Política

Jeannette Jara en libro biográfico: “El duelo es algo muy fuerte. Te toma y no te abandona. Y ese sentimiento me acompañó por años”

A partir de conversaciones con la periodista Alejandra Carmona, la candidata presidencial relata aspectos desconocidos de su vida, desde su niñez a su actividad política, en el libro Jeannette. Aquí presentamos un fragmento titulado “Matrimonio en Recoleta”.

Jeannette Jara en una foto presumiblemente de fines de los 90. Foto Facebook.

En cuarto medio, Jeannette Jara entendió que debía subir sus notas si quería estudiar en la universidad, y lo hizo. Así, en 1992 entró a la carrera de Administración Pública en la Universidad de Santiago (Usach).

Un mes antes de rendir la Prueba de Aptitud Académica, una compañera le prestó un libro que le entregaron en un preuniversitario, el que fotocopió para prepararse. Además, un profesor le dio algunos consejos para enfrentar las preguntas de castellano, actualmente denominada Prueba de Competencia Lectora. Sacó un buen puntaje y eso le permitió ingresar a la universidad.

Jeannette entró concentrada. Sabía que no podía perder el tiempo, sobre todo porque su base no era de las mejores y eso se notaba especialmente en matemáticas.

—La diferencia en la educación era increíble. Había materias que ni siquiera había escuchado que existían. Yo pensaba que me había metido a una carrera más humanista, pero después me tuve que poner las pilas para poder igualar los conocimientos de mis compañeros —dice la candidata.

Fue en los pasillos y pastos de la Usach donde Jeannette conoció al que sería su primer marido, Gonzalo Garrido Rojas, quien estudiaba Ingeniería Eléctrica. Ella tenía 17 años y él, casi 22. Se pusieron a pololear el 17 de septiembre de 1992. Conocido como “el Guati” en su colegio, el José Victorino Lastarria, había sido un reconocido líder de la Feses.

—Si me preguntan qué me gustaba de él, podría mencionar varias cosas —dice—. Era muy tierno, era más grande, era divertido, pero, por sobre todo, me daba paz. Tocaba guitarra y cantaba rancheras, a Silvio Rodríguez, Inti-Illimani y también boleros. Tenía la facilidad de las matemáticas, pero también habilidades blandas que lo hacían un tipo muy encantador, simpático e inteligente. Me hacía reír. Teníamos muchos planes.

Jeannette cuenta que Gonzalo era una especie de líder nato, y que además era dirigente y secretario general de la federación. En 1993 sería secretario de finanzas, pero la organización no alcanzó a asumir en forma, se quebró y se mantuvo en pausa hasta 1996, después de que un congreso estudiantil decidiera levantarla otra vez.

Gonzalo también pertenecía al Partido Comunista y, como había terminado de estudiar hacía poco, ya estaba comenzando a trabajar. Se casaron el 18 de febrero de 1994 por el civil y el 19, por la Iglesia, en la Recoleta Franciscana —quiso darle en el gusto a Jeannette y seguir el rito—, en una ceremonia austera. En esa época ambos arrendaban un pequeño departamento en Vicuña Mackenna y luego se cambiaron a una casa en el paradero 14 de La Florida que les habían prestado los suegros de Jeannette.

Jeannete Jara en las escalinatas de la Usach, junto a la lista con que postuló a la presidencia de la federación de estudiantes, en 1997, entre ellos su factótum, Marcos Barraza.

La iglesia la adornaron con flores de papel y el vestido se lo prestó su tía Mary —hermana de su mamá—, que se había casado unos años antes. Fueron algunos compañeros de trabajo y amigos de universidad de Gonzalo. También amigos de ella de toda la vida, como Carolina y Margarita, con quienes mantiene cercanía hasta ahora.

—Hicimos una bonita fiesta, en una casona antigua de la Av. Ricardo Cumming, en Santiago. Nos acompañaron todos: amigos, compañeros de la universidad y, por supuesto, la familia.

Esa noche bailaron hasta que cerraron el lugar. Por los parlantes sonaba sin parar la canción “El tractor amarillo”.

En esos años Gonzalo trabajaba en una pujante empresa. Durante la década de los 90 Chile liberalizó su mercado de telefonía de larga distancia, lo que les permitió a los usuarios seleccionar libremente su operador mediante la marcación de un código conocido como carrier. En una de esas compañías trabajaba Gonzalo.

Como la casa que compartían tenía dos piezas, siempre recibían a jóvenes amigos, no necesariamente ligados a su partido político. Así pasaron por su casa estudiantes que habían vivido el exilio junto a sus padres o quienes no podían pagar una residencial. Por un tiempo fue la casa de muchos.

¿Por qué se casó tan joven? Porque realmente quería vivir con él y sus padres jamás le hubieran dado permiso para convivir sin estar casada.

—Me fui de agrandá, me creía toda una mujer, cuando de verdad era una cabra chica —dice Jara, quien entendió eso mucho tiempo después.

Hay dolores tan fuertes, que nacen, mueren y mutan en la mente de los seres humanos de formas exclusivas e inexplicables. Los recuerdos y la tristeza también se metamorfosean. Hay un espacio en el dolor que parece no tener tiempo. Ese dolor es uno de los más profundos para Jeannette: la muerte de su esposo, con quien solo alcanzó a estar casada dos años.

Y como muchas veces los dolores personales se vuelven públicos cuando te siguen como candidata auscultándote con una linterna, no es un tema que rehúya, pero no le gusta exponerlo por respeto a la familia de su exesposo.

Jeannette Jara a mediados de los 90, en sus años de presidenta de la Feusach.

En medio de lo voraz que puede llegar a ser una campaña presidencial, el 18 de mayo de 2025 el cientista político Patricio Navia lanzó en su cuenta de X:

“Es de interés público saber el nombre del primer esposo de Jeannette Jara que murió cuando ella tenía 21 años. ¿Murió atropellado? ¿Enfermedad? ¿En combate? ¿Asesinado? La gente tiene derecho a la privacidad. Los candidatos presidenciales deben transparentar esa info”.

Gonzalo se suicidó.

Fue la noche del 11 de marzo de 1996: tenía 27 y la vida del joven matrimonio se quebró en ese momento.

Gonzalo había decidido quedarse en la casa de La Florida mientras su esposa visitaba a sus padres en Maipú, ya que en ese tiempo habían regresado por pocos meses a la Villa El Abrazo.

Por su trabajo en la empresa de telefonía, Gonzalo contaba con un teléfono celular cuando pocas personas lo tenían. Jeannette lo llamó varias veces durante esa jornada, principalmente para contarle que al día siguiente se iría directamente a la universidad sin pasar por La Florida.

Cuando llamó a la empresa de su marido le dijeron que no había ido a trabajar.

Fueron muchas horas sin respuesta. Hasta que de pronto Jeannette escuchó el “aló” de su suegra desde el otro lado, desde el mismo celular de Gonzalo.

De esa forma Jeannette se enteró del suicidio de su esposo y, en shock, hizo todo lo que vendría después: viajar en un tiempo que se hizo eterno desde Maipú a La Florida, entrar a su casa con el corazón en suspenso, estar en shock. Estar en shock ese día, semanas, quizás meses. Trámites.

Antes de entrar a la casa a ver lo que no quería, se quedó por varias horas abrazada llorando junto a su suegra en el auto. Su padre, Sergio, también la contuvo durante todo el proceso de duelo.

El certificado de defunción dice que Gonzalo murió debido a una intoxicación por monóxido de carbono.

En su libro El año del pensamiento mágico, Joan Didion escribe:

“La gente que ha perdido hace poco a un ser querido tiene una expresión peculiar, que tal vez solo reconocen quienes han visto esa misma expresión en su propia cara. Yo la he visto en mi propia cara y por eso ahora la reconozco en otras. Se trata de una expresión de vulnerabilidad extrema, de desnudez e indefensión... La gente que ha perdido a un ser querido parece desnuda, porque se cree a sí misma invisible”.

Jeannette Jara en su época de estudiante universitaria junto a la fallecida dirigenta comunista Gladys Marín.

Jeannette Jara, que entonces tenía 21 años, siente que la expresión de tristeza la acompañó por mucho tiempo.

—Un suicidio muchas veces excede el control de cualquier otra persona. Creo que volver pronto a la universidad fue una forma de sobrevivencia. Seguí yendo a estudiar, después a juntas con los amigos, pero el duelo es algo muy fuerte. Te toma y no te suelta, no te abandona. Vives en dos dimensiones paralelas. Y ese sentimiento me acompañó por años.

El duelo también se sostiene de las formas más diversas para no soltar a quien ya no está; y quien se queda, el que intenta seguir viviendo, se cuelga de símbolos para sentir —quizás— que alguien nunca se va del todo.

En su caja de recuerdos Jeannette Jara también guarda fotografías de las visitas que por muchos años hizo junto a la familia de Gonzalo al crematorio del Cementerio General, cada 11 de marzo, para recordarlo (...).

La tristeza de alguna forma también moviliza a esas otras vidas que nacen mientras la desolación se mantiene en pie. Después de la muerte de Gonzalo, Jeannette participó con más intensidad del movimiento estudiantil. Fue a trabajos voluntarios y se convirtió en candidata a la presidencia de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Santiago de Chile (Feusach).

De 1997 son los videos que circulan por redes sociales y que recogen la imagen de una joven Jeannette Jara defendiendo la refundación de la federación de estudiantes de su universidad: “Cuando uno logra superar el individualismo, el egoísmo, la idea de que estoy yo por sobre todo, los jóvenes logran comprometerse con temas trascendentes como el desarrollo nacional. La pelea que dimos este año de para qué construimos país demostró que los jóvenes, cuando creen, se la juegan hasta el final”, dice una Jeannette aparentemente distinta a la de ahora: voz de niña, pelo largo y negro, pero la misma concentración, calma y templanza que muestra hoy en los debates presidenciales.

Jeannette Jara cuando en 1997 era la presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Santiago.

Jeannette Jara fue elegida presidenta de la Feusach el mismo año en que Gonzalo murió. Asumió en 1997, luego de que la organización permaneciera inactiva por cuatro años. Su elección marcó la reactivación del movimiento estudiantil en esa casa de estudios y restableció el diálogo con la comunidad académica.

Esos años el movimiento universitario surgió con nuevos bríos. Entre 1995 y 1997, Rodrigo Roco encabezó la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH), en un período clave para su rearticulación tras la crisis de 1993-1994. En esos años la organización logró recomponerse y articular una movilización estudiantil a nivel nacional inédita en la transición democrática.

Para entonces, Jeannette Jara ya había entrado de lleno a la política de las reivindicaciones sociales.

—En la universidad había un liderazgo bien masculino, porque la mayoría de las carreras técnicas estaban tomadas por hombres. Eran liderazgos masculinizados y la discusión política, bien agresiva. Era harto de gritar, pararse sobre las mesas. A veces, tuve que hacer lo mismo para ser escuchada, pero con el tiempo, sobre todo con las olas feministas, me reconcilié con lo que pienso en términos de ser quien soy y la necesidad de que en política exista espacio para todos los caracteres y todas las formas.

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