¿Existe el amor a primera vista?

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"El amor es una actividad, no un afecto pasivo. Es un estar continuo, no un súbito arranque". Eso planteó en 1959 en su libro El arte de amar el psicoanalista, sociólogo y humanista alemán Erich Fromm. Para él, que se dedicó a estudiar la capacidad de amar del ser humano en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial, existía una diferencia entre enamorarse y permanecer enamorado. Según su investigación, lo primero tiene que ver con una atracción sexual espontánea, mientras que lo segundo requiere trabajar cuatro dimensiones específicas: el cuidado, la responsabilidad, el respeto y el conocimiento. Porque, en definitiva, el amor es un arte. Y para dominarlo se necesita tiempo. No se trata solo del deseo y el impulso inicial –que ciertamente también importan–, y no es algo en lo que caemos, como se suele pensar. Es, en sus palabras, algo que aprendemos a hacer.

Reflexiones no faltan. Estudios tampoco. Pero aun así, en el imaginario colectivo contemporáneo –en el que tienen un peso no menor la noción de cómo debiese ser el amor romántico y las películas de este género– pareciera que el amor a primera vista abunda. Cuántas veces lo hemos visto; un flechazo. Un encuentro fortuito. Un momento de incomodidad seguido por un latido aumentado del corazón. Una certeza inmediata. A tal punto que el mundo se detiene y desaparece por completo. Y solo queda esa persona; la indicada. Pero, en la práctica, ¿existe realmente el amor a primera vista? ¿O se trata de una proyección de nuestras propias necesidades en el otro, sin tomar en cuenta a ese otro?

El psicólogo clínico e investigador estadounidense John Gottman lleva cuatro décadas estudiando a qué se debe la estabilidad conyugal en relaciones de larga data. Desde que junto a su esposa, Julie Schwarz, fundaron en la Universidad de Washington el Laboratorio del amor –donde, a través de una metodología escrupulosa y de larga duración, han analizado a más de 3.000 matrimonios– se han preocupado de advertir que no existen las relaciones perfectas y que todas presentan desafíos. El secreto, según sus análisis, está en conocerse a uno mismo y al otro y juntos desarrollar habilidades comunicativas, confianza mutua e intimidad. Nuevamente, prácticas que requieren de tiempo.

Entonces, ¿por qué insistimos con la creencia del amor a primera vista? Según Daniela Werner, psicóloga y terapeuta de parejas, el amor se construye, pero optamos por creer en el amor súbito y repentino porque necesitamos hacerlo. "Hay una necesidad por aferrarse a algo mágico. Y eso surge desde los primeros cuentos que nos leen, en los que el príncipe rescata a la princesa y sin conocerse se enamoran", explica.

Para ella, puede existir una chispa, una atracción sexual o intelectual y un interés, pero el amor real se va dando en la medida que pasa el tiempo y en la medida que se evidencia la intencionalidad de conocerse mutuamente. Y para que eso pase, es clave dejar de depositar todas nuestras expectativas en otra persona. "En general, el amor se da en las parejas en las que no solo saben quién es el otro, sino que también en las que van actualizando ese conocimiento del otro a través de un seguimiento. Porque somos seres que estamos en constante cambio y desarrollo. En ese sentido, simplificar tanto el amor y pensar que es algo que se da de manera automática, no es sano. El amor es complejo y está más asociado a un sentimiento, y un sentimiento es algo que se trabaja de manera distinta que una emoción".

Como explica el psicólogo Elliot D. Cohen en Psychology Today, existe un conocimiento del otro que se da mediante el contacto y la familiarización prolongada. "Al ver a un otro sin tener la oportunidad de conocerlo, no podemos decir que lo amamos. Ese conocimiento puede ser cognitivo, auditivo, olfativo, táctil y de muchas otras maneras, pero no puede restringirse únicamente a la percepción visual de un primer encuentro. Por eso, el amor es una actividad que involucra una serie de acciones que tienen que ver con el cuidado, la consistencia, la empatía y la tolerancia", dice.

Asimismo, para Daniela Werner, hablar de amor a primera vista devela una serie de proyecciones personales que tienen más que ver con un narcisismo naturalizado y casi inconsciente. "Cuando recién conoces a alguien hay un gran desconocimiento de ese otro, entonces es muy fácil proyectar aspectos propios, desde lo que se quiere o desde lo que a una o uno le gustaría. Eso da cuenta, a su vez, de una represión, porque no se está siendo consciente de ciertos aspectos que esperamos o negamos en el otro", explica. "Ese tipo de amor no toma en cuenta a la persona que está al frente, sino más bien funciona como un reflejo de nosotras y nosotros mismos".

Y es que en ese sentido, el amor a primera vista implica que ya tenemos identificado lo que queremos y por ende centramos nuestra búsqueda en eso, sin abrirnos a la posibilidad de la sorpresa o al azar. Una suerte de idea preconcebida con la que nos obsesionamos y que no permite que el otro se manifieste tal cual como es. "Hay una estructura basal en esa búsqueda en la que no existe el espacio para que esa otra persona se muestre o se desarrolle. Porque a primera vista es imposible conocer a alguien", explica Werner.

La psicoterapeuta belga Esther Perel habla en su charla TED The Truth About Love de por qué el 90% de las relaciones no perduran. Una de las razones tiene que ver con que en la actualidad depositamos muchas expectativas en una sola persona. Queremos que ese otro significativo sea nuestro compañero, amigo y confidente. Y más que fijarnos en lo que nosotras o nosotros debemos hacer, esperamos que cumpla con todo lo que imaginamos. Eso, a la larga, deviene en una frustración y un posterior quiebre. Y, según Daniela Werner, tiene que ver con la falta de educación que existe en torno al amor. "Curiosamente, del amor creemos que ya sabemos todo y que no hay nada más que aprender. Pero no es algo estático y así como nosotras y nosotros cambiamos, el amor también evoluciona. Cuando una persona no ha pasado por un proceso de auto conocimiento es más proclive a elegir a alguien que responda a sus proyecciones, sin preocuparse del conocimiento mutuo. Pero si alguien ha podido estar más consciente y se ha trabajado, le va poder dar espacio al otro para que aparezca en la relación. Y ese vínculo de pareja va ser mucho más sano".

Para ella, el concepto de amor a primera vista deja mucho que desear, aunque suene lindo. "Es un concepto que no ayuda a la gente a cómo ver la vida y el amor, porque parte de la premisa que las cosas son automáticas, mágicas, instantáneas y fáciles, y que no requieren de trabajo, tiempo y disposición", explica. "Estamos insertos en una cultura del dejar ser, de que las cosas pasan por algo, que el universo te habla. Pero eso nos quita responsabilidad propia. No podemos olvidar que es responsabilidad nuestra que las cosas se den como queramos".

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