Shakira: corazón partío




Shakira se hizo rubia, aprendió inglés y de alguna manera la perdimos. Mutó en un híbrido de lo que los gringos estereotipan como idiosincracia al sur del Río Grande. Tocan el timbre y baila moviendo las caderas vistiendo ligera, siempre un poco acalorada, con pícara sonrisa. En los primeros años de su conquista global ese personaje funcionó de maravillas. La estrella colombiana podía tener la cabellera de Britney Spears pero aún mantenía una porción de control importante sobre su obra. Producía y componía con artistas que admiraba, lo hizo con Gustavo Cerati para Fijación oral vol. 1 y Oral fixation vol. 2, de 2005. El quiebre asomó desde She wolf (2009) con The Neptunes y Pharrell Williams, firmas que solo se comprometen en proyectos millonarios. Además de canciones Shakira empezó a vender perfumes y pasta dental. Convertida en una marca transnacional, más gente participa de la inversión de cada dólar en sus proyectos. Como contrapeso la cantante colombiana mantiene un lazo inalterable con los fans: su vida romántica es un diario con acceso público y los hombres son vitales.

Las primeras composiciones escritas en la infancia las dedicó a su padre. Varias del debut Magia (1991) eran para su novio Oscar Pardo. Luego Osvaldo Ríos, actor de teleseries 17 años mayor, tipo mujeriego y agresivo, fue protagonista en ¿Dónde están los ladrones? (1998). A partir de Laundry service (2001) vino la fase te-amo-Antonio-de-la-Rúa que culmina en Sale el sol (2010).

El Dorado mantiene esa tradición desde Me enamoré, el primer corte bailable sabrosón, que detalla cómo conoció a Gerard Piqué, el afamado futbolista, con quien tiene una diferencia de edad de 10 años, asunto que ella saca a colación -"pensé: 'este todavía es un niño'"-, para luego ahondar en su físico -"mira que cosa bonita, que boca más redondita, me gusta esa barbita"-, con un tono infantil insufrible y un marcado efecto cursi. La siguiente, Nada, encarna la vieja escuela de Shakira en los 90 -la canción rock de coro ganchero- convenientemente modernizada en su sonido. La letra es en plan los ricos también sufren: "No sirve de nada llegar aún más lejos, ni toda la fama, ni todo el dinero".

Ambos cortes representan las oscilaciones que marcan a El Dorado entre las piezas que rescatan el espíritu de sus trabajos antes de la internacionalización global, y las de música urbana, plagadas de relatos monotemáticos sobre actividad sexual propia del guión de una cinta softcore. En medio de una sobredosis de vocoder, Maluma participa en dos temas. En Trap, con siete firmas entre compositores y productores, hay joyas de lírica pornopop: "Dale una prueba, ponle Nutella, tú solo disfruta, que las horas vuelan". Y una curiosidad: la letra de Perro fiel junto a Nicky Jam se parece muchísimo al single de Thalía con Maluma Desde esa noche, prácticamente la misma historia de trasfondo erótico.

Es un álbum incómodo El Dorado, fracturado, es promedio cuando se vuelca hacia los ritmos urbanos donde la estrella de 40 años intenta seducir a un público con la mitad de su edad. Cuando retoma el control, las canciones recuperan frescura y regresan al área pop rock que siempre ha sido su veta más natural, la balada de contornos épicos.

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