Como casi todo en la vida, ni blanco ni negro. Lo más importante: En Chile hay garra y orgullo. Hay mucha gente que quiere ponerse en acción en lugar de quedarse entrampada en la queja y la crítica.
24 nov 2020 00:46 AM
Emprendedor y Panelista de Información Privilegiada de radio Duna
Como casi todo en la vida, ni blanco ni negro. Lo más importante: En Chile hay garra y orgullo. Hay mucha gente que quiere ponerse en acción en lugar de quedarse entrampada en la queja y la crítica.
Ojalá los constituyentes tengan una forma racional e informada de enfrentar los temas. No se trata, obviamente, de que las políticas para las Scale-ups estén en la Constitución. Pero sí de que se entienda la importancia de la estabilidad institucional y su transmisión, vía confianza e inversión, a la economía real y al empleo.
El Chile que vivimos se despide. Vive sus últimos días. Tiene que transformarse obligadamente. Cambiar su piel. Entrar a pabellón para volver a nacer. Nadie sabe si será parecido o muy distinto al país que nos hizo orgullosos.
El futuro de Chile no pasa por un indicador mágico ni por la genialidad de un planificador. Hay que reconocer en qué somos buenos y trabajarlo con orgullo. Y de ahí crecer.
Será una jugada maestra. Los políticos perderán sus jugosos APV, pero se harán de US$200.000 millones para prometer el cielo en la tierra: programas sociales y de salud, desarrollo industrial, regionalización y muchos empleos públicos. Todo muy bonito y administrado discrecionalmente por el más bestial aparataje de correligionarios, asesores, amigos, parientes y allegados, incluyendo directorios en las grandes empresas chilenas, que caen por añadidura.