Padre Renato Poblete

SEÑOR DIRECTOR
No es una novedad que la Iglesia pase por momentos de crisis. Las ha habido en su larga historia y las seguirá habiendo. Con todo, esa misma historia sigue ofreciéndose como pedagoga de su desarrollo y tarea temporal.
Últimamente -y en diversos lugares del mundo- se han hecho patentes una sumatoria de abusos por parte del clero, que ha venido a dañar a niños y jóvenes, dejando en ellos una herida difícil de salvar.
Ha habido situaciones de obispos, sacerdotes y diáconos que han oscurecido para muchos la imagen de la Iglesia que tenían.
No se puede, es cierto, recurrir a la siembra de alguna suerte de imagen corporativa diciendo, por ejemplo, que los abusadores no llegan al 3% del así llamado "personal consagrado".
Entre nosotros ha ocurrido que algunos de los nombrados, cualquiera sea la situación penal en que se encuentren actualmente, resultan ser nombres y personas que, por la razón que fuere, han sido muy conocidos por la opinión pública. Entre ellos -y recientemente- el padre Renato Poblete s.j., y eso me da mucha pena.
El padre Poblete hizo mucho bien. Promovió con ardor la causa de canonización del Padre Hurtado. Trabajó en el Hogar de Cristo y todos sabemos de qué se trata.
Trabajé con él y para él, sin que nunca pudiera tener motivos para sospechar de su persona. Hoy también y primero sufro con las víctimas.
Lo que está sucediendo con el padre Poblete (y con los demás) es que se han constituido en elocuentes llamados a la humildad, de una Iglesia que ha recibido de su Señor la misión de servir y de no instalarse nunca, por ningún motivo, en alguna forma de soberbia.
Percival Cowley V.
SS.CC.
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