La única diferencia entre una pareja exitosa y otra que no, es enfrentar los problemas




En Japón se teme que los divorcios –que según cifras de la OCDE suelen darse en tasas más bajas que la mayoría de los países occidentales– comiencen a dispararse producto de la cuarentena decretada a raíz Covid-19 y el confinamiento al que han estado sometidas muchas parejas. Y es que observando lo que les ha ocurrido a sus vecinos al otro lado del océano, la preocupación tiene bases. En China, las tasas de quiebres matrimoniales aumentaron abruptamente en marzo cuando se levantaron las cuarentenas, según un reporte publicado en el sitio web oficial de la ciudad de Miluo en Hunan, en el que indicaron que oficiales de gobierno municipales no daban abasto para tramitar todas las peticiones de divorcio que se estaban presentando durante esos primeros días tras la cuarentena.

Para evitar que la historia se repita en la isla nipona, los japoneses han inventado soluciones creativas como ofrecer habitaciones de hotel especialmente marqueteadas para maridos que, para evitar divorcios, prefieran hospedarse fuera de casa. Porque aunque parezca anticuado, el modelo de familia que prevaleció en muchos hogares alrededor del mundo, incluyendo Chile, fue aquel en que el hombre supuestamente cumplía con el rol de proveedor, realizando un trabajo remunerado que lo mantenía por largas jornadas fuera de la casa y que lo convertía en el jefe de hogar, y la mujer, por su parte, quedaba a cargo del cuidado de los hijos pasando la mayor parte del tiempo en el hogar.

Las crecientes tasas de divorcio son un reflejo de que los problemas se acrecientan cuando hay más convivencia a la que las parejas están acostumbrados y la noción romántica de que la distancia hace el amor más fuerte pareciera operar también a la inversa. Ricardo Cariaga, coach especialista en relaciones y director del Centro de Estudios para la Vida en Pareja, explica cómo han cambiado las tendencias en nuestro país desde que inició la pandemia y cuáles son alternativas más sanas para enfrentar una crisis de convivencia cuando estamos obligados a estar juntos 24/7.

¿Han aumentado las consultas por crisis de pareja desde que empezó la cuarentena?

La verdad es que es difícil saber si han aumentado las consultas o no porque producto de la contingencia estamos trabajando con menos profesionales en el centro de atención, pero nuestras horas de consulta siguen estando completas. Lo que sí ha cambiado drásticamente es el tipo de consultas. Normalmente el 80% de las consultas que recibimos son por temas relacionados con infidelidad, pero actualmente la mayoría de las consultas son por convivencia.

¿La contingencia está obligando a las parejas a enfrentar problemas que quizás antes podían evitar usando el trabajo o las salidas como un escape?

Exactamente. El confinamiento obliga a las parejas a encontrarse diez veces más que en tiempos normales y a la vez hace más difícil hacerle el quite a los problemas que surgen de esa convivencia. Además se genera otro tema que es relevante y que muchas veces lo pasamos por alto o no lo consideramos en estas crisis, y que tiene que ver con el tedio o el aburrimiento. Igual que los niños, cuando las personas estamos aburridas nos ponemos rabiosas y eso genera conflictos. Muchas veces ni si quiera se trata de que no sepamos resolver conflictos con nuestra pareja, sino simplemente de que estamos lateados, no sabemos qué hacer y eso nos genera malestar que desemboca en discusiones.

¿Qué soluciones se pueden implementar que vayan dirigidas al problema de fondo?

Hay que recordar que la gente que decide vivir en pareja lo hace con un propósito, que no es desarrollar un proyecto de vida juntos ni compartir la vida ni envejecer juntos. El objetivo por el cual la gente se casa o se empareja es para ser felices y pasarlo bien, haciendo todo el resto de las cosas. Pero el objetivo final siempre es el bienestar. ¿Qué nos impide eso? Los problemas. Y todo tipo de problemas: las diferencias de carácter, los temas económicos, la salud o cualquier cosa que se te pueda ocurrir. Eso hace que uno deje de poner el foco en el objetivo, que es estar contento con la pareja y pasarlo bien, y lo empiece a poner en los problemas. El tema es aceptar que estas cosas siempre van a existir y tenemos aprender a solucionarlas, porque la única diferencia que existe entre una pareja exitosa y otra que no lo es, es que la exitosa sabe resolver sus problemas y la otra no.

En el trabajo estamos acostumbrados a resolver todos los días muchos problemas y nos volvemos muy eficientes en eso, pero en nuestras relaciones de pareja no somos capaces de hacer lo mismo. Esto es porque cuando se trata de problemas de pareja hay involucradas emociones y sentimientos que no sabemos cómo manejar. Para eso existen herramientas que podemos aprender y lo más lógico es ir detrás de esas herramientas en vez de evadir los problemas porque son inherentes a cualquier relación. No sacamos nada con irnos a un hotel o escabullirnos, hacernos los locos. Los problemas hay que enfrentarlos.

¿Hay diferencias en la forma en la que hombres y mujeres abordamos estas situaciones?

Los hombres tienden a evadir los conflictos emocionales. No es que no nos guste resolver problemas, es que nos sentimos incómodos con el conflicto que se generalmente se asocia a uno, con el llanto, las descalificaciones. Pero sí tenemos las herramientas adecuadas podemos enfrentar estas situaciones sin entrar en conflictos –como ocurre en el trabajo– y nos vamos a encontrar con hombres mucho más dispuestos a abordar problemas y menos propensos a evadirlos. A pesar de esto, una de las cosas que ha pasado en el último tiempo es que el rango etario de la gente que asiste a terapia online es mucho más joven que la que asistía a terapia de pareja ante, y por eso se ven cada vez hay menos estereotipos de género en cuanto a la disposición de quienes consultan. Los pacientes que acuden a terapia son principalmente parejas entre 30 y 40 años que no tienen no tantos prejuicios en torno a la idea de recurrir a ayuda psicológica cuando se trata de resolver temas de pareja.

¿Se puede instar a una pareja a cambiar las dinámicas que no son buenas, aunque no quiera?

Las relaciones de pareja son un sistema y si muevo una pieza las demás se van a mover. Todo lo que uno haga de alguna forma va a influir en el otro, quiera o no. Desde esa perspectiva basta que uno de los dos tenga las herramientas y las empiece a aplicar para que comiencen a generarse cambios en la dinámica de pareja. Pero también está la alternativa de confrontar la situación y explicarle que no es sano ni inteligente poner en riesgo una relación, porque no sabemos cuánto tiempo va a durar esta situación excepcional que estamos viviendo.

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