Por Rodrigo Yáñez Por un tigre de Bengala

En la geopolítica actual, la India ya no es una promesa, es una realidad ineludible. Con tasas de crecimiento que desafían la gravedad económica mundial, Nueva Delhi se ha convertido en el objeto de deseo de muchas cancillerías. Para Chile, consolidar a la India como el “tercer eje” estructural de nuestra política comercial, junto a China y EE.UU., es el paso lógico y necesario.
Hemos hecho la tarea política. La visita presidencial que incluyó a Sofofa en abril y el impulso de las distintas ramas de la CPC y gremios exportadores, además del Consejo Empresarial Chile – India, han puesto el momentum necesario. Ahora, el desafío se traslada a la mesa de negociación: debemos transformar ese impulso político en condiciones concretas y ambiciosas de acceso a mercado para nuestros productos.
Para decirlo en simple: en el caso de la India, dado nuestro actual limitado acceso, el acuerdo será tan bueno como su capacidad de abrir mercados. Sin rebajas arancelarias reales, el Acuerdo no tiene dientes (ni será muy defendible en el Congreso). Y un tigre de Bengala sin dientes, por muy imponente que se vea en la foto oficial, no caza, no come y, por consecuencia, no crece.
La ambición de un CEPA, como su título lo describe (Comprehensive Economic Partnership Agreement), es superior en diseño y ambición a un acuerdo de alcance parcial como el que tenemos hoy. Para que India se consolide como el nuevo polo de exportación que Chile necesita, el acuerdo final debe asegurar la eliminación efectiva de aranceles en el núcleo de nuestra oferta exportable y también dejarnos en una posición competitiva respecto de otros competidores en ese mercado.
Esto incluye a la agroindustria, la industria alimentaria, los productos forestales y los servicios asociados en su conjunto. Si el acuerdo no incorpora concesiones sustantivas en estos sectores estratégicos, la oportunidad corre el riesgo de transformarse en un instrumento incompleto para la diversificación que tanto necesita el país, cuya reapertura puede durar años. La mala experiencia con la modernización del TLC con Corea del Sur, es un ejemplo de lo que no debemos repetir.
Es cierto que existe un valioso impulso político acordado al más alto nivel para lograr un cierre expedito del CEPA este año, pero nuestro desafío no es solo cerrar la negociación, sino asegurar un acuerdo que sea robusto y que perdure por las próximas décadas.
No estamos solos en esta carrera. Perú y la Unión Europea, entre otros, también están en el lobby de Nueva Delhi. Competidores directos como Australia y los países del EFTA ya han logrado acuerdos con India que incluyen aperturas mucho más ambiciosas.
Desde el sector privado, existe la convicción de que hay que jugar el partido en esta recta final y de que ese momentum político se capitalice en favor de un acuerdo equilibrado. Si ello no es factible, es mejor esperar que apresurarse a cerrar un Acuerdo que servirá de base de negociación para nuestros competidores.
Necesitamos a India, sí. Pero necesitamos un acuerdo con dientes, capaz de abrir góndolas y generar empleos en Chile.
Por Rodrigo Yáñez, secretario general de Sofofa
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