Susan Orlean: “Todos vamos a estar traumatizados”

NEW YORK - APRIL 26: Journalist Susan Orlean attends the Panel & Tribeca Talks: "Pen To Paper" during the 2010 Tribeca Film Festival at Barnes & Noble Tribeca on April 26, 2010 in New York City. Michael Loccisano/Getty Images for Tribeca Film Festival/AFP

Una de las escritoras de no ficción más exitosas de Estados Unidos, la autora de 'El ladrón de orquídeas', reflexiona sobre la vida pospandemia y el nuevo estallido del conflicto racial en su país. Sobre el rol del arte y aquello “no importante”, comenta: “No creo que todo tenga que tratar sobre el coronavirus ni que tenga que ser sombrío y deprimente. Creo que es un error mirar el arte como si tuviese que servir sólo para ese propósito”.


Su agudeza para encontrar historias originales que fueran capaces de mostrar parte de la gran historia norteamericana, le ha dado a Susan Orlean un sitial muy destacado en la escena de la no ficción de su país, y del mundo. Periodista de las mejores revistas y, desde 1982 en The New Yorker, fue su perfil de un ladrón de orquídeas en Florida el que la lanzó a un estrellato amplio y que ha permanecido en el tiempo. Primero fue un reportaje, luego un libro (en español publicado por Anagrama), y más tarde una extraña y maravillosa cinta, Adaptation, escrita por Charlie Kaufman y dirigida por Spike Jonze, en que Susan fue interpretada nada menos que por Meryl Streep.  Se estrenó en 2002 y ganó tres Oscar de la Academia.

Orlean ha publicado varios libros más, acerca de personajes excéntricos, animales humanizados, seres apasionados en extrañas búsquedas. El último de ellos, La biblioteca en llamas, explora la historia del incendio devastador en la mayor biblioteca pública de Los Ángeles para contar su vínculo con las bibliotecas y su sentido más profundo para la humanidad.

Nacida en Cleveland, neoyorquina por adopción, los últimos años ha vivido en Los Ángeles junto a su marido e hijo. Desde allí, escribiendo y reporteando, ha mirado, pensado la crisis pandémica y, ahora, racial de su país. Vía Zoom, con un ineludiblemente protagónico sol californiano a sus espaldas, contesta a La Tercera.

¿Qué piensa de esta gravísima crisis social y racial? ¿Cómo es la situación en Los Ángeles?

Entiendo la necesidad de protestar, porque el asesinato de George Floyd y los repetidos actos de violencia policial contra los afroamericanos tienen que parar. Entiendo la ira y la frustración que sienten las personas; yo también lo siento. La destrucción y el caos parecen desconectados de las protestas legítimas, lo cual es muy preocupante. Realmente no puedo decir cuál es la situación en Los Ángeles, ya que sólo he estado en casa. Pero la gente está preocupada, molesta, consternada.

Entiendo la necesidad de protestar, porque el asesinato de George Floyd y los repetidos actos de violencia policial contra los afroamericanos tienen que parar.

¿Qué le parece la respuesta del presidente Trump?

Es exactamente lo que esperarías de él: narcisista, provocativo, inútil, imprudente, sin ningún sentido de humanidad o liderazgo.

¿Cuáles son sus mayores miedos ante esto?

No estoy segura: este año ha sido devastador en muchos sentidos. Me preocupa el hecho de que pasará mucho tiempo antes de que ninguno de nosotros se sienta seguro o contento nuevamente.

¿Cómo está viviendo la pandemia y la cuarentena en términos periodísticos?

Creo que los escritores tenemos un poco de ventaja porque podemos hacer gran parte de nuestro trabajo desde la casa. Yo he estado trabajando desde la casa por décadas, así que mi vida cotidiana no ha cambiado tanto. Pero también estoy acostumbrada a la experiencia de estar afuera en el mundo, especialmente para poder escribir. Y, de hecho, estoy trabajando en una historia para The New Yorker y es el primer artículo que creo haber escrito específicamente por medio de llamadas y de estar en el computador. Y el hecho de que haya podido hacerlo, me hace sentir de alguna manera entusiasmada, pero habría una tremenda pérdida si tuviera que hacer todo mi trabajo sentada en mi oficina. 

¿Cuál es la pérdida más importante?

El trabajo de los periodistas y escritores, como suelo decirle a la gente, es ser los ojos del lector y estar afuera viendo y experimentando cosas y percibiendo elementos que el lector no tiene la oportunidad de ver. Así que es extraño no tener ese aspecto de mi trabajo. Por ejemplo, había una historia que quería hacer para la cual tenía que salir y estar en persona, pero The New Yorker no está aprobando historias donde tengamos que salir, así que no la hice. Y es una historia que me pareció bastante importante, pero ya sabes, no era seguro salir y estar en una multitud. 

El trabajo de los periodistas y escritores, como suelo decirle a la gente, es ser los ojos del lector y estar afuera viendo y experimentando cosas y percibiendo elementos que el lector no tiene la oportunidad de ver. Así que es extraño no tener ese aspecto de mi trabajo.

La esencia de Nueva York

Antes de Los Ángeles usted vivió en Nueva York por varios años. Y cuando hablamos de ella hablamos en cierto modo de un paradigma de las grandes ciudades. ¿Cómo fue verla convertida en epicentro de la pandemia?

Todo lo que hace que Nueva York sea lo que es, lamentablemente, la hace extremadamente vulnerable a un virus como este. Todo lo que Nueva York representa es el espacio público compartido. Se trata de estar juntos en el Metro, se trata de sentarse en un teatro de Broadway, se trata de caminar por calles muy concurridas. Estar en restaurantes llenos de gente, museos con grandes multitudes. Incluso estar en la naturaleza: en Central Park, en Riverside Park, con mucha gente alrededor tuyo. Hay momentos en los cuales eso es exactamente lo que la hace tan desagradable, porque puede ser sofocante y agobiante. Pero también es lo que la hace ser este lugar tan dinámico, vibrante y emocionante. Eso es lo que rompe el corazón. Es la cualidad de  vitalidad de Nueva York la que la ha hecho vulnerable de nuevo. 

¿Cómo se ha vivido la pandemia en California, en cambio?

California es muy distinta, parte de la esencia de California y Los Ángeles es tener tu propio territorio: tienes tu auto, tienes tu casa, tu patio. Por supuesto que hay mucha gente que va a restaurantes y va al teatro, van a conciertos, pero la naturaleza de la vida aquí, la textura del estilo de vida en Los Ángeles, es muy individualista. Así que debo admitir que me alegro de estar en cuarentena en Los Ángeles y no en Nueva York, porque tengo espacio y privacidad, y esta sensación de estar más al aire libre en un momento en el cual estar muy cerca de otros es atemorizante.

¿Hacia dónde nos va a llevar esto? ¿Cómo va a ser la “nueva normalidad” en las grandes ciudades?

Eso es muy difícil incluso de imaginar. El verdadero carácter de Nueva York es vulnerable ahora. Su real naturaleza tiene hoy el potencial de ser cambiada para siempre. Creo que hay muchas personas que están reexaminando la idea de vivir así, en ese tipo de espacio... Me rehúso a creer que no volveremos a una época en la cual la gente va a poder salir a comer o ir a ver una obra de teatro; me niego a creer que eso no va a pasar, pero todos vamos a estar traumatizados, y vamos a tener un poco más de preocupación sobre eso. Cuando vives en Nueva York hay momentos en los que vas en el Metro y estás sujetándote del mismo pasamanos que alguien más y te están respirando en la cara y estornudan y piensas: “¡Ahh, no puedo creer que estoy viviendo así!”, Pero aceptas estas circunstancias ligeramente absurdas, porque la compensación que obtienes es valiosa. Me pregunto si vamos a seguir sintiendo que eso vale la pena, si en vez de pensar que no puedes esperar a llegar a la casa para lavarte las manos después de un viaje en Metro, vas a estar pensando: “podría llegar a enfermarme y morir”. Es una negociación distinta. 

NEW YORK - OCTOBER 02: The New Yorker writer Susan Orlean attends the 2010 New Yorker Festival at Le Poisson Rouge on October 2, 2010 in New York City. Joe Kohen/Getty Images for The New Yorker/AFP

¿Esto le ha generado un cambio en sus proyectos? ¿Ha tenido nuevas ideas o explorado nuevas formas de cubrir la pandemia?

La verdad es que no creo que todo tenga que tratar sobre el coronavirus ni que tenga que ser sombrío y deprimente. Creo que es un error mirar el arte como si tuviese que servir sólo para ese propósito. Pero creo que te hace, primero que todo, querer hacer las cosas que sientes que son más urgentes. Todos estamos en un estado mental de pensar en qué cosas tienen mayor significado. Y hay muchas cosas que pueden tener un significado, incluso si no son cosas realmente serias, entre comillas. Con esto quiero decir que no sólo la gente que escribe sobre ciencia tiene un motivo por el cual ser escuchada. Yo no estoy haciendo nada realmente distinto, pero estoy pensando más en lo que hago y estoy específicamente midiendo las cosas que realmente quiero hacer porque tienen cierto valor o significado. Estoy haciendo una historia para The New Yorker que de una manera muy indirecta está relacionada con el virus. Estoy escribiendo una adaptación para la televisión de mi último libro, que es algo muy divertido y siento que la gente está muy interesada en ver historias que hablen sobre comunidad y conexión, especialmente ahora.  

¿Cree que después de esta pandemia, o  cuando haya una vacuna, esta conexión y comunidad que ahora nos parece una necesidad, va a mantenerse? ¿O cree que todo va a volver a lo de antes?

Tengo que admitir que la naturaleza humana, siendo lo que es, me hace sospechar que gran parte de nuestra búsqueda de identidad, esto de “voy a ser una mejor persona y sólo voy a hacer cosas que tienen un significado”, se vaya a mantener. Creo que vamos a volver a la normalidad y de alguna manera creo que es algo positivo. Uno querrá volver a la normalidad, uno querría en algún punto simplemente disfrutar el momento. Ahora, si tenemos una vacuna, hay cosas que van a cambiar de manera permanente. El impacto económico es lo que va a cambiar a la gente y hará que sea más cuidadosa con respecto al dinero. Hará que mucha gente que ha sido más desorganizada o poco disciplinada con su dinero piense en hacer algunos recortes, en ver cosas innecesarias. 

¿Qué otros cambios cree que permanecerán?

Va a haber algunas cosas concretas que la gente va a cambiar. Algunas personas van a descubrir que les gusta trabajar desde casa. Y, cosas prácticas: es curioso, creo que dar un apretón de manos va a ser algo del pasado, quizás no vamos a seguir haciéndolo. Y en 20 años más vamos a pensar: “¿Por qué ya no nos saludamos con un apretón de manos?”. Quizás vamos a olvidar por qué pasó eso y luego vamos a recordar que fue por la pandemia. Así que creo que habrá cambios permanentes, pero que la naturaleza humana, siendo lo que es, va a volver a su vida cotidiana.

En 20 años más vamos a pensar: “¿Por qué ya no nos saludamos con un apretón de manos?”. Quizás vamos a olvidar por qué pasó eso y luego vamos a recordar que fue por la pandemia.

¿Qué pasará con su país? Con Donald Trump de presidente, una enorme polarización y en proceso de una nueva elección...

El otro día salí de paseo con mi marido, y sabíamos que no íbamos a encontrarnos con más gente, o que al menos era muy poco probable encontrarnos con más gente. Pero le dije que deberíamos usar mascarillas de todas las formas, porque si llegábamos a encontrarnos con alguien, queríamos enviar el mensaje de que nos tomamos esto de la pandemia en serio. En California tienes que usar mascarilla cuando estás en público, así enviando señales de que respetas esta decisión que está basada en la ciencia, respetando un bien mayor, sabiendo que es algo importante. Votas por la ciencia, en un sentido. Y creo que vamos a comenzar a ver, lamentablemente, una polarización que va a comenzar a popularizarse, donde la gente está tratando de abordar esto como un problema de libertad personal. Y nuevamente, creo que esta es la gran interrogante del carácter estadounidense, ¿ponemos la comunidad sobre la individualidad? ¿O hacemos lo opuesto? 

¿Y usted qué piensa de esa dicotomía?

Con respecto al egoísmo, pienso que existe esta actitud de “si yo quiero hacerme un tatuaje, voy a ir a hacerme un tatuaje y no me importa si me dices que esto va a esparcir la enfermedad”. Lamentablemente creo que nos estamos dirigiendo hacia un partisanismo aún más extremo, porque  Trump ha hecho cada esfuerzo por generar esto y lo culpo totalmente a él. De hecho (hace unos días) dijo que quería ver eventos deportivos muy grandes con grandes multitudes, y pensé: “Espera, estamos en medio de una pandemia mundial. ¿Eso es lo que te preocupa? ¿Que necesitamos grandes multitudes en eventos deportivos? Eso es lo último que vamos a sentirnos cómodos haciendo”. Así que sí lo culpo, lo culpo enormemente porque está gatillando que esto se convierta en un tema de libertad personal, en vez de hacer lo opuesto, que sería decirle a la gente que estamos todos juntos en esto y que esto nos afecta a todos, a tu país entero y al planeta entero. Y eso no es lo que está haciendo, él desata los impulsos más egoístas, lo  peor del carácter estadounidense, donde lo único que importa es que yo pueda tener mi libertad personal.

Pero es posible que sea reelegido…

Creo que es muy pronto para saberlo y tengo la esperanza de que eso no ocurra. Realmente tengo esperanzas de que no salga reelegido, pero él apela a los impulsos más bajos dentro de mucha gente. Y si puedes proyectar esto como lo estás votando por tu libertad personal versus tener a alguien que te diga qué hacer, van a tener muchas personas para las que es lo único importante. Que se traduce en “no quiero tener que usar mascarilla”, “no quiero tener que evitar salir a un bar”... es por lo mismo que salió elegido en primer lugar. Pero si llega a ser reelegido, ni siquiera lo digas, no puedo ni imaginarlo, es demasiado horroroso. 

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.