Mujeres al poder: ¿autoritarias o maternales?

cuando-la-mujer-llega-al-poder-web



Cuando Florencia Pérez (31) decidió iniciar una startup de reclutamiento y recursos humanos junto a su socio, sabía que iban a ser muchos los desafíos que tendría que enfrentar. Pero no se imaginó que ella misma pondría en duda sus capacidades de liderar su propio proyecto. "Ha habido momentos en los que me he cuestionado el no tener un carácter más fuerte", recuerda. "Pensé –sobre todo al principio– 'ojalá ser como esas jefas que entran a la oficina y todo el mundo se queda en silencio'. Pero no soy ese tipo de líder".

Y hubo situaciones en las que no ser una jefa autoritaria la hicieron cuestionar sus capacidades de liderazgo. "Cuando contratábamos profesionales para ciertos cargos y no estaban cumpliendo con las expectativas teníamos que sentarnos con ellos y darles ese feedback o derechamente despedirlos", comenta. Esas reuniones, que para ella eran una tortura, su socio las manejaba con soltura y, según recuerda Florencia, siempre tenía las palabras precisas para guiar la conversación de forma decisiva, aún cuando se tratara de algo tan difícil como decirle a un profesional joven con muchas expectativas, que estaba siendo desvinculado de su trabajo, quizás por primera vez en toda su carrera.

"Me cuestioné mi capacidad para ser jefa sobre todo porque mi socio es hombre y tiene un perfil más parecido a esa figura tradicional de jefe: de carácter más fuerte y autoritario", explica Florencia. "He trabajado con un coach estos temas y he aprendido que no es necesario ser ese tipo de jefe. Uno puede liderar de distintas formas, siendo fiel a cómo tú eres y que puedes tener excelentes resultados igual. No hay una sola fórmula".

Sin embargo, independiente del estilo de liderazgo que una jefa tenga, lo cierto es que las mujeres en puestos directivos siguen siendo una minoría. Según el estudio Women in the Boardroom, publicado por la consultora Deloitte, en Chile solo el 6,5% de los puestos de directorio son ocupados por mujeres. Eso nos posiciona como uno de los países con la tasa más baja de mujeres directoras de empresas del mundo. Pero incluso aquellas que logran llegar a la cúspide en sus respectivas áreas profesionales, muchas veces no se sienten preparadas para ocupar el rol de líderes que su cargo conlleva.

En la conferencia Women at Work organizada por el Wall Street Journal, Sheryl Sandberg, jefa de operaciones de Facebook, habló sobre las mujeres en el mundo del trabajo y explicó que la mayoría de las profesionales de generaciones mayores no habían sido criadas para ser líderes. "Todas las culturas del mundo son muy diferentes salvo en un punto: los estereotipos de género de hombre y mujer. En todas partes se espera que los hombres sean líderes y las mujeres sean agentes comunitarios y que hagan cosas por los demás", explicó. Y esta realidad se refleja precisamente en los conflictos que le genera a muchas jefas actualmente, ejercer sus roles de liderazgo.

Juanita Rodríguez, Vicepresidenta de la Red de Mujeres en Alta Dirección, está de acuerdo con este diagnóstico y agrega que, a muchas, se les ha preparado para cumplir con roles tradicionalmente asociados a lo femenino. "Se esperaba que formáramos familia, que nos preocupáramos de las labores de la casa y de la crianza de los niños", explica. "Para muchas estudiar en la universidad y decidir trabajar fuera de casa ya era en sí mismo un desafío que nos obligaba a ser muy buenas profesionales para lograr destacar en entornos masculinos". Es quizás por eso, que los estilos de liderazgo que muchas jefas han seguido hasta ahora se apegan a los estándares y modelos impuestos por hombres. "Las mujeres de generaciones mayores aprendimos de ellos", comenta. "No teníamos mujeres líderes que nos inspiraran, que fueran role model o mentoras".

Y ser una líder sin referentes es difícil. Sobre todo porque las exigencias que recaen sobre una mujer en un cargo de jefatura son muchas y son confusas. En nuestro inconsciente colectivo está la figura de la jefa implacable, rigurosa y exigente. Pero, también, esperamos que una jefa como mujer sea más comprensiva, contenedora e incluso más amable o cariñosa en el trato que un hombre. Así lo ha comprobado a través de su experiencia clínica la psicóloga Tatiana Mechasqui, especializada en terapia con mujeres profesionales en cargos de alto rendimiento. "Se da una dualidad en las jefaturas femeninas porque por un lado se espera de una forma bastante inconsciente que las jefas sean maternas, pero desde un aspecto mucho más discursivo se espera que sean firmes y exigentes, que pongan límites", aclara. "Esto hace que muchas veces se generen conflictos porque por una parte se les pide que sean duras, sin demostrar muchas emociones, poniendo límites claros, pero por otro lado se espera que sean empáticas y muy contenedoras".

Tatiana Mechasqui explica que muchas veces esto no solo repercute en problemas de comunicación en los equipos, sino que también a nivel personal para las mujeres a cargo. "Muchas veces las jefas son mujeres perfeccionistas y autocríticas que esperan cumplir sus roles sin equivocarse. Por eso están constantemente cuestionándose cómo deberían ejercer este rol de jefa, '¿Debería ser más exigente? ¿Debería poner más límites? ¿Debería apurar más la marcha?'", comenta la psicóloga. "Muchas veces se imponen un modo de ocupar este rol que se distancia de quienes ellas realmente son en esencia como profesionales y como persona".

Y eso fue precisamente lo que le ocurrió a Florencia durante sus primeros meses como líder de su propio equipo. "En general soy una jefa más maternal, ese es mi estilo de liderazgo", recuerda. "Soy muy mala para enojarme o salirme de mis casillas. No estoy de acuerdo con esos liderazgos en los que las personas salen llorando de la reunión o que como jefa tengas que golpear la mesa para hacerte entender, porque estoy convencida de que perfectamente te pueden respetar y considerarte una líder sin recurrir a esas estrategias. Pero me tomó harto tiempo aprender a confiar en que se podía liderar sin ser así".

Finalmente, la psicóloga explica que no hay que confundir tener un rol materno con ser una líder o una jefa más afectiva. Porque en el segundo caso estamos hablando de empatía, de ser contenedores en ciertas situaciones, de quizás entablar vínculos más profundos en pos de formar un equipo más eficiente y efectivo. Juanita Rodríguez de RedMad agrega que, en su experiencia, el liderazgo es precisamente el que se ejerce desde lo que somos, aquel que no nos conflictúa con nuestra esencia como mujeres. "Si somos más empáticas o conciliadoras o buscamos los acuerdos por sobre actitudes autoritarias no quiere decir que no seamos seguras, decididas y certeras", aclara. "Los estilos de liderazgos tienen cada vez más que ver con la capacidad de integrar la diversidad y construir equipos complementarios y cada vez menos o nada que ver con el género".

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.