Los riesgos de demasiados desinfectantes

Ilustración: César Mejías.

Tanto el cloro como el amonio cuaternario han ganado popularidad en tiempos de pandemia por su eficacia como desinfectantes, pero ¿qué tan seguros son en los hogares?


¿Cuál es la toxicidad del cloro y el amonio cuaternario? Hoy niños, embarazadas y adultos mayores que hoy están más expuestos a estos productos en el hogar.

Claudia Concha

A medida que las cifras de contagiados por Covid-19 van al alza, se ha hecho habitual la preocupación por extremar las medidas de higiene en las casas, muchas veces echando mano a productos de gran eficacia para desinfectar, pero no del todo seguros para su contacto con las personas.

En el caso del cloro, se trata de una sustancia química industrial que se usa en la elaboración de miles de productos. Tiene un uso muy común como desinfectante del agua y, a nivel doméstico, como hipoclorito de sodio (que es básicamente cloro disuelto en agua) y está presente en blanqueadores, purificadores de agua y productos de limpieza.

“Es un químico que puede producir quemaduras o irritaciones en la piel por el contacto prolongado con éste. La ingestión e inhalación de los vapores de esta sustancia puede causar intoxicación”, explica Magdalena Angulo, jefa del departamento de Prevención de Riesgos de Clínica Las Condes.

La especialista agrega que hay varios síntomas de intoxicación por hipoclorito de sodio: enrojecimiento y ardor en los ojos, dolor torácico, náuseas, baja en la presión arterial, dolor en la boca y garganta, irritación cutánea o ampollas en la zona expuesta, dolor abdominal o estomacal, hinchazón de garganta y vómitos.

El amonio cuaternario, por otra parte, es un compuesto derivado del hidróxido de amonio (que no es más que una solución de amoniaco en agua) y es un efectivo desinfectante contra virus, bacterias, hongos y esporas. Por eso, su uso es extendido en la industria alimenticia y de la salud, encontrándose en productos como el alcohol gel, los rociadores para la limpieza de cocinas y baños, los desinfectantes de alimentos, las toallitas húmedas desinfectantes, los enjuagues bucales, etc.

Su uso doméstico en la salud humana o veterinaria se ocupa en concentraciones hasta el 1,5%, donde aún no es tóxico. Aunque se debe tener las mismas precauciones que con el cloro, ya que su ingesta y exposición tiene los mismos efectos en las personas. Un reciente estudio del Núcleo Milenio para la Investigación Colaborativa en Resistencia Antimicrobiana (MICROB-R), reveló que podría generar problemas para la salud humana y el medioambiente, eliminando virus y bacterias que sí son beneficiosos.

En ese sentido, un viejo principio es clave: “el veneno está en la dosis”. Es decir, el riesgo de la exposición es relativo a la cantidad del compuesto que ingresa al cuerpo. A mayor dosis y más tiempo de exposición, el riesgo aumenta. Por esto, jamás se debe utilizar estos desinfectantes en forma pura y se deben reducir los tiempos de contacto.

“Se debe evitar a toda costa el contacto directo del cloro con la piel, y muy especialmente con tejidos sensibles como ojos y nariz. Igualmente, se debe evitar respirar sus vapores, utilizando guantes y aplicándolo manteniendo una adecuada ventilación en las áreas”, dice Magdalena Ángulo.

Respecto a los niños, otro riesgo que debe tenerse presente es el de su ingesta. “No hay contraindicación del uso de estos desinfectantes domésticos en presencia de niños, pero se deben mantener fuera de su alcance para evitar una posible intoxicación debido a su ingesta, lo que puede provocar quemaduras en su tracto respiratorio y digestivo”, concluye la especialista.

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