El último cruce de la frontera del "Cangri"

cangrifinal

La noche del 20 de febrero no fue la primera vez de Sebastián Leiva en el desierto altiplánico. En varias ocasiones el exchico reality habría cruzado la frontera con Bolivia para intercambiar automóviles robados por droga. Pero esa vez algo salió mal: su compañero de ruta tenía una deuda no saldada que terminó costándoles la vida a ambos.


Sector Apacheta, camino Los Chutos, Ruta del Tatio. Germán Gundián (44), Sebastián Cornejo (30) y Sebastián Leiva (26), "el Cangri", quien ocho años antes tocó por primera vez la fama televisiva en el docurreality Perla, tan real como tú, discuten allí, en el corazón del desierto, en el medio de la nada. Es la madrugada del miércoles 20 de febrero, lo intuyen, porque están a oscuras, pero no saben la hora. Hace un rato perdieron sus celulares y están incomunicados. Caminaron prácticamente toda la tarde sin saber hacia dónde ir y ahora, fatigados, también acalambrados, improvisan fórmulas para combatir el frío. Han intentado de todo: pegaron sus cuerpos e incluso taparon sus rostros con un nylon naranja que hallaron en el camino, pero parece una gesta imposible. Adivinan que no podrán dormir.

En medio de su desesperación, "el Cangri" les sugiere arrancar la escarcha del suelo y comérsela. Para hidratarse, explica.

—Pero le respondí que era sal —dice Sebastián Cornejo, el único sobreviviente, en su declaración policial voluntaria, según recuerdan quienes estuvieron presentes.

Cornejo, que conoció al "Cangri" en septiembre de 2018, rebobina un viaje que a las pocas horas se transformó en una pesadilla. Todo comenzó en esa época, cuando el exrostro de Canal 13, reconvertido en un reggaetonero, lo invitó a su departamento y conoció también a Gundián, quien le explicaría sus negocios: arrendar vehículos a empresas fantasmas y pasarlos a Bolivia. Después, Cornejo avanza hasta el lunes 18 de febrero, mientras estaba en Iquique intentando vender su auto, un Toyota 4Runner. Fue allí cuando se contactó con "el Cangri" y, tras una rápida conversación, planificaron un viaje a Bolivia para vender el vehículo: "Vente, que el Germán ya lo tiene vendido", le dijo Leiva. Serían tres millones a repartir entre Gundián y "el Cangri", los siete restantes eran para él.

Los detalles eran alentadores, según Cornejo. Gundián les había explicado que sería un trámite que no implicaba mucho tiempo ni dificultad: demorarían un día para llegar a Bolivia y pasarían a buscar a un policía que los acompañaría hasta el sector donde entregarían la camioneta. Dos días entre ir y volver, no más que eso. Germán se quedaría en el país vecino y él, junto a Leiva, volverían a Chile. Pero en el trayecto comenzaron los problemas.

Dos bolivianos, amigos de Germán Gundián, se sumaron al viaje, fuera de lo planificado inicialmente. Hubo malas caras, negativas, no entendían por qué, no se justificaba, pero accedieron y pronto se insertaron en el desierto. Sin embargo, un par de horas más tarde, cuenta Cornejo, cuando era su turno en el volante, Germán pidió que se detuvieran para poder orinar. Los bolivianos aprovecharon la ocasión y los amenazaron con armas de fuego. "El Cangri", que estaba de copiloto, huyó aterrado. Él también debió escapar, sin poder retirar sus pertenencias. Los bolivianos les robaron el auto y los dejaron en medio de la nada.

Caminaron, caminaron, sufrieron por el frío y nuevamente caminaron. Hasta que Germán no pudo más y se sentó: sin él no podían llegar, era el único que sabía el camino, así lo entendió "el Cangri", que se quedó a su lado, pero Cornejo decidió seguir y, tras horas de subir y bajar cerros, encontró ayuda en dos bolivianos. No supo más, en ese momento, de sus dos compañeros.

—El día miércoles 20 de febrero, a eso de las 12 horas, recibí una llamada por Facebook de un sujeto al cual solo ubicaba de vista, su nombre es Gonzalo Alonso Paredes, apodado "Z" —relató ante la policía Maykel Vera, amigo que vivía con "el Cangri" en Antofagasta. Explicó que ese tipo le escribió unos mensajes diciéndole que le contestara urgente, que "el Cangri" no aparecía y que ya debía haberlo hecho.

Maykel le avisó a su primo, Rodrigo Vera, empresario también muy cercano de Sebastián Leiva. Le dijo que, al parecer, habían asaltado a su amigo en la frontera de Chile y Bolivia, que había sido un tal "Lulo", un boliviano. Rodrigo intentó en reiteradas ocasiones contactarse con el sospechoso, hasta que finalmente le respondió por WhatsApp: dijo que Germán le debía dinero, así que decidió dejarlo botado en Bolivia. Que lo sentía por los otros jóvenes que lo acompañaban.

Rodrigo Vera prendió las alarmas y decidió ir hasta Bolivia en busca de su amigo. Allá, logró contactar a un policía que decía conocer el sector y le ofreció ayuda a cambio de 1.600 dólares -dos camionetas y cuatro guías-. Tras varias horas de búsqueda, cuando se percataron de las huellas que dejó un vehículo, vieron a unos cuantos metros un bulto rosado, que resultó ser Germán. Dos kilómetros más allá había otro bulto junto a unas rocas: era "el Cangri".

Las huellas de Sebastián

Unas interceptaciones telefónicas realizadas en el marco de una causa penal por narcotráfico en la Región del Biobío, mientras aún no había rastros del "Cangri", se transformaron en la pieza clave para vincular los negocios de Leiva y Gundián con actividades que iban más allá de la venta ilegal de autos en Bolivia. Fue allí, durante las escuchas a una organización dedicada al tráfico de drogas, que uno de los focos investigativos mencionó la desaparición de un amigo suyo en el norte del país.

La información llegó hasta el fiscal de Maipú, Tufit Bufadel, quien, junto a un equipo de la Brigada de Homicidios, indaga todos los elementos que permitan reconstruir los días previos a la muerte del "Cangri" y Germán Gundián en territorio boliviano. Si bien la Fiscalía General del país altiplánico es la que lleva adelante la investigación por un eventual homicidio del popular chico reality -tras haber sido abandonado junto a su amigo en medio del desierto-, el Ministerio Público Nacional ha prestado toda la colaboración para establecer cuáles delitos rodearon el trágico final.

El comienzo de 2018 no fue fácil para "el Cangri": tuvo que enfrentar por única vez a la justicia. En medio de un control policial, mientras se dirigía a Maipú a bordo de un auto de marca Jaguar, el joven intentó sobornar con $ 50 mil a los carabineros que le pidieron su licencia de conducir y los documentos del vehículo. Los carabineros de turno, sin embargo, rechazaron su oferta: Leiva fue detenido y formalizado por cohecho. Esta causa, la única que figura en el sistema, era precisamente la que le prohibía abandonar el país. Pero "el Cangri" igualmente escapó.

Los antecedentes de la investigación revelan que no era la primera vez que lo hacía. Leiva, cada vez que viajaba al norte, se quedaba a alojar en la casa de Vera, en Antofagasta, y en su entorno y amistades ubicaban perfectamente a Gundián. De hecho, uno de sus amigos sostuvo ante la policía que el hombre de 44 años le daba "mala espina", que era una mala junta de Sebastián y que, de hecho, se la pasaba jactándose de sus negocios y, también, de haber estado hasta hace poco en la cárcel.

El contacto que tenían en Bolivia es un sujeto apodado "el Gordo", que reside en la localidad de Uyuni, reconocido narcotraficante de la zona. Él era quien iba a comprar el auto y, según lo que busca confirmar la fiscalía boliviana, el pago pactado no sería en dinero, sino con droga. El caso del "Cangri" abrió dos investigaciones penales, tanto en Chile como en Bolivia, que amenazan con desbaratar un negocio mayor, que desde hace años funciona en la zona. El "perdonazo" que hace algunos años hizo el gobierno de Evo Morales a automóviles que no tenían papeles legales en ese país hizo que el traspaso de autos robados aumentara, según ha establecido la policía.

Los investigadores dan poco valor al testimonio de Sebastián Cornejo, quien se erige como "el sobreviviente" del asalto que habrían sufrido el día que fueron abandonados en el desierto. Según su relato, los bolivianos los bajaron del vehículo acusando cuentas pendientes de Gundián con ellos. Sin embargo, la PDI realiza intensas diligencias para establecer por qué el sujeto apareció, el 20 de febrero, con su vestimenta prácticamente intacta en el paso fronterizo Hito Cajón, en San Pedro de Atacama. No se explican cómo es posible, porque Cornejo asegura haber sufrido las mismas dificultades que sus compañeros. Además, pese a permanecer varias horas junto a la PDI y Carabineros, para luego ser trasladado a Talcahuano -por una orden de detención pendiente- nunca informó de la situación que atravesaban sus acompañantes. La indagatoria boliviana ha instalado la sospecha de que el abandono de Gundián en el desierto, al que se sumó Leiva para no dejar a su amigo, fue planificado, y lo que sucedió fue que, en ese minuto, se traspasó a Cornejo el mando de los contactos y las actividades ilícitas que se realizaban en la frontera chileno-boliviana.

Desde la muerte de Leiva, la investigación se ha enfocado en establecer el origen de sus propiedades y los negocios que tienen sus amigos. Los resultados, como en el caso de Vera, dueño de una firma de limpieza e instalación de máquinas de café, apuntan a conexiones directas con actividades en Antofagasta. Se investiga, también, si el negocio virtual -ya que no tenía domicilio ni iniciación económica- de compra y venta de vehículos que tenía "el Cangri" pudo ser la fachada de otras actividades ilícitas.

Los investigadores, además, han planteado la duda respecto de cómo Nicolás Leiva, hermano del "Cangri", y su amigo Rodrigo Vera lograron de forma tan rápida, y casi de manera fortuita, llegar hasta el lugar en que fueron abandonados.

Las cámaras no se apagarán tan pronto como su carrera, como su vida: aún hay una trama detrás de lo que dejó el exchico reality.

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