Un nuevo yo

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"La vieja Taylor no puede contestar el teléfono"

"¿Por qué?"

"Porque está muerta".

Con esa declaración Taylor Swift dio la bienvenida a su álbum Reputation y a una imagen que la alejaba de la joven dulce y amable que la caracterizó durante la primera parte de su carrera. A partir de ese momento se empezó a vestir con ropa holgada, cambió su maquillaje por uno en tonos más oscuros y empezó a dar su opinión incluso en la política, algo prohibido para los artistas que provienen del cristiano y republicano country.

Así como Taylor, son muchas las personas que deciden cambiar su vida y sus hábitos, manifestando en sus redes sociales: "Desde hoy soy un nuevo yo", y prometiendo dejar atrás costumbres, vicios o formas de ser que hasta el momento habían sido parte de su definición como individuo. Incluso pueden haber "nuevos yo" menos tajantes, pero más comunes. "El lunes parto mi nuevo yo" o "este mes no voy a usar la tarjeta de crédito" son algunos que se repiten bastante, aunque no siempre se puedan concretar.

"A medida que crecemos nos vemos obligados a incorporar cambios, sobre todo en la vida adulta, cuando hay nuevas responsabilidades y empezamos a visualizar la vejez", explica la psicóloga de Clínica Indisa, Daniela Ulloa. "Además, es en esta etapa de la vida en que somos más conscientes de querer hacer cambios y los propiciamos, ya sea viajando, cambiándonos de trabajo, estudiando o comprometiéndonos", añade.

Ahora, existen cambios que no son tan comunes pero que sin duda son más llamativos, como cuando alguien carnívoro pasa a ser vegetariano o cuando una persona vuelve de un viaje completamente renovada. "Si hay un cambio muy radical, éste tiene que estar acompañado por un proceso para que realmente sea un cambio profundo, y los demás tenemos que ser conscientes de que cuando alguien cambia probablemente tiene una historia que contar", agrega la psicóloga.

Según la experta, en los cambios se juntan dos situaciones. La primera es la historia de la persona y todo aquello que le pueda haber pasado en su vida, y la segunda es el contexto en el que se encuentra, que puede gatillar que los efectos de las experiencias previas lleven a un cambio.

Persona de fases

"Cambiar según el grupo o la pareja es algo que por años les pasó a las mujeres", reflexiona la especialista, comentando que "por mucho tiempo lo que la mujer quería estuvo determinado por lo que la sociedad le decía que tenía que querer".

En la actualidad, existen muchas personas que tienden a cambiar dependiendo de con quiénes se juntan o dónde trabajan, lo que según la psicóloga no es necesariamente algo malo: "Uno siempre está bajo influencias del entorno, pero es importante que estas influencias se complementen con lo que uno quiere".

Lo principal es que la persona tenga firmes ciertas reflexiones sobre lo que quiere para sí mismo y su vida, de tal forma que, aunque sea capaz de adaptarse a su entorno y a los distintos grupos que integre, no modifique sus principios.

Renunciar para cambiar

Aunque normalmente las personas que hacen cambios importantes en su vida lo toman como algo positivo o "para mejor", siempre van a estar renunciando a algo. "Puede ser algo concreto o simbólico, pero siempre es importante reconocer lo perdido y saber que ya no volverás a ser esa persona o a actuar de cierta forma", dice Ulloa, agregando que todo cambio implica un duelo como parte del proceso.

Dicho esto, es importante recordar que no porque una persona "pase a otra etapa" va a dejar atrás por completo a quien ha venido siendo durante toda su vida. Las fases, explica la especialista, se van superponiendo, de tal manera que aunque con el tiempo cambiemos, los aprendizajes y las formas de ser del pasado van a seguir, en cierta medida, presentes. Porque aunque renunciemos a algunas cosas -comer carne, conductas machistas, vida sedentaria, etcétera- hay otras que forman parte de nuestra identidad que van a permanecer.

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