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Puro Chile y la acción climática

Para sorpresa de quienes hemos tenido menos contacto con el mundo de las negociaciones climáticas, el sector privado (empresas, sociedad civil, ciudadanía) y los gobiernos locales (que no son los países firmantes) entraron al ruedo recién en la COP20 en Lima, recién 5 años atrás.

Los efectos del cambio climático elevan el riesgo de potenciales catástrofes que afecten a las poblaciones de la zona costera en el Norte Grande.

La Conferencia de las Partes sobre cambio climático, cuya versión 25 ocurrirá en Santiago entre el 2 y el 13 de diciembre de este año, es la instancia máxima que tienen los países (las partes) para tomar decisiones en conjunto respecto de un tema del cual conocemos su gravedad e implicancias, muchas de las cuales estamos sintiendo día a día. De lo que se trata ahora es de tomar acción para evitar que la temperatura siga subiendo más allá de 1,5° respecto de la era pre industrial.

Para sorpresa de quienes hemos tenido menos contacto con el mundo de las negociaciones climáticas, el sector privado (empresas, sociedad civil, ciudadanía) y los gobiernos locales (que no son los países firmantes) entraron al ruedo recién en la COP20 en Lima, recién 5 años atrás. Desde entonces se generó la Agenda de Acción Climática que promueve el que estos sectores lleven su capacidad de articular y articularse con el objetivo de desarrollar acciones concretas que permitan demostrar lo que es viable en el día a día, usando las herramientas de mercado, la innovación, la motivación de las personas respecto de vivir en un entorno más limpio y saludable; y la evidente necesidad de dejar de lado tecnologías que ya no reportan el valor total que quizás entregaron en el pasado. Se trata, por ejemplo, de cambiar la matriz energética, de los combustibles fósiles por energías renovables. Reducir el carbón y aumentar la energía del sol o del viento. O promover la electromovilidad a diversos niveles. O preservar bosques nativos y aumentar la masa forestal global. O avanzar hacia el compostaje industrial de los residuos orgánicos. O promover las finanzas que toman en consideración las buenas prácticas sociales, ambientales y de gobernanza, para de esa manera privilegiar las inversiones que de esta forma reducen el riesgo y, con ello, la tasa de interés.

Si bien sabemos que tenemos muchísimo por mejorar y grandes problemas por resolver, lo fascinante es que Chile lleva años haciendo de manera consistente mucho de lo que se busca en la Agenda de Acción Climática. Y lo estamos haciendo con la absoluta claridad de que no sólo es hacer lo éticamente correcto, sino que también es hacer lo más hábil desde la perspectiva de los negocios. Y es que efectivamente se trata de ventajas competitivas para un mundo cada vez más desafiante y que exige trabajar no sólo por la rentabilidad del corto plazo, sino que a la vez debemos trabajar por el bienestar de todos los individuos, de todas las especies, también en el largo plazo.

Para que podamos tener un futuro brillante, primero tenemos que garantizar ese futuro. Es por ello que el acto de liderazgo de Chile al tomar la COP25 es algo que debemos agradecer. No siempre se tiene la oportunidad de ver como un país pequeño y del sur se para al frente y se propone para mostrar un camino alternativo. Si lo potenciamos y otros lo siguen, vamos a haber generado un hito en la historia de las COP y dejado un legado global que haría mérito a las primeras estrofas de nuestro himno nacional.

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