Incendio en la torre: 40 años después

Incendio en Torre Santa María, 1981.


Marco Antonio Cumsille Eltit, Superintendente del Cuerpo de Bomberos de Santiago

Hace unos nueve años, el Cuerpo de Bomberos de Santiago invitó a unos expertos estadounidenses para dictar clases sobre incendios en altura. Los bomberos, provenientes de Texas, se sorprendieron al ver la ciudad desde lo alto del San Cristóbal. No podían creer la cantidad de edificios de altura y la baja tasa de incendios en los mismos. En Houston tenían un promedio de dos a tres incendios grandes al día.

Es cierto que el sistema constructivo chileno, derivado de las normas especialmente las de naturaleza anti sísmca, hacen bastante más seguros nuestros grandes edificios. Pero estamos lejos de estar inmunes a desastres que nos puedan hacer olvidar la tragedia de la Torre Santa María, ocurrida el 21 de marzo de 1981 y que costó la vida a 11 personas, incluyendo a nuestro mártir, el voluntario de la 13ª Compañía, Eduardo Rivas Melo.

A 40 años del siniestro, los bomberos de Santiago tenemos recorrido un largo camino evolutivo en la forma que encaramos esas emergencias y la manera de trabajar los incendios de altura.

Un fuego en un departamento promedio en Chile se puede apagar fácilmente con apenas una línea de mangueras que suministre entre 250 y 500 litros por minuto, si se hace oportunamente.

El tema es ese, llegar oportunamente a desplegar las líneas de mangueras desde el interior para combatir el fuego.

Contrariamente a lo que se supone, el avance en materia de escaleras telescópicas, que los bomberos llamamos Mecánicas, no resuelve el problema por si solo. El ataque al fuego más seguro tanto para los bomberos y especialmente, para los ocupantes de los edificios, debe hacerse desde el interior.

Para lograr un buen ataque al fuego es de vital importancia que cada edificio mantenga en buen estado sus redes secas, que los accesos para alimentar esas redes no estén obstruidos y que los carros de bomberos dispongan de una zona libre de barreras para hacer su labor.

Intrínsicamente, la Torre Santa María era y es una edificiación segura, pero como enseña la historia, cuando las normas de seguridad se sobrepasan, la tragedia puede sobrevenir sin previo aviso.

El incendio del 21 de marzo de 1981 tuvo gran impacto en la ciudadanía, tanto por la cantidad de víctimas fatales, hasta ahora la mayor en un edificio en altura en Chile, como porque se convirtió en evento mediático, que se transmitió prácticamente en directo a través de los canales de televisión que estaban a un par de cuadras de la emergencia.

De los bomberos con jeans y cotona de cuero queda muy poco. Hoy enfrentamos las emergencias con un equipamiento de proteción personal del más alto estándar. Cada voluntario que sube a los pisos en llamas lleva sobre su cuerpo más de 30 kilos, entre prendas de uniforme, equipo de respiración autónoma y elementos para combatir el incendio.

Todos los años, el Cuerpo de Bomberos de Santiago hace un evento muy simbólico como es “Corremos por la Vida”, la subida a los 64 pisos del Costanera Center para desmostrar su capacidad de trabajo ante un requerimiento superior como es el combate del fuego en altura.

No obstante, es necesario insistir en campañas de educación al público y en la acción de la autoridad respecto a las necesidades propias de estas emergencias, las que suponen también una prepración base para enfrentarlas y un compromiso real respecto a los sistemas que los mismos edificios deben mantener en regla para facilitar el trabajo de bomberos desde el interior.

Una de esas acciones concretas de la autoridad derivará, en los próximos días, de la puesta en servicio del brazo articulado más moderno de Chile, MX13, que reemplazará al antiguo carro que se adquirió precisamente a raíz de lo ocurrido en la mentada torre. Para cambiar un vehículo único y que se mantuvo 38 años en servicios, contamos con el aporte decisivo y generoso de la Municipalidad de Providencia, sin el cual no habría sido posible esta necesaria renovación.

Poseemos, además, dos de las Mecánicas más altas de Santiago, una de 45 metros y otra de 55, con una capacidad de desalojo de agua que supera largarmente la que poseíamos en 1981. No obstante lo que cualquier incendio sobre un piso 20 va a requerir, es el trabajo coordinado y especializado de bomberos, no solamente para extinguir las llamas, sino para hacer búsqueda, rescate y evacuación de las potenciales víctimas.

Enfrentar un incendio en edificios es desafiante (sobre todo el llevar agua a 200 mts de altura en contra de las leyes de la física), pero muy distinto es tener que llevar agua y evacuar a 200 personas de manera ordenada. Véase el caso reciente de la actuación de bomberos, personal de salud y carabineros en el Incendio del Hospital San Borja-Arriarán, un ejemplo de coordinación y eficacia a la hora de trasladar a pacientes críticos en medio de un incendio de proporciones.

Cuarenta años después del incendio de la Torre Santa María, estamos muchísimos pasos adelante en lo bomberil, pero seguimos necesitando el compromiso ciudadano respecto a su propia seguridad y la respuesta de la autoridad para adaptar o modernizar tanto los vehículos bomberiles de su jurisdicción como también la normativa a la altura de los desafíos que presenta la ciudad.

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