SEÑOR DIRECTOR:

Ha habido un acuerdo entre el gobierno y la oposición para instalar un monumento en homenaje a Gabriela Mistral junto a la estatua del general Baquedano. Lo que sabemos se asemeja a un puzle cultural que por ahora parece una aglomeración. Lo que no es comprensible es que este acuerdo de las nupcias del soldado y la poetisa reclame su lugar descartando la preservación del plinto y calificándolo erradamente como símbolo de la violencia.

El plinto vacío de la antigua estatua de Baquedano ha sido el guardián solitario de los últimos días de la Plaza Italia.

Su estructura es lo que ha quedado de la destrucción; es lo que ha resistido a la violencia. Él es la demostración del sinsentido de la violencia. Es en razón de su carácter de ruina histórica y de su tenacidad, que el plinto autónomo, es la mejor posibilidad de una conciliación de los chilenos con sus historias. El plinto es la plataforma real y simbólica que está disponible para recibir las historias que se escriben cada día y a la que tienen derecho en especial los personajes menores. El plinto es un accesorio devenido protagonista por obra de esos azares que nos desafían a un entendimiento más moderno del arte.

El plinto es el monumento que la realidad nos ofrece y que abre lo posible, a lo está pendiente para acceder a futuros más pacíficos. Su masa, desocupada de significados prestablecidos es la única que tiene la envergadura para dar sentido a la reunión de Manuel y Gabriela. Se puede construir un nuevo pedestal para Baquedano y entonces sí, el plinto oficiará la vida y podremos hablar de unidad y de historia sin exclusiones ni cancelaciones.

Fernando Balcells