Columna de Carolina Velasco: Más cabezas piensan mejor que una

Coronavirus. Foto referencial


Se sabe poco del Covid-19. Cada semana el virus nos sorprende con algo que previamente desconocíamos (como que generaba inflamaciones desconocidas en los niños). Lo positivo es que ello nos permite ir incorporando información sobre sus efectos y así ir entendiendo mejor su comportamiento. A su vez, entender su comportamiento nos permite poder anticiparnos y proteger a los más vulnerables. Todo ello, siempre que se cuente con la capacidad de análisis y de preparación requerida. Este es uno de muchos aprendizajes que nos deja el novel coronavirus: la importancia de contar con una alta capacidad de análisis y con datos que permitan generar estas estrategias informadas.

La mesa de datos del Ministerio de Ciencias tenía ese objetivo, no obstante, los frutos no han sido los esperados, por falta justamente de datos. Esto último no ha podido ser resuelto por las autoridades, quienes no se han puesto de acuerdo en relación con la protección de datos. Si bien el Consejo para la Transparencia habría señalado que se podía hacer uso de los datos siempre que fueran innominados, ello no ha sucedido aún. La situación en otros países, incluso de la región, es muy distinta, ya que los datos están abiertos a toda la comunidad (no solo académica y científica), lo que ha permitido obtener un mayor conocimiento del virus.

Hace unos días este medio daba a conocer el trabajo desarrollado en Inglaterra en conjunto por el Servicio Nacional de Salud inglés y dos universidades de ese país. Dicho estudio es prometedor, en cuanto entrega evidencia sólida sobre los factores de riesgo asociados a mortalidad del novel coronavirus (ser de origen asiático, tener enfermedades cardiovasculares o diabetes, ser hombre, entre otros). Ello no tiene por qué ser igual en Chile (ya hay alguna evidencia de que el virus se ha comportado diferente acá), por lo que sería de suma relevancia conocer el impacto del Covid-19 en diferentes grupos en Chile, con el objeto de proteger y generar estrategias ad hoc para los grupos de mayor riesgo.

Los escasos modelos que hubo en un principio de la pandemia en Chile (por cierto, con pocos datos) generaron la alerta del impacto de un contagio rápido en los sistemas de salud. Ello permitió entonces tomar rápidamente medidas estrictas (cuarentenas) en las zonas de mayor contagio y con ello al menos retrasar (ojalá evitar) esos catastróficos escenarios. Ahora que contamos con más información y con mayor detalle, sería relevante buscar una solución, como a la que llegaron en Inglaterra para resguardar los datos (una plataforma llamada OpenSAFELY), que, según este medio informó, es un mecanismo similar al que se habría discutido en la mesa de datos. Ello permitiría a Chile poder dar un paso adelante y prepararnos de mejor manera para este nuevo estilo de vida: la convivencia con el nuevo coronavirus que, como se anticipaba en los países que ya pasaron por esto, se traduce en un ir y venir de contagios, rebrotes y medidas acorde para contener y mitigar.

Pero no solo eso, permitiría a Chile ponerse al día con los demás países en relación con transparencia, modernización del Estado y sobre todo estimular la innovación y desarrollo de nuevos y creativos planteamientos, modelos y estrategias que permitan abordar mejor este desafío sin precedentes. Como dice el dicho, más cabezas piensan mejor que una. Sobre todo, grandes cabezas.

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