Opinión

La ciudad importa

20/08/2025 - CERRO SANTA LUCIA - Foto - Mario Tellez / La Tercera MARIO TELLEZ

Hace 14 años y tres días, un sábado 29 de octubre de 2011, publiqué en este mismo espacio una columna cuyo título era “Santiago Adicto”. Eran tiempos en que el hashtag #santiasco abundaba en Twitter. Casi un año antes, el 11 de diciembre de 2010, había escrito otra columna en este mismo diario cuyo título era “¿Cómo que Santiago es fome?”. Menos de un mes después, el 7 de enero de 2011, The New York Times publicó su ranking anual conocido como “The 41 places to go” y puso a Santiago en la primera posición.

Llevo más de 15 años obsesionado por Santiago. Y he tenido la inmensa suerte de transformar mi pasión en mi trabajo. Miro hacia atrás y veo cómo han cambiado las cosas. Hoy existen decenas, probablemente cientos de proyectos que hablan de esta ciudad, que la destacan, la observan y la critican con cariño.

Se habla de Santiago y mucho, en Instagram, Tik Tok, en columnas de diversos medios, en las radios, en chats de WhatsApp. Se discute de ciudad, de vivienda, de arquitectura y urbanismo. El Paseo Bandera y su futuro es foco de acaloradas conversaciones. La vandalización de la recién restaurada Fuente Alemana fue tema nacional hace pocos días y ningún medio, tradicional o más reciente, se quedó afuera.

A veces hasta se inventan temas para generar clics, como un título de un medio digital que criticaba la presencia masiva del cemento en el proyecto Nueva Alameda, cuando aún faltan varias etapas para terminar ese desarrollo y los árboles recién se están plantando. No importa, es buen síntoma.

Sumo a eso artículos cada vez más frecuentes en que extranjeros se impresionan con el Metro, con las ciclovías o con la cordillera. Recuerdo una anécdota que me contó el arquitecto David Assael, cofundador de Plataforma Arquitectura y Arch Daily, hace muchos años. Davo había estado en 2005 en una casa en Barcelona y le tocó escuchar cómo varias mujeres mayores hablaban muy enojadas sobre la torre Agbar, recién inaugurada. A las señoras de la tercera edad les molestaba profundamente la atrevida forma fálica del edificio diseñado por Jean Nouvel y les parecía un atentado contra la cultura catalana Pocos días después, ya de regreso en Santiago, lo único que Assael escuchaba y presenciaba por estos lados eran conversaciones sobre farándula. Kenita Larraín había desembarcado de un avión en silla de ruedas y comenzaba en Chile la era de los chismes televisados y en portadas de diarios. De ciudad, ni hablar. No era prioridad en lo absoluto. Hoy sí.

En la reciente encuesta CEP, en la pregunta acerca de los tres problemas a los que debería dedicar el mayor esfuerzo en solucionar el gobierno, “Vivienda” aparece por primera vez en el top 10. Por supuesto que el déficit habitacional es un gran problema, pero que esté entre las prioridades es algo notable. Significa que, probablemente, el MINVU se convertirá en un ministerio con cada vez más atribuciones.

Hace 15 años era inimaginable un parque como Mapocho Río, de nueve kilómetros y más de 50 hectáreas, con el impresionante estándar de este espacio público que beneficia a Quinta Normal y Cerro Navia. Era difícil pensar que un filántropo fuera capaz de construir un museo como el NUMU, del que ya se puso la primera piedra en el Parque Bicentenario de Vitacura. O que fuéramos la sede de los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos y que la herencia para Santiago fuera un Estadio Nacional transformado en parque ciudadano y con una alucinante infraestructura deportiva, así como una Villa Panamericana (Cerrillos) donde hoy viven más de mil familias en un gran ejemplo de proyecto de Integración Social de alto estándar, con acceso directo al metro, un parque a la vuelta de la esquina, espacio público que incluye una escultura de Francisco Gazitúa y Ángela Leible, así como arquitectura de excelente nivel.

Hace 15 años nadie imaginaba que un tema ciudad pudiera ser la saturación del Cerro El Carbón. Un verdadero “happy problem” como comentábamos hace un par de columnas, que se debe a una nueva generación que mira a Santiago con interés y ganas de recorrer sus cerros, así como los cientos de influencers que usan sus redes sociales para viralizar la maravilla de nuestra geografía.

Hace 15 años, nadie imaginaba que el Mapocho se convertiría en un río libre de aguas servidas y que esa agua residual se transformaría en energía limpia mediante el desarrollo de plantas de tratamiento que realizan energía circular. Curiosamente, el Proyecto Mapocho Urbano Limpio cumple quince años este 2025 y todavía quedan algunos que no pueden creer en este ejemplo de ingeniería de nivel mundial realizado en Santiago. Por eso, seguiremos metiendo los pies al río, ya sea para que no quede ningún incrédulo o para, simplemente, disfrutar la experiencia.

Ni el estallido (o como cada uno quiera llamarlo), ni la pandemia, ni los que aún hablan desde la ignorancia y escriben #santiasco (aunque ya son muy pocos), han logrado detener el amor y la adicción que tantos tenemos por esta ciudad. Santiago está en nuestras conversaciones, en las fotos, cada vez en más películas, en las discusiones, en las rabias y en las pasiones, en las señales de progreso y también en las de segregación. Porque no hay ciudad perfecta. La ciudad sólo es bella cuando la gente la quiere.

Por Rodrigo Guendelman, conductor de Santiago Adicto de Radio Duna.

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