¡Ya no soporto a la polola de mi señora! (segunda parte)

La semana pasada Pablo llegó a la consulta aquejado de una crisis matrimonial de la que no puede hablar, pues Pilar, su señora, no se separa de Emily, una colega de trabajo. ¿Será Emily, tal como afirma este cliente ficticio, polola de su señora?
Independiente de la respuesta a la pregunta anterior, Pablo está en shock, pues siguiendo la línea de pensamiento del psicoanalista Luciano Lutereau, “nuestra época es aún parejocentrista, es decir, ubica a la relación amorosa estable y con compromiso emocional (más o menos excluyentes) en la serie terminal de los vínculos”.
En palabras de Pablo, “no tengo con quien más hablar de esta cagada” y es por esta razón que decide -pese a todos sus prejuicios- pedir ayuda, pues guardar este secreto lo está volviendo loco.
Vamos con Pablo.
Hola Sebastián, no te imaginas lo bipolar que me he sentido después de hablar contigo la semana pasada. Salí feliz de tu consulta, me subí al auto, puse la música fuerte y manejé con entusiasmo y optimismo hacia mi casa. Me había sacado un peso de encima, pero nada más entrar a mi casa y ver a la Pili chateando en el teléfono, se me pasó la euforia. Como siempre, fingí que no me importaba. Saludé a los niños -que estaban viendo tele en la salita- y después serví un par de copas para sentarme con mi señora. Apenas me senté la Pili apagó su teléfono y lo hundió entre los cojines del sofá. Me agradeció la copa y me dijo que estaba viendo unos temas de pega con Emily. De ahí mi paranoia escaló a mil, pero la Pili nunca se separa de su teléfono.
¿Querías mirarlo?
Puta sí, pero no es nada tonta la Pili. Borra todas sus conversaciones con Emily, pero al mirar sus stickers caché que estaba lleno de corazones, estrellas y gatitos que nunca me han llegado. No me siento nada orgulloso de lo que estoy contando, sé que es patético que un cincuentón esté revisando el teléfono de su señora, pero lo estaba pasando mal.
¿Desde cuándo?
De tanto en tanto salgo a almorzar con mi hermana mayor. Ella también es abogada y coincide con la Pili en varias cosas de la pega… seminarios, encuentros, conversatorios… esas webadas pajeras a las que mando a mis minions porque me muero de lata. Sinceramente prefiero leer a darme la lata de escuchar a otros igual o más arrogantes que yo, pero de a poco la Tere me fue inoculando la idea de que era bastante particular la relación de mi señora con Emily (silencio). Al principio simplemente me comentaba que las había visto juntas. Después que yo debiera hacer acto de presencia en estos encuentros para pasar más tiempo con la Pili… hasta que un día me contó que se había encontrado con Ricardo, mi socio y mejor amigo y que este le había comentado que también las veía muy juntas...

¿Hablaste con Ricardo?
Sí y lo mandé a la chucha. Lo encaré. ¿Por qué hablai de estas webadas con mi hermana y no conmigo? Y me respondió que su señora, que es psicóloga, le había dicho que yo vivía en negación. ¿Qué mierda significa esto? ¿Por qué cresta hablai de mi con tu señora? (silencio). Acto seguido me dijo que estaba preocupado por mí, que pasaba demasiado rato en la pega, que ya casi no salía con mis socios, ni con los abogados del estudio o los clientes y que era evidente que algo me pasaba. Y si no quería verlo, él me ayudaba: tu problema se llama Emily (largo silencio). Sebastián, no pude defenderme. Es más, no pude levantarme de la silla, no pude mirar a Ricardo ni estirar la mano para despedirme. Me hundí ahí mismo y me quedé un par de horas mirando al vacío. Apenas desperté, le pregunté a chat GPT que era la negación. Puta, me indignó lo que leí, pero esa rabia me sirvió para levantarme e irme para la casa. En un estado de angustia máxima, aproveché que la Pili se estaba duchando para meterme a su compu, pues como te dije, nunca se separa de su teléfono. Ahí pude revisar su WhatsApp, su IG, Linkedin y Facebook y en todos lados pasaba lo mismo. Todas las conversaciones con Emily estaban borradas, pero no sus emojis y stickers… Esa noche no pegué ojo y desde entonces paso con facilidad de la depre a la paranoia.
¿Desde cuando sospechas de tu señora?
La sesión pasada te conté que cuando se fue de mi estudio a trabajar a una transnacional me bajaron todas las inseguridades y que en gran parte le pedí matrimonio e hijos para retenerla. Mira, cuando la Pili llegó al estudio era la típica pendejita PUC, de colegio de monja y familia numerosa, pero literalmente se le fueron soltando las trenzas en nuestra relación. De soltera la tenían bien controlada mis suegros y cuñados, pero ya acá le empezó a interesar el lado oscuro y supongo que por eso aceptó casarse con un cuarentón hiper carreteado. Te juro que pensé, como diría mi abuela, que me había encontrado a una virgen amarrada a un trapito. Y ojo, lo era, pero cada vez le gustaba más su nueva pega y cada vez salía más con sus compañeros de trabajo. De hecho, la gran crisis matrimonial explotó cuando quedó embarazada de Ignacio, nuestro tercer hijo, pues estaba chata de mí, de los niños y de la casa. ¡Quería salir todo el rato! Ahí fuimos a terapia de pareja y como te conté, acepté todo con tal de no perder a la Pili. Empecé a hacer los turnos de los niños y a trabajar desde la casa buena parte de la semana para estar más disponible para mis niños. Y mientras esto pasaba, la Pili salía más y estaba más contenta. Y estúpidamente, pensé que habíamos sorteado la crisis… (largo silencio).
¿Qué pasó?
Supongo que la negación viene de hace mucho tiempo, pues ni siquiera cuando la Emily se vino a vivir con nosotros quise verlo…
¿Vivió con ustedes?
Casi toda la pandemia. Fue una época caótica. Estábamos con guagua recién nacida y niños de dos y cuatro años. Nuestra nana se fue para el sur y trabajar en estas condiciones estaba siendo un infierno. En este contexto la Pili me habló de Emily por primera vez, una compañera de trabajo inglesa que había quedado varada en un depa en Bellavista. Se estaba volviendo loca encerrada sin ver a nadie. Y bueno, llegó a la casa y nuestra vida cambió. Cambió para mejor, pues los niños y la Pili se entretenían con ella. Era super deportista y empezó a armar rutinas de entrenamiento en el jardín de la casa… yoga en las tardes y en la noche cocinaba con los niños. Gracias a ella me pude enfocar en la pega. De hecho, fue la Emily la que ayudaba más con el colegio on line de los niños. Los ayudaba con las tareas, con el inglés… y de repente veía a mis hijos y a la Pili hablando con los papás de ella por zoom. Ya he perdido la noción de cuanto tiempo estuvimos así, pero cuando se acabó la pandemia y Emily se fue de vuelta a Inglaterra fue una crisis familiar total. Sí, la nana volvió, los niños empezaron a ir al colegio y la Pili a la oficina, pero había un vacío enorme en la casa. Fue una temporada durísima, pero cuando Emily contó que volvía a Chile, nunca me detuve a pensar ni a sospechar nada, pues me parecía que era la salvación familiar. Ahora que lo hablo contigo, ni siquiera reparé en que Emily volvió a nuestra casa sin trabajo. De hecho, por meses, su única ocupación era estar en casa con los niños y salir con la Pili. Insisto, tengo una nebulosa de ese período, pero varios meses después encontró pega y en varios meses más se fue a un depa muy cerca de nosotros.

Se instaló en Chile…
Y se naturalizó la vida entre nuestra casa y su depa. Ella pasaba acá, pero la Pili muchas veces partía con los niños para allá y no era raro que saliera sola en la noche. ¡Y yo estaba de lo más tranquilo ahora que la Pili salía menos con la gente de la pega!
Te resultaba cómodo…
Puta sí, demasiado cómodo y reconozco que me achanché con este estilo de vida en el que cada vez salía menos de la casa y la Pili y los niños estaban siempre cerca. No lo vi venir hasta que hablé con mi hermana y con Ricardo, pero tampoco lo quise ver ahí. Tuve que ver su teléfono y un libro que llevaba a todas partes para convencerme que algo extraño estaba pasando.
¿Qué libro?
La Pili nunca fue una gran lectora, solo lee cosas de derecho, pero Emily y yo somos lectores. Por esta razón me llamó la atención un libro verde que aparecía en su cartera. Estaba en inglés, cosa aún más rara, pues nunca la había visto leer novelas y menos en otro idioma. Así, como el English no es lo mío, me compré el libro en español para entender los subrayados del Flaubert’s Parrot. Como si mi vida dependiera de ello, me fui de hacha al Loro de Flaubert para encontrar los párrafos marcados. ¿Te puedo leer el que más me impactó? Traje el libro.
Dale…
“La vida secreta de Ellen quedó suspendida cuando llegaron los niños, y se reanudó en cuanto empezaron a ir a la escuela. A veces, algún amigo circunstancial me llevaba a un lado. ¿Por qué creen que uno quiere enterarse, por qué creen que no estás enterado aún, por qué no comprenden la implacable curiosidad del amor? ¿Y por qué nunca quieren contarte esos amigos circunstanciales nada que tenga que ver con el aspecto más importante de la cuestión: el hecho de que ya no te aman?”
Sebastián, ese párrafo de Julian Barnes fue como una patada en el pecho. En secreto, me leí la novela, consciente de que si no existiera Emily, sería una de esas novelas que me gustan y de que la Pili jamás se hubiera leído la nostálgica travesía de un viudo que busca consuelo en la obra de Flaubert. ¡Si ni Madame Bovary se leyó! En fin, quedé devastado con las dos preguntas que te leí y ya no sé si pueda más…
Continuará…
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