
Evelyn Matthei: la esquiva búsqueda de un relato
A las dificultades para diferenciarse en temáticas de seguridad y crecimiento económico frente a Kast y Kaiser -sus principales rivales-, la abanderada de Chile Vamos sigue sin articular un discurso frente a una derecha dura, que apareció con fuerza en esta campaña presidencial y que amenaza su opción.

“Dar gobernabilidad, sin que a los pocos meses nos salte la calle encima, creemos que la candidata Matthei le puede dar esa posibilidad al país, porque le habla a distintos mundos”.
El martes 8 de abril, Juan Luis Ossa, coordinador programático de la campaña de Evelyn Matthei, llegó hasta las oficinas del CEP, en Sótero Sanz -un centro del que aún se siente cercano, pues fue investigador ahí antes de aterrizar en el staff de la exalcaldesa- como invitado al panel Momento Político, junto al periodista, escritor y analista político Patricio Fernández.
En la cita, frente a empresarios e integrantes del mundo intelectual y académico, el historiador expuso sobre los ejes que sustentan la campaña y abordó uno de los temores menos confesados de las derechas si llegan a ser gobierno: la eventual reedición de un estallido social, similar al que impactó y cambió el curso del segundo gobierno de Sebastián Piñera. Un factor en el que destacó los atributos de gobernanza de Matthei, por su transversalidad, frente al republicano José Antonio Kast y al libertario Johannes Kaiser -sus principales contendores-, aunque no los nombró.

Una garantía de estabilidad considerada clave. Pero no suficiente para Chile Vamos para ganar una elección. Menos aún ante una inédita división de las derechas -cruzadas por acusaciones de duras y blandas- en abierta disputa por la hegemonía. Y donde advierten que pena un relato que los diferencie en forma nítida, porque si bien los ejes en seguridad y crecimiento económico están claros, lo cierto es que no se observan grandes distancias con Kast y Kaiser.
En el conglomerado adjuntan, además, la improvisación y errores que cometió la exalcaldesa en las últimas semanas, antes de la presentación de su comando de campaña. Todas cuestiones que inquietaron por el errático discurso que presentaba la campaña.
“¿Por qué los ciudadanos debieran votar por Matthei y no por quienes la desafían en la oposición? Eso es lo que nos falta responder“, plantea un parlamentario de Chile Vamos.
Un desasosiego que se instaló con más fuerza el miércoles con los resultados de la encuesta CEP. Muchos confiesan que arriscaron la nariz al constatar que la elección de noviembre aparece abierta, pues si bien Matthei ocupó el primer lugar de las preferencias -con un 15%-, ante una consulta espontánea sobre quién le gustaría que fuera el próximo Presidente o Presidenta de Chile, Kast quedó a solo unos pasos de distancia, con un 11%. Y Kaiser, con un 6%.
“El movimiento tectónico viene. Es cosa de meses y hay que estar preparados”, dice una fuente de Chile Vamos, en referencia a una eventual bajada del abanderado del Partido Nacional Libertario en favor de Kast. Esto, porque ese hecho les permitiría a esos dos partidos sumar fuerzas para lograr el voucher a una segunda vuelta.
Las dos derechas
El diseño de Matthei -confiesan en Chile Vamos- se desordenó con la irrupción del diputado Johannes Kaiser -en enero de este año, cuando llegó al 10% y superó por primera vez a Kast-, con un discurso más maximalista.
Tanto que algunos -aunque hoy aparece estancado en los sondeos- han llegado a catalogarlo como el Gabriel Boric de la derecha, por cómo el 2021 el exdiputado del Frente Amplio logró desplazar en un tiempo récord a sus contendores -entre ellos a Daniel Jadue del PC- e instalarse en La Moneda.

En el entorno de la exalcaldesa se alojó -por esos días- el nervio y el debate. Mientras algunos en su equipo más cercano transmitía más inquietud por el libertario, desde los partidos planteaban que era una situación pasajera; que una golondrina no hacía verano y que el verdadero rival era Kast.
Pero el rechazo de Kaiser al segundo proceso constituyente, que le valió su renuncia a republicanos en enero del año pasado, su postura a favor de un Estado minimalista, su liberalismo en lo económico y valórico, su apoyo a la pena de muerte, su enérgica postura en contra de la delincuencia, al punto de decir que “si alguien se roba un Super 8 que pague con cárcel”, su rápida inscripción en marzo de Nacional Libertario como partido político ante el Servel, el acuerdo para la parlamentaria con republicanos y Social Cristianos y su extrema franqueza -mantiene sus dichos- lo mantienen como un fenómeno político que Chile Vamos no pierde de vista.
A partir de ahí, dicen que Matthei -quien aparecía en un sitial inalcanzable en los sondeos y con un mensaje de estadista, liberal, feminista y transversal- tuvo que recalibrar, para evitar fugas en la derecha. Equilibrio en el que cometió errores, entre ellos, su vacilante postura frente a la reforma de pensiones. Y, luego, sus polémicas declaraciones frente a la pena de muerte y al Golpe de Estado de 1973, que la obligó a acelerar los pasos y echar a andar el engranaje de campaña. Partiendo por la nominación de Diego Paulsen (RN) como generalísimo, que está ordenando las filas y unificando el discurso; Felipe Valdovinos (UDI), como jefe territorial; un equipo asesor conformado por el exsubsecretario del Interior Rodrigo Ubilla (RN), el exministro Segpres y de Interior Gonzalo Blumel (Evópoli), el empresario agrónomo y doctor en economía de Stanford César Barros; la exasesora política de Sebastián Piñera Fernanda Otero, el exministro Segpres Claudio Alvarado (UDI) y el extimonel UDI Ernesto Silva, y el lanzamiento de un equipo de voceros. Esto, junto a la instalación del comando central en Enrique Foster y la pronta conformación del comité político.

Pero el relato aún no está definido. Sigue sufriendo tironeos por parte de quienes insisten en la necesidad de endurecer el discurso para captar el voto Kast-Kaiser y de quienes observan en ello el riesgo de perder al electorado de centro, un segmento de crecimiento electoral que consideran clave para llegar por tercera vez a La Moneda. Todo, junto a contrapesos para no perder el sufragio más duro en una segunda vuelta.
De ahí que la disputa esté en todos los planos. Para el vocero de Kaiser, Cristián Labbé -quien renunció en marzo a la UDI para unirse a la campaña del abanderado nacional libertario- “existe una sola derecha, Chile Vamos ya tomó su decisión de pertenecer al centro”.
Una argumentación que no es compartida por sus detractores. Incluso, el abogado Hernán Larraín Matte (Evópoli) plantea en su libro La derecha liberal sí existe que el giro hacia el centro fue resentido por “la autodenominada derecha sin complejos”, representada por Kast.
No solo eso. Describe los mundos opuestos en que ambas oposiciones se mueven. Y argumenta que Chile Vamos se presenta como una coalición con vocación de mayoría, “en contraste con la expresión local de la ‘derecha populista radical’, que trabaja en la lógica de nicho, centrado en el voto de una derecha dura, identitaria y sin aspiraciones de construir consensos amplios”; que mientras Chile Vamos busca cambios graduales, alcanzados a través de buenos acuerdos y diálogos sostenibles con sus adversarios, “ellos optan por el purismo ideológico y la superioridad moral en la defensa ciega de las convicciones”, y que Chile Vamos -a diferencia de sus contendores- tiene experiencia de gobierno, al haber encabezado La Moneda en dos ocasiones.

El debate no está cerrado. Incluso, esta semana, en la ronda de reuniones de Paulsen con las bancadas de Chile Vamos, los parlamentarios de la UDI le plantearon la necesidad de reforzar el rol opositor del bloque, ante una eventual bajada de Kaiser, pues le advirtieron que ese electorado no los ve como de oposición. Y que parte del diseño debiera ir -además- en la línea que les permita marcar diferencias claras con el Partido Republicano y con Kast, a quien observan como un candidato seguro a enfrentar en primera vuelta.
En lo que sí hay consenso es que el adversario está al frente, en el oficialismo, y que Matthei tiene que tener como foco prioritario las necesidades de la gente, pues ahí -dicen- esta su fortaleza.
La última Encuesta Panel Ciudadano/UDD entregó otras pistas. Reveló que la exalcaldesa convoca a una derecha moderada y liberal en lo social, con apertura a una cierta intervención estatal; que Kast refleja una derecha tensionada, con coincidencia en lo económico, pero dividida entre conservadurismo moral y posiciones más liberales, y que Kaiser es apoyado por un electorado con fuerte respaldo al mercado y al orden autoritario.
Por lo pronto, la línea programática de la exedil sigue su curso, bajo un concepto organizador: “Vivir seguros”, que no solo abarca la seguridad pública, sino que las seguridades en todos los ámbitos, en lo social, educacional, salud. Y también ante intangibles como los temores a perder el trabajo, a no tener recursos para afrontar una enfermedad o a no saber si los recursos les van a alcanzar o no para llegar a fin de mes.

En el comando Matthei se revela, además, que de acuerdo a focus groups internos cuantitativos y cualitativos, detectaron que hay 3D que se repiten: desilusión, desconfianza y desesperanza, las que apuntan a asumir a través de cuatro pilares: bienestar (mejor calidad de vida en salud, educación, trabajo y vivienda), seguridad nacional (delincuencia, crimen organizado, inmigración y narcotráfico), desarrollo (focalizado en la inversión) y bases institucionales y administrativas (para viabilizar administrativa y económicamente los pilares anteriores).
Este grupo que ya está funcionando en el comando de Enrique Foster, con reuniones semanales y de teletrabajo, sufrió una importante baja en marzo, con la partida de Pablo Urquízar, el hombre fuerte del equipo de Seguridad de Matthei, quien por ese tiempo fue citado como testigo en una arista del caso Audio, sobre nombramiento de autoridades judiciales. Y que actualmente, alejado de esas pistas y en el mundo de la academia, se desempeña como coordinador del Observatorio del Crimen Organizado y Terrorismo de la Universidad Andrés Bello. En una tarea similar en el comando fue nombrado Lorenzo Gazmuri.
Un asunto complejo
La postura transversal es que el relato nunca ha sido un asunto fácil para la derecha. El propio Ossa se encargó de construir uno para la campaña de Sebastián Sichel, en 2021, una compilación que derivó en el libro Sociedad de Bienestar, de 109 páginas. Su base fue la búsqueda de un “camino reformista hacia un Chile justo y sostenible”. Pero no alcanzó a tener incidencia, debido a que estuvo listo cuando la candidatura de Sichel ya estaba desfondada.
A fines del año pasado, Ossa organizó un grupo que -al alero del trabajo programático- buscaba específicamente un relato para Matthei. En él participaron el director ejecutivo de Idea País, Cristián Stewart; María José Abud, ex subsecretaria de la Mujer; María José Naudon, decana de la Escuela de Gobierno de la UAI; Felipe Schwember (UDD), el economista Alejandro Fernández, Gabriela Caviedes (U. de los Andes), Pablo Ortúzar (IdeaPaís), Sylvia Eyzaguirre (CEP), Catalina Salem, abogada y exintegrante de la Comisión Experta del proceso constitucional 2023; Ricardo Neumann, abogado, y Jorge Gómez, investigador FPP.
Pero su trabajo -que sirvió para distintos insumos- quedó en una suerte de stand by a principios de año, justo cuando el fenómeno Kaiser revolvió las piezas en la centroderecha. Ahora, tras el reordenamiento del equipo de campaña, se espera colocar el acelerador en esa tarea. Porque si bien las ideas programáticas matrices están listas, resta un relato político diferenciador frente a una derecha dividida en dos almas, que amenaza la opción Matthei.

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