Yo, Piñera

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Foto: Mario Téllez


Uno de los datos curiosos de la encuesta Criteria, publicada la semana pasada, es que no hay entre los que suenan para candidaturas presidenciales ningún ministro del actual gabinete del Presidente Sebastián Piñera. A lomejor podría parecer normal, siendo que en el gobiernoanterior de Michelle Bachelet tampoco emergió ningunacandidatura y quedaron malheridas ambas, pero hay que recordar que, en la primera administración de Piñera, cuatro de sus ministros fueron candidatos presidenciales.

Más raro aún, pues el gobierno muestra buenos números y la sensación primaria de electores desilusionados está bajando. Tampoco es falta de entusiasmo, pues una revisión de los medios muestra al menos cuatro ministros que son mencionados como cartas posibles para la presidencial del 2021: Moreno, Pérez, Espina y Hutt. Incluso de esta última, en un exceso de entusiasmo, ha sido nombrada como la probable nueva Bachelet, recordando aquel episodio de la entonces Ministra de Defensa subida a una tanqueta supervisando el despliegue militar por inundaciones en Santiago que terminó siendo una catapulta a su carrera presidencial.

¿Qué está pasando entonces que la conversación presidencial está ocurriendo fuera del gobierno? Una probable causa es que en esta vuelta, el Presidente es mucho más protagonista de la película, y logrando la proeza en superarse a sí mismo. Piñera es el canciller, que decidió aliarse con los duros en la crisis de Venezuela y critica con rudeza a la comisionada de DD.HH de la ONU por su posición distante de lo que ocurre en aquel país. Es el ministro segpres, que fustiga por los medios a la oposición cuando no votan sus proyectos en el Congreso. Sin duda, es el mandamás en educación, que hizo pauta para lanzar aula segura y complicó a la oposición y repite la jugada en el caso del proyecto de admisión justa. Incluso es el director de la Onemi que decide según su propio ojo y experiencia en qué momento las zonas afectadas por lluvias en el norte e incendios en el sur pueden ser declaradas zonas de catástrofes. Y todo ello, gracias a su energía autorreferente inagotable, que lo lleva incluso a exhibirse en redes sociales dirigiendo el país en bata de ducharse desde su lugar de descanso.

Tanta exposición es un factor de riesgo en un régimen presidencial. También la propia personalidad del mandatario, que suele alargar más allá de lo razonable los frutos de sus aciertos, hace que tanta exposición pueda terminar jugando en contra. Hasta ahora, al menos el presidente logró mantener distancia de la crisis Catrillanca que terminó afectando a sus ministros del comité político, pero no está claro que logre sortear otras tantas crisis con la misma habilidad.

Es probable que tenga la ilusión que finalmente los chilenos le profesan amor como el que le tuvieron en su momento a Bachelet, más allá de la relación pragmática que le ha permitido ganar elecciones. Por otro lado, en las candidaturas presidenciales que tienen más apoyo no hay ningún partidario decidido de su gobierno. Si no logra el gobierno tener alguien del riñón piñerista en la boleta presidencial, a medida que se acerque el ciclo electoral su gobierno perderá trascendencia y la conversación estará en otra parte.

Hay una excepción a esta tesis, que paradojalmente la ratifica más aún. La única figura del gobierno que aparece con intenciones presidenciales en la encuesta Criteria es el propio Sebastián Piñera.

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