filósofo y analista político.

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