Consejos para comenzar una colección de cómics

Foto: Eric McLean.

El interés por las historietas se ha revitalizado de la mano de la industria cinematográfica, con una mayor demanda, nuevas ediciones y alzas de precios. Coleccionistas y divulgadores del género cuentan cómo no perderse entre tantas luces y superpoderes.




Antonio Cabello recuerda como un error esa tarde veraniega de 2018 en que ingresó a la tienda Crazy All Comics, en el centro de Santiago. Fue un error, también, haber salido de ella con un número del manga Elfen Lied, que llegó a leer en cuanto regresó a casa. Fue entonces que “renació el vicio, casi instantáneamente”, dice.

Tiene 35 años y es abogado, pero fue en su infancia noventera cuando la afición por las historietas comenzó a ser parte de su vida. Sus padres llegaban a casa con cómics de regalo, que compraban en algún quiosco en el camino de la oficina al hogar. “En ese momento, juntaba Barrabases, Cucalón, Superman, Batman, Spiderman y F5″, recuerda.

Entonces era sólo una cosa de niños. Luego, en su adolescencia, el interés quedó de lado, o relegado a la lectura en la pantalla de un computador. “No es un hobby barato y no tenía plata”, asegura. Hasta que salió ese día de la tienda de la calle Huérfanos, a la que visitó durante la hora de colación.

Fueron 15 años sin comprar una historieta. Ahora tiene unas 470 repartidas en dos libreros y, a falta de espacio en su departamento, en su bodega. Su colección, principalmente, es de tomos recopilatorios de tapa dura, entre los que hay números de las editoriales DC Comics y Marvel, además de algunas novelas gráficas. “Lo que más me gusta leer son los cómics de la extinta editorial Vértigo, que era parte de DC Comics, como Predicador, Hellblazer, Sandman, V de Vendetta, La cosa del pantano —la de Alan Moore— y Watchmen”.

Dice que no es de gastar en cómics “caros”, sin embargo hace poco pagó 180 mil pesos por Superman. La Muerte de Clark Kent (Editorial Planeta DeAgostini), y 120 mil por un tomo del Animal Ant de Grant Morrison. En general, gasta unos $300 mil al mes en su colección. “Es una especie de vicio. Como existen tantos universos expandidos, uno se va interesando más y más en conocerlos. Por lo tanto, uno nunca termina de querer más”.

Chile, tierra de historietistas

Así como Estados Unidos o Japón, países de dónde proceden buena parte de las historietas que se leen aquí, Chile también cuenta con una historia rica en exponentes y creaciones. La genealogía es centenaria: desde El barón von Pilsener (1906), pasando por Condorito (1949), Mampato (1968), Trauko (1988), hasta las cómicas de Hervi, cuyos dibujos —con tintes de humor político— han sido constantemente publicados en diversos medios nacionales, como La Tercera.

“El mejor recuerdo para mí es la historieta de Mampato, que salía en la revista del mismo nombre. Semana a semana yo esperaba esas cuatro páginas para saber cómo avanzaba la historia”, rememora Moisés Hasson, consultor y docente de 60 años, que tiene una colección de unas 900 revistas de historietas hechas en Chile.

“Las historietas son una muestra de la cultura popular, al igual que las canciones o los trabajos en greda. Hay algo muy nuestro allí, por lo tanto merecen ser conocidas y estudiadas.”, dice Hasson.

En su colección se puede encontrar casi todo lo que se ha publicado localmente en el género de la ciencia ficción, como los 29 números de la revista Rocket —creada en 1965 por Editorial Zig Zag—, también material de tinte histórico, como los primeros trabajos de El Peneca —publicada entre 1908 a 1960—, o La Revista Cómica, de 1895, que muchos aseguran fue la primera de historietas, aunque Hasson no lo cree tan así.

La mayor parte de su catálogo corresponde a la época dorada de la historieta en el país, cuando los quioscos estaban abarrotados de revistas, las que vendían decenas de miles de ejemplares semanalmente. La decadencia llegó en la década de los ochenta, con la censura de la dictadura, la crisis económica y también la del papel, a lo que sumó la masificación de la televisión. Así, la popularidad de las historietas en Chile y el mundo se fue a pique y quedó relegada a pequeños nichos.

De la afición al profesionalismo

Pero Hasson no solo colecciona cómics: también ha hecho un trabajo de divulgación y compilación muy importante, reconocido incluso a nivel internacional. “Durante varios años trabajé la historia del género, además de publicar mi propio fanzine”, dice, y sus artículos se han publicado en países como Argentina, Italia, España, Francia y Canadá.

La veta de investigador tuvo un nuevo aire en 2014, cuando junto a la editora María Eliana Aguayo, crearon NautaColecciones, una editorial con la que buscan revalorizar a la historieta como parte el patrimonio nacional. El primer libro que publicaron se llama Cómics en Chile, y es un catálogo de todas las revistas de historietas nacidas en el país entre 1908 y 2000.


Hoy también trabajan en reeditar obras olvidadas que “las nuevas generaciones deberían conocer”. Entre otras, El Huaso Ramón, de Víctor Arriagada, y Viaje de la Tierra a Marte, de Andrés Magré. Esta última, publicada en 1924, es según Hasson “la primera historieta de ciencia-ficción chilena, y una pionera a nivel mundial”.


Mampato también le sirvió a Mauricio García como un portal que lo llevaría de la afición, al coleccionismo y, luego, al activismo. Cuando era niño, por el 73, y vivía en Villa Alegre, su abuela se encargó de comprarle semanalmente la revista creada por Eduardo Armstrong Aldunate. “Abrió mi mundo a muchos temas que no conocía”, dice el hombre de 57 años.

Mauricio García (57) es otro nombre importante en la escena contemporánea de las historietas. No porque sea dibujante, sino porque en 2010 creó el Museo de la Historieta. “Quería tener un lugar de encuentro y homenaje a los dibujantes y creadores chilenos, muchos de los cuales murieron en el total olvido”. Durante cuatro años, en un estrecho pasaje de la céntrica calle Esperanza, hizo exposiciones casi mensuales, donde llegó a tener y exhibir miles de revistas y libros, con celebraciones y homenajes, “pero sobre todo muchos reencuentros y buenos amigos”, recuerda.

En cuatro años, el museo creció tanto que le fue imposible seguir manejándolo, así que lo donó al Museo Histórico Nacional. También puso a la venta toda su colección de historietas extranjeras, las que le han permitido costear la compra de nuevos cómics que, apenas lee, los vuelve a vender nuevamente. “Me doy el lujo de comprar revistas, libros y álbumes que quizás no podría tener si no tuviera la intención de venderlos y recuperar lo gastado”. No esperen, eso sí, que venda su tomo de Nippur de Lagash, autografiado por el mismísimo Robin Wood.

En busca de la revalorización

A principios de este año, el mundo del cómic se anotó un nuevo récord: una carátula de Las aventuras de Tintín, de 1936, se subastó en 3,1 millones de euros. De esa forma, la historieta del belga Hergé destronó a una copia original del Action Comics —en la que Superman hace su primera aparición— como la pieza original más valiosa de la historia. Y eso que se trata de una carátula desechada, ya que la editorial encontró que era demasiado sofisticada y cara de replicar.

En la última década, el interés por los cómics ha tenido un golpe revitalizador. De la mano de las películas que producen DC Comics y Marvel, las dos editoriales de historietas más grandes del mundo y que operan hace casi 100 años- Avengers: Endgame, por ejemplo, se convirtió en la película más taquillera de todos los tiempos, tras una campaña medial y de marketing gigantesca desplegada para su estreno en 2019. Así, mientras la industria cinematográfica se alimenta de la del cómic, ésta última también se revitaliza a partir del éxito en la pantalla.

Eso se ve en eventos como las ComicCon, celebradas en Estados Unidos y Latinoamérica —en Chile se realiza hace 10 años—, a las que asisten miles de espectadores disfrazados y customizados de sus personajes favoritos, además de cientos de stands llenos de cómics para comprar.

A pesar de eso, García opina que “no existe un gran mercado de las historietas, por lo menos en Chile. La mayoría compra poco y prefieren internet, donde puede ver casi todo gratis. En la época de oro de la historieta chilena, una revista quincenal que vendía menos de 3 mil ejemplares se cancelaba. Hoy ninguna llegaría ni a la mitad de esa cifra”.

Esto no quita que las revistas clásicas se estén revalorizando. Si un número actual cuesta en promedio 4 mil pesos, un Condorito de los primeros años puede costar entre 50 mil y 500 mil, dependiendo de su estado. “El público que las leyó de niño hoy tiene un poder comprador que le permite buscarlas y comprarlas, ya sea por nostalgia, regalo o para inversión”, apunta García.

Y mientras algunos buscan el pasado, otros ofrecen futuro. En el país continúan surgiendo dibujantes e ilustradores, amantes de las historietas, que buscan mantener y proyectar la genealogía de Themo Lobos, autor de Mampato. Es el caso de el propio Hervi, Francisco Olea, Maliki, Katherine Supnem, Pedro Peirano, Alberto Montt, Malaimagen, Diego Cumplido o Carola Aravena, por nombrar algunos exponentes.

Incluso hay algunos de exportación, como Gabriel Rodríguez, quien junto al escritor estadounidense Joe Hill —hijo de Stephen King— creó la historieta fantástica Locke & Key, cuyo gran éxito editorial logró que Netflix la transformara en una serie, estrenada el año pasado.

Dónde comprar

Cada vez hay menos quioscos y, de los que quedan, son pocos los que venden historietas. Un vacío que han intentado llenar las tiendas especializadas, muchas de las cuales expanden el negocio a las figuritas coleccionables de los personajes que protagonizan los cómics.

Antonio Cabello recomienda Shazam Comics y Crazy All Comics, como lugares físicos. “Creo que la mejor tienda online es upeditioncomics.cl, sobre todo, para comprar novedades, y Bookdepository para comprar preventas; sale super barato”, agrega.

Mauricio García sugiere ir a buscarlos al Persa o a ferias. Él, además, vende las historietas extranjeras de su colección en un grupo de Whatsapp, en el que hay más de 130 miembros y clientes frecuentes.

En Providencia y en el centro de Santiago se pueden encontrar hartas tiendas, como Encuadro Cómics, Superlector, Cinnamon Cat, o Total Games, estas últimas dedicados casi exclusivamente al manga.


En NautaColecciones, además de todo el catálogo de libros, revistas e historietas, están preparando envases especiales, “con gradación objetiva”, ad hoc para guardar y conservar las ediciones que necesitan mayor cuidado y así profesionalizar su comercialización.

Recomendaciones para principiantes

“No recomiendo partir con cómics de antes de los 80, ya que eran muy distintos a lo que conocemos hoy”, dice Antonio Cabello. “En un principio, hay que partir leyendo lo que estás realmente interesado en leer. Por ejemplo, si te gusta Spiderman por las películas, y quieres saber más de la historia del personaje, busca en internet alguna etapa icónica de él”.

Hasson dice que la idea es no convertirse en un acumulador, algo muy distinto a coleccionar con una consciencia respecto de lo que se busca y quiere. “Lo primordial está en definir muy bien qué tipo de publicaciones se va a juntar. Es muy bueno focalizar, porque así se aprende más rápido y se puede tener una meta razonable. Hay personas que juntan sólo los números uno de las historietas, otras solo de ciencia ficción, otras sólo de Superman. Hay mucho para escoger”, explica.

Cuando se compra de segunda mano, sobre todo en internet, recomienda poner ojo al estado de las historietas. “Muchas dicen ‘está bien conservada para su edad’, pero eso es decir nada cuando tienen las hojas amarillas y un dobles de un quinto de la hoja en la contratapa”. Cree, en esa línea, que sería importante contar con empresas clasificadoras que permitan contar con una evaluación objetiva de los números que se venden. “Si existiera, podríamos además tener la posibilidad de juntar por inversión, como se hace en el arte”.

Mauricio García también sugiere buscar un nicho o tema especial para concentrarse en él. Eso sí, a diferencia de Hasson, opina que hay que comprar todo lo que encuentre, “aunque no esté en la mejor condición”. “Siempre se puede ir mejorando o logrando una herramienta para cambio. Lo que hoy se desprecia mañana puede ser valioso, como las páginas de historieta originales que hace 40 años o más casi nadie se preocupaba de guardar. Hoy son pocos los que dibujan a tinta y los originales, cada vez más escasos, suben su valor y pueden representar una buena inversión”.


*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 15 de octubre de 2021. Los valores y su disponibilidad pueden cambiar.

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