
Día Mundial de la Lucha contra la Sequía y la Desertificación: expertos advierten que el cambio climático traerá años cada vez más secos para el país
Un temporal durante la madrugada del lunes 16 de junio dejó calles inundadas, suspensión de clases y temperaturas heladas en varias regiones del país. Aunque para muchos, como cualquier día de lluvia, supone un inicio de una jornada agitada, para el mundo ambiental las altas precipitaciones representan un pequeño respiro frente a la larga crisis de sequía que atraviesa Chile. ¿Es suficiente?

Cada 17 de junio se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía, una fecha impulsada por Naciones Unidas para visibilizar una de las crisis ambientales más preocupantes del planeta. Según advierte el organismo internacional, el cambio climático ha intensificado la frecuencia, extensión y duración de las sequías en diversas regiones del mundo.
Según la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD), el 70 % de la tierra libre de hielo ya ha sido alterada por la acción humana, y de continuar este ritmo, en 2050 esa huella se habrá extendido al 90 %. Más de 3.200 millones de personas viven hoy en territorios degradados, y se estima que cada año unas 24,5 millones deben abandonar sus hogares por razones ligadas a la degradación ambiental.
La abundancia de lluvias en este inicio de invierno ha traído alivio, pero no una solución estructural. Así lo advierte Paula Santibáñez, directora del Observatorio Climático de la Universidad San Sebastián (USS). “Las lluvias de este inicio de invierno representan un alivio parcial, pero no resuelven estructuralmente el problema”, indicó. Si bien destaca que regiones como la Metropolitana, O’Higgins y Maule presentan acumulaciones normales o levemente sobre lo normal, advierte que “la Región de Coquimbo mantiene un déficit más pronunciado, cercano al 50 %, lo que indica que la recuperación en el norte chico aún es limitada”.
El climatólogo e investigador de la Universidad de Santiago, Raúl Cordero, coincide en que si bien este invierno podría ser típico, el panorama estructural es más adverso. “Aunque los últimos dos años hemos tenido un alivio a la larga e intensa sequía que afectó la zona central de Chile, hay que tener presente que el cambio climático significa para Chile menos precipitaciones“. De este modo, advierte que ”hacia adelante es más probable que se presenten frecuentemente más años secos, que años lluviosos”.
Cordero agrega que, hasta ahora, las lluvias de junio “han sido mayoritariamente positivas” al contribuir a superar déficits sin causar grandes inconvenientes, pero advierte que esto no debe leerse como un cambio estructural en la tendencia climática, mucho menos en cuanto a la crisis hídrica del país.
Sequía estructural y desertificación en Chile
Según los expertos, Chile arrastra una sequía estructural de más de una década, marcada por escasez de lluvias, aumento de temperaturas y sobreexplotación de recursos hídricos. Para Santibáñez, los factores humanos agravan este cuadro. “La expansión de monocultivos, la sobreexplotación de acuíferos, la pérdida de cobertura vegetal y una débil planificación territorial agravan la situación y dificultan una respuesta sostenible”, señala.
Cordero, por su parte, apunta que hablar de desertificación requiere diferentes factores. “Yo no hablaría de desertificación, sino solamente de una tendencia a la caída de precipitaciones. La desertificación depende no solo de las lluvias, sino también de una degradación en el suelo, lo que es más difícil de atribuir solamente al calentamiento global”.
Ambos climatólogos coinciden, sin embargo, en que abordar esta crisis requiere infraestructura, conservación y gobernanza. Santibáñez propone, por ejemplo, fortalecer “la protección del bosque nativo” y avanzar en “infraestructura de almacenamiento a escala local, como microembalses, que permitan capturar y gestionar mejor los excedentes de lluvia o deshielo”.
El rol del sector privado
Ahora bien, la lucha contra la sequía no solo debe quedar en manos del Estado. Las empresas también tienen una tarea importante. “El sector privado tiene un rol clave en la adaptación al cambio climático y debe avanzar decididamente hacia una gestión más eficiente y responsable del agua”, sostiene Santibáñez. Entre las acciones prioritarias, menciona la inversión en el riego tecnificado, reuso de aguas tratadas, protección de ecosistemas y transparencia en el uso hídrico.
Del mismo modo, Cordero asegura que “la adaptación al cambio climático depende del contexto. Eso significa que las medidas adoptadas dependen del sector productivo. Lo relevante es tener claro que el cambio climático significa para Chile caída en precipitaciones y en cobertura nival”, explica.
Finalmente, Santibáñez concluye que “enfrentar la desertificación requiere combinar conservación ecológica con innovación en infraestructura y una gestión integrada de cuencas que priorice la resiliencia del territorio frente al cambio climático”.
COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
1.
2.
4.