¿Presidente o Presidenta?


En 1990 se tomó la primera foto del gabinete del Presidente Aylwin: solo había una mujer entre los ternos negros. Fue el ex Presidente Lagos quien nombró a la ministra Bachelet, quien lo sucedería en la historia como la primera mujer presidenta. El proceso entre la primera ministra y la doble presidencia de una mujer, nos tomó 30 años como país.

Faltan 39 días para la elección presidencial. Será una elección bastante diferente a las que hemos visto desde la recuperación de la democracia. No solo por el tipo de candidatos y candidata, sino porque el contexto cambió radicalmente. Solo imaginemos que en el segundo gobierno de Piñera su ministro del Interior se puso a reír con los empresarios del cambio constitucional que se propuso en la campaña de Bachelet. También hubo un dirigente progresista que dijo que era fumar opio pensar en una asamblea constituyente.

Desde el estallido social a la inauguración de la Convención Constituyente ha pasado 1 año y 9 meses. En este tiempo, la energía y la paciencia contenida por las promesas de cambios que no llegaban, nos desbordaron. La pandemia nos demostró que en Chile el piso de protección social, los subsidios, las viviendas, la salud, el trabajo, la educación y un largo etcétera, no eran universales. La pobreza, la precariedad, y las desigualdades se mostraron en toda su magnitud. Las conquistas sobre igualdad de género y la revolución digital, terminaron de transformar radicalmente el escenario. Hoy, ni se hace campaña como antes, ni se debate como antes, ni se vota como antes.

Las personas nos enfrentamos a elegir al próximo Presidente o Presidenta de un Chile que cambia velozmente y no es fácil comprenderlo. La nostalgia no es buena consejera, tampoco reeditar fórmulas que ya se hicieron. Toca cambiar y aferrarse a la esperanza de que sabremos navegar con tripulación diversa.

En los debates hemos visto el pasado, el presente y lo que viene. Vimos rabietas, machismo galopante e historias alarmantes del deterioro de Chile por culpa de terroristas mapuches, migrantes y otros males, según algunos candidatos. También, hemos visto desplegarse liderazgos con atributos femeninos (que no solo lo tiene la candidata) que son colaborativos, sencillos, trabajadores y resistentes. La juventud en política es una edad indefinida, así nos acostumbraron en estos 30 años, donde no hubo tiraje para liderazgos jóvenes, hasta hoy. Podemos imaginar un Chile gobernado por una mezcla entre juventud y liderazgo femenino, mientras navegamos los cambios que propondrá la Convención Constituyente.

Ya no hay paciencia para las personas que quieren ser Presidente o Presidenta de Chile que no contesten las preguntas en los debates, o no definan su domicilio político o mientan en la tele para luego saber -gracias a la prensa- que algo olía mal. Tampoco es tiempo de falsificar fichas clínicas para ganar 10 votos, porque la mentira desarma a los países y condena a sus autores. Tarde o temprano.

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