Opinión

OCS: Hacia un nuevo orden internacional

El presidente chino, Xi Jinping pasa revista a las tropas durante una gran reunión para conmemorar el 80º aniversario de la victoria en la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa y la Guerra Mundial Antifascista en Beijing, capital de China, el 3 de septiembre de 2025. Foto: Xinhua Li Gang

La 25.ª cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), realizada en Tianjin, confirmó la creciente relevancia de esta alianza euroasiática. Con diez miembros plenos, entre ellos China, Rusia e India, y varios socios estratégicos, la OCS representa al 40 % de la población mundial y busca equilibrar las estructuras de poder históricamente dominadas por Occidente.

En el plano institucional, los mensajes fueron claros: rechazo a las medidas coercitivas unilaterales y llamado a superar la lógica de la Guerra Fría. En su intervención, Xi Jinping impulsó la idea de un nuevo orden internacional basado en un multilateralismo que incorpore de manera activa al Sur Global.

En el plano simbólico, la imagen de camaradería entre los Presidentes Xi Jinping, Vladimir Putin y Narendra Modi transmitió unidad estratégica. Sin embargo, tras esa imagen persisten tensiones profundas: disputas fronterizas entre China e India, sanciones que aíslan a Rusia por la guerra en Ucrania, y la necesidad de India de mantener equilibrios con Occidente. Lo que aparenta ser un eje sólido de cooperación es, en realidad, un frágil entramado de intereses divergentes, aunque con un denominador común: proyectar cohesión frente a Estados Unidos.

Para América Latina, la OCS aún parece lejana, pero sus decisiones tienen un potencial impacto en el comercio, energía y tecnología. La región, que depende tanto de China como de Estados Unidos, enfrenta el dilema de diversificar alianzas y atraer inversiones, sin quedar atrapada en presiones externas.

La cumbre puso en evidencia que el mundo avanza hacia la multipolaridad. Las alianzas son flexibles, los gestos simbólicos conviven con la fragilidad estratégica, y los acuerdos se ensayan antes de consolidarse. Aunque la OCS todavía no es un bloque cohesionado, funciona como un laboratorio en la transición hacia un nuevo orden internacional, con China proyectada como superpotencia.

Por Pamela Aróstica es Doctora (Ph.D.) en Ciencia Política de la Universidad Libre de Berlín y Directora de la Red China y América Latina: Enfoques Multidisciplinarios (REDCAEM).

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