El científico que anticipó la epidemia del coronavirus (y nadie lo escuchó)

laboratorio

Bruno Canard comenzó sus investigaciones en 2002, poco antes de la última epidemia conocida como SARS, que dejó 765 muertos y es de la misma familia que el coronavirus. Afirma que a pesar de sus estudios y advertencias, no recibió respuesta de los gobiernos.


En noviembre de 2002, las provincias de Yunán y Guandong en China fueron el germen de un virus que hasta hace pocos meses, se contaba como el último episodio conocido de una epidemia a nivel masivo. El Síndrome respiratorio agudo grave (SARS según sus siglas en inglés) alcanzó 27 países, infectando a más de 8 mil personas y dejando 765 muertos, en una estela fatal que de haber sido tratada con más rapidez por el gobierno chino, pudo evitar centenares de muertes.

Investigaciones posteriores indican que sólo después de abril de 2003, cuando el SARS ya había avanzado lo suficiente, comenzó a ser tratado con mayor seriedad. Fue entonces cuando el gobierno chino, cediendo a la presión internacional, dejó a funcionarios internacionales averiguar qué estaba ocurriendo, sólo para descubrir que los casos eran muchos más que los que se habían reportado. Finalmente, dos importantes funcionarios locales fueron destituidos.

Pero las similitudes con el actual coronavirus, tanto en la infección como la reacción del país asiático y la preocupación mundial, son sólo parte de la comparación que se puede realizar con lo ocurrido hace 18 años. Existen científicos que afirman que de haber existido el financiamiento, este tipo de virus o los que vengan en el futuro, pudieron prevenirse.

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Bruno Canard cuenta con gran experiencia en el virus. Obtuvo un doctorado en Microbiología y Bioquímica de la Universidad de París, y estudios en facultades de medicina de Harvard y Boston. Actualmente es investigador principal del equipo "Replicación viral: estructura, mecanismos y diseño de fármacos" en el Laboratorio de Arquitectura y Funciones de Macromoléculas Biológicas de la Universidad Aix-Marsella en Francia, como Director de Investigación. Sus intereses actuales son la estructura y función de las enzimas involucradas en la replicación viral y el diseño de medicamentos antivirales.

En conversación con La Tercera, cuenta que comenzó a trabajar en coronavirus en 2002, casi un año antes del primer brote de SARS-CoV: "Había trabajado en enzimas del virus del dengue que mostraban similitudes con coronavirus de importancia veterinaria, y fui invitado a una reunión para hablar sobre mi descubrimiento. Descubrí allí, en esta reunión, el fascinante mundo de los Coronavirus. Había virus completamente descuidados en ese momento, pero decidí trabajar en ellos debido a su interés científico".

"Pocos meses después, el brote de SARS-CoV de 2003 estaba allí, y ya estábamos listos para embarcarnos en una investigación", agrega.

Sin embargo, el interés por avanzar en sus investigaciones se enfrentaron a un muro que incluso en los laboratorios científicos del primer mundo, tienen un tope: el financiamiento.

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Escaso apoyo

"No estamos en un período de tiempo en el que la ciencia académica sea reconocida en su valor y nivel adecuados", cuenta Canard desde Francia. "Se ha instalado un tipo de gestión/evaluación/competencia corporativa en nuestro mundo científico que no es apropiado para la investigación. La investigación necesita tiempo, independencia y cooperación en lugar de competencia excesiva".

"Aproximadamente desde 2008 y con la crisis financiera mundial, el dinero ha escaseado en los presupuestos públicos, y los programas de investigación y financiación han sido testigos de una disminución muy significativa de la financiación. Solicitamos constantemente fondos para subvenciones demasiado competitivas que tienen una tasa de éxito de aproximadamente el 8 por ciento. Por lo tanto, el científico promedio que redacta subsidios escribe 15 grandes subsidios y documentos para obtener uno financiado, lo que no es viable".

"Los científicos pasan su tiempo escribiendo en lugar de guiar a sus alumnos o simplemente haciendo investigaciones. Tienen que confiar en subvenciones privadas con empresas, lo que a veces no es la mejor garantía del pensamiento independiente", sostiene.

Canard afirma que junto a sus colegas científicos Eric J. Snijder, Johan Neyts, Rolf Hilgenfeld y Frank van Kuppeveld han sido los más activos en advertir sobre los peligros del virus que hoy tiene a 213 muertos y casi 10 mil confirmados en todo el mundo.

"Lo hemos dicho sin descanso a las agencias de financiación y los gobiernos, pero no obtuvimos respuesta", señala.

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Supercontagiadores

Actualmente, Canard explica que su laboratorio se encuentra trabajando en el "motor molecular" de los virus emergentes: "Los virus hacen tres cosas: se replican (se reproducen y usan sus propias enzimas); su refugio en envolventes/cápsides para protegerse de las armas de nuestras células (inmunidad); y evolucionan constantemente (a través de la mutación, principalmente) para adaptarse mejor a los dos primeros puntos.

En relación a la epidemia del SARS de 2003 y su comparación con el actual coronavirus, asegura haber notado que el virus sería una real amenaza en enero pasado, cuando analizó la secuencia y era extremadamente cercana a la de un viejo conocido: el SARS-CoV de 2003. En el laboratorio, lo llamó SARS-CoV 2.0.

El científico explica que en el área que se encuentra en estudio (replicación de las enzimas), no observa diferencias significativas, y que sólo se pueden encontrar pequeñas cambios en las proteínas estructurales, el "caparazón" del virus. Sin embargo, hay un detalle que le llama poderosamente la atención.

"La expansión del virus ha sido bastante rápida en relación con los estándares habituales. El R0 (número promedio de personas contaminadas por persona infectada) es de alrededor de 3, lo cual es significativo y suficiente para sostener una epidemia mundial, lo que se conoce como pandemia", asevera.

"La OMS declaró este jueves una emergencia de salud pública de preocupación internacional. El temor es que, por razones desconocidas, algunos pacientes infectados tienen, de manera impredecible, un R0 mucho más alto", cuenta. Se trata de los "súpercontagiadores", una pesadilla para los epidemiólogos, personas que se contagiaron con alguna enfermedad y por distintas razones se transformaron en un foco de infección para un gran número de personas, superior a la tasa de contagio habitual.

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Bruno Canard, científico francés.[/caption]

Sobre lo que se viene en las próximas semanas, Canard espera que se hayan aprendido las lecciones de 2003. "Se implementarán medidas inteligentes y responsables de las autoridades para detener la propagación. Lo que necesitamos es una vacuna y un medicamento contra el pan-coronavirus para atender a los pacientes. Debido a la similitud de los "motores moleculares" de los coronavirus, es posible un diseño de drogas de amplio espectro".

"Afortunadamente, el mundo ha hecho un progreso muy significativo para manejar pacientes iniciales en unidades de emergencia de hospitales o médicos, por lo que las transmisiones secundarias ahora están mucho mejor controladas. Además, existe un espíritu sin precedentes de compartir reactivos, experiencia e información entre científicos y personas en general", afirma.

Aún así, el experto señala que esta vacuna, que lleva meses desarrollar, probablemente no abordará el futuro SARS-CoV 3.0, una nueva cepa de esta familia de virus.

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