En Noviembre de 2008, Albin Trotter Schifko, fundador de la compañía del mismo nombre, decidió reestructurar la propiedad de la firma. A sus 91 años quería preparar a las nuevas generaciones. Sus hijos Albin y Klaus tendrían el 57% de las acciones, mientras que Erika y Gerda pasarían de un 16% a un 43%.

Cuando las mujeres del clan quisieron inscribir los títulos prometidos, en abril de 2009, se encontraron con una desagradable sorpresa: Trotter Schifko había cambiado de opinión. La sociedad se dividiría en dos -una inmobiliaria y otra comercial- y el control de cada una quedaría en manos de los hombres del grupo. Las hermanas no lo pensaron dos veces: demandarían al padre y a su madre, Berta Cruz, dueños de las acciones que les cederían.

Así se lo hicieron ver al directorio el 28 de abril de 2009 a través de una carta. No estaban de acuerdo en cómo sus hermanos administraban la compañía ni en cómo "manipulaban" (según dice la carta) al padre. Tras varios intentos de acuerdo en la casa paterna en el barrio Los Dominicos, acudieron a la oficina de abogados Easton y Compañía, los mismos que zanjaron la disputa hereditaria entre la sucesión de Gerardo Rocha y Verónica Espinoza. Hoy el caso se aloja en el 21 Juzgado de Santiago, a la espera del inicio formal de la demanda, lo que sucedería en marzo.

Según cercanos a las hermanas, se intentó dialogar. En la contraparte, por estos días representada por Elton y Compañía, dicen lo opuesto. La madre les habría ofrecido cederles todas sus propiedades con el fin de terminar la disputa. Las hijas no aceptaron  y en julio de 2010 ambos padres tuvieron que comparecer ante el tribunal para revisar la autenticidad de sus firmas en el formulario de traspaso de acciones prometido.

Si bien el patriarca se ha mantenido al margen, sí ha hecho saber que no dará su brazo a torcer. Mantendrá el control en manos de sus hijos (hoy con 67% de las acciones en cada sociedad), y esperará ver qué sucede con la demanda iniciada por sus hijas.