La tienda de películas que ha sobrevivido a la era del streaming

Cristián Briones, dueño de la tienda Fílmico. Fotos: Sergio López Isla.

Fílmico nació en 2005 y años después llegó a su apogeo en la venta de DVD. Pero el sendero se volvió pedregoso con la llegada de nuevos formatos, nuevos competidores y también de los servicios de streaming. Una ruta de aciertos y errores que mantiene intacto el oasis de los cinéfilos, en el Paseo Las Palmas.


Es la mañana de un martes en el Paseo Las Palmas y, aunque es verano, el flujo de gente empieza tímidamente a crecer. Mientras algunos pasan raudos entre las escaleras mecánicas que dan hacia avenida Providencia y el Metro Los Leones, otros se mueven a paso tranquilo, vitrinean con calma en las tiendas de figuras de acción, de videojuegos y también en las de películas. La cantidad de cajas de Blu-ray en la vitrina luciendo películas de culto y otros estrenos son un atractivo suficiente para pegarse al vidrio y ojear las decenas de títulos que repletan los estantes.

Ahí está Fílmico, una tienda de películas en formato físico que vive desde 2005 y que se ha mantenido firme ante todos los cambios de la industria, incluida la masiva llegada de servicios de streaming. Ahí está también Cristián Briones (45), el fundador del “almacén”, como le gusta llamar entre bromas a la tienda, y quien también realiza constantemente críticas de cine en medios de comunicación.

Pero, como si se tratase de una serie de televisión como las que Briones tiene en los mostradores, pasaron muchos capítulos y temporadas para llegar al sitial de estabilidad en el que está. Porque, aunque reconoce que es raro que una tienda especializada sobreviva a tantas mutaciones del negocio en el que está inmerso, tiene más o menos claras las razones que lo tienen hoy vivo entre medio de tanta oferta digital.

Cristián Briones llegó a Santiago a los 16 años desde Ercilla, región de la Araucanía, donde asegura que una tarde de cine era un panorama único. Desde ahí que consumía muchas películas, algo que creció más cuando llegó a la capital. En 2001 empezó en el rubro de la venta de DVD, aunque sin éxito, porque los cambios en el sistema de transporte y del valor del dólar afectaron en las ventas. Un año después, armó su primera tienda especializada, donde vendía películas con comisión de ventas, lo que le permitió a fines de 2004 poder independizarse por completo.

“Algunos proveedores tuvieron la confianza y me dijeron ‘tienes que instalarte. Tú sabes lo que tienes que hacer, aquí está el capital para que lo hagas’. Ya en 2005 abrí Fílmico, siempre en este mismo lugar, y era vender solo DVD. Tuve tres locales más, otro al fondo donde trabajé, pero Fílmico siempre fue aquí mismo”, recuerda Briones entremedio de centenares de discos de Blu-ray y cajas para coleccionistas.

Así partió, con préstamos de efectivo y de mercaderías. “Mucho dinero en contra”. Eso sí, tenía un as bajo la manga: antes había partido con la disquería Sonar y cuando vendió su parte, el dinero le sirvió para cubrir sus costos personales. Entonces, todo lo que generaba la tienda se quedaba en ella, hasta que saneó sus deudas en poco más de 18 meses. “Entiendo que no es el panorama de casi nadie, pero la clave es que, al meterse en un emprendimiento o negocio, no se transforme en tu alimento de inmediato; que tus ahorros sean para costear tus gastos y lo del negocio sirva para hacerlo crecer”, recomienda.

Fílmico nació para vender DVD y tuvo su primer apogeo en 2008: la crisis financiera en Estados Unidos provocó la caída del dólar y de la mano de eso permitió que se pudieran comprar muchos más productos. Para Cristián Briones, escuchar lo que querían los clientes fue clave para ubicarse en la cresta de la ola. “MGM sacaba colecciones donde ponía un logo arriba de ellos (MGM World Films) y nosotros las trajimos todas, las conociéramos o no, sólo porque estaba el logo. Después veíamos de qué se trataban, las investigabas y todo. Fox hizo lo propio con otra colección e hicimos lo mismo”, narra.

La clave fue ampliar el catálogo y llegar a mucha más gente interesada en hacerse de un objeto para guardar y coleccionar, algo que no se podía hacer siempre en el retail. Era un riesgo, dice Briones, pero había que asumirlo. “No hay que vender solo lo que a uno le gusta o cree que puede vender, hay que arriesgarse y tratar de entender lo que le interesa a la gente. No porque te guste es un hobbie; sigue siendo un trabajo”, acota.

Briones hizo un movimiento clave en ese auge, tomó todos sus ahorros, hasta el último peso que tenía, y los ocupó para comprar el local. “Fue algo traumático, pero fue lo mejor. La deuda puede hacerse larga, pero incluso si algún día te vas, lo puedes arrendar”, dice.

La primera batalla

Pero en ese apogeo también llegó la primera tormenta. Las tiendas del retail vieron el crecimiento de ese mercado y arremetieron con fuerza. Según explica Briones, ellos podían hacer grandes compras a los proveedores, lo que terminaba abaratando los precios para los clientes. Así, los negocios pequeños fueron quedando relegados e incluso muchos no tuvieron la capacidad financiera para resistir en ese escenario.

Pero, está dicho, Fílmico apostó por tener más variedad que cantidad y a la larga fue un factor para sobrevivir. Eso duró unos tres años, hasta que finalmente el público que se había acercado para comprar estrenos y películas más conocidas se esfumó. Y ahí una razón por la que la tienda del paseo Las Palmas seguía en pie: su público seguía estando, aquellas personas mayores de 50 años que buscaban películas de la infancia y podían pagar por el disco, o seguidores de directores o actores que buscaban toda la filmografía y no podían encontrar cierta película o serie en otro lado, o, simplemente, amantes del cine.

Y también un factor humano. “Yo bromeo con que es un almacén, porque tiene un espíritu de almacén de barrio. Fuera de la pandemia, esta dinámica de la conversación acá en el mesón, el interés de la gente de hablar de cine, mucha que trae datos, recomendaciones, es muy rica. Esa cercanía e interacción ayudó a todo esto”, puntualiza Briones.

Los cambios de formatos

Desde más de una década, la tienda se dedica casi por completo a la venta de películas y series en formato Blu-ray y 4K, lo que significó reducir el catálogo, pero mejorar la calidad. Esa transición no fue sencilla, por cierto. Nada que ver con los videoclubs que arrendaban películas en ese formato o en VHS, y que no pudieron hacerle frente ni a la piratería –física y digital– ni a la llegada de los gigantes del streaming.

Pero el público que iba a Fílmico por un título no era el mismo que se fue a Netflix, porque ahora ya no buscaba más catálogo sino más calidad. La idea era coleccionar joyas del séptimo arte, más cuando irrumpía el 4K. Aun así, Briones los mira de reojo: “Mi mayor riesgo son los streamings, sí, pero no porque la gente los esté consumiendo, sino porque están haciendo que los estudios ‘madres’ dejen de editar productos en formato físico y estimular los digitales”.

Pero hubo otras maniobras que permitieron que el local 18 del Paseo Las Palmas, en Providencia 2209, se mantenga inamovible. Una de ellas, la digitalización.

“Me dijeron que me pasara a la web, que Fílmico tenía que existir en internet, que la gente tenía que poder mirar el catálogo. Eso fue hace seis años, más o menos”, detalla Cristián Briones. Había que ampliar el mesón. Algo que se acentuó tras el estallido social de 2019 y la pandemia en marzo de 2020. Y de la mano fueron llegando otras herramientas digitales, sobre todo para superar la barrera física que suponían esos hechos: lives de Instagram, que luego se mudaron a un canal de YouTube, y la creación poco a poco de un personaje en las redes sociales.

Así, creció la audiencia, la tienda y las ventas. En plena pandemia. No es tan irracional, el encierro llevó a mucha gente explorar gustos que no tenía tan desarrollados y muchos de ellos se fueron hacia el cine y las series. Comenzó a comprar mucha más gente de regiones, que tiene menos oferta, por ejemplo, y 2020 se transformó en el año donde más stock tuvieron disponible. Pasaron de trabajar dos personas, incluyendo a Briones, a tres, además de una persona externa que maneja las redes sociales, a excepción de Twitter, que es donde el dueño de Fílmico interactúa personalmente con los seguidores.

El asunto fue así: Cristián Briones viajó en marzo a México en búsqueda de tiendas para traer películas y a su regreso, se encontró con todo cerrado y tuvo que llevarse todo para la casa. Las ventas crecieron el 100% y el asegura que fue por tener pavimentado el camino digital. La página funcionaba a la perfección y tenía una audiencia que lo seguía.

Mirando hacia atrás, es un gran acierto en un historial que también tiene muchos fracasos. Nunca se perfeccionó en cómo administrar el negocio y cometió yerros que le costaron dinero. Cosas como manejar platas en distintas divisas, asuntos tributarios, de contabilidad y de inventario. Temas que hoy, gracias a nuevas tecnologías para las ventas, sobre todo online, se le han facilitado. “Si no lo maneja, delegue o pida ayuda”, subraya.

Y aún así, en un guion que ha tenido aciertos y errores, Fílmico sigue erguido. Lo reflejan las llamadas cada veinte minutos que hacen a Briones pararse de su asiento y hurguetear entre las estanterías, o los visitantes que sin preguntar entran y toman uno que otro disco que, por cierto, puede ir de un DVD de $3 mil pesos o un Blu-Ray de $12.900, a una caja de colección con una treintena de discos de toda la saga de El Señor de los Anillos y El Hobbit que cuesta $350 mil.

Discos más o discos menos, a Fílmico le quedan varias temporadas.

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