Por Óscar Guillermo GarretónSecuelas de una adhesión
Una de mis hijas me contó que un amigo le había dicho: ¿Cómo tu papá y otros aparecen firmando una carta de apoyo a Evelyn Matthei diciendo que son de centroizquierda, cuando votan por la derecha?
Dio para una buena conversación y hasta para bromear: “Deben haber sido algunos de esos pontífices de izquierda para los cuales la correcta postura es siempre la propia de ellos, aunque se hayan dado mil volteretas”. Como ella sabe, desde la renovación socialista, ya hace más de 30 años, no he cambiado lo central de mi manera de pensar. Apoyé a los gobiernos de la Concertación y mantuve mi lógica para analizar cada nueva circunstancia. Y así, por no variar un ápice, hice públicamente advertencias del desastre a que nos llevaban, la política tributaria del ministro Arenas durante Bachelet II y ese “nadie se repetirá el plato” con que anunciaban la purga de concertacionistas.
Luego, con idéntica lógica, fui de los que nos opusimos a la violencia del “estallido”, apoyamos el acuerdo constitucional de noviembre de 2019 y discrepamos tanto de las propuestas refundacionales del candidato Boric como de muchas de sus mal pensadas acciones ya presidente. Obviamente, como todo ser sensato –ni siquiera requería ser de izquierda– fuimos parte del pueblo que votó Rechazo a ese delirante texto constitucional que la izquierda oficialista llamó a aprobar; y por seguir pensando lo mismo, hoy sería un despropósito dar el voto a Jara, para que sigan gobernando quienes en encuestas ciudadanas son calificados como uno de los dos peores gobiernos de Chile de los últimos 70 años.
Desaparecida la centroizquierda de antaño por el deslizamiento tras el FA y el PC de sus dirigencias, la única alternativa transversal, de reformismo democrático progresista que queda, es la que encarna Evelyn Matthei. Los firmantes de esa adhesión somos otra consecuencia de esa larga crisis de la izquierda oficial cuya próxima derrota todos anticipan.
Digámoslo claro. No somos los firmantes de esa carta de apoyo a Matthei quienes hemos cambiado. Perseverantes, buscamos ese reformismo democrático y acuerdista que representa el único tipo de progresismo exitoso en traer prosperidad a su pueblo. La otra izquierda solo exhibe fracasos, siempre atribuidos a la perversidad de otros. Si hasta reniega de esas pocas experiencias donde triunfó, como en Venezuela, Nicaragua o Cuba. Son ellos, los grandes cambiadores. Renegaron tanto del concertacionismo, que quienes lo defendíamos fuimos quedando más a la derecha de esa izquierda oficial, que se deslizaba más y más lejos de la centroizquierda exitosa y de su pueblo; aunque sin abandonar jamás su pretensión de superioridades morales para juzgar al resto. Su final de antología, en pleno siglo XXI, es alineados tras una candidata militante del PC.
Nosotros, persistentes en nuestras convicciones de larga data, sabemos por qué firmamos con esperanza.
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