Cartas al Director

Ética, humanidades y tecnociencia

Ética, humanidades y tecnociencia REUTERS.

SEÑOR DIRECTOR:

En estos días se conmemoraron 80 años del bombardeo atómico sobre Hiroshima y Nagasaki. La muerte de 210.000 personas, y el sufrimiento posterior, nos muestran con crudeza el lado oscuro de la tecnociencia.

Tecnociencia que también ha traído importantes beneficios mostrándonos sus dos caras. Dualidad de la cual Benedicto XVI nos alertaba al decirnos que “si el progreso técnico no se corresponde con un progreso en la formación ética de los seres humanos ... no es un progreso sino una amenaza para la humanidad y para el mundo” (Spe Salvi, 2007).

El desarrollo de la IA nos enfrenta a las dos caras de la tecnociencia. ¿Qué hacer para evitar un nuevo desastre, que quizás es más silencioso e invisible, pero por lo mismo podría ser tanto o más peligroso?

Para avanzar se debe descartar la idea de que la ciencia es una actividad libre de valores y que la tecnología es neutral. Por el contrario, lo aprendido muestra que quienes trabajamos en ciencia e innovación tenemos responsabilidad sobre los efectos de lo que hacemos, al menos sobre las consecuencias razonablemente previsibles.

Por ello se requiere un desarrollo armónico entre tecnociencia, humanidades y ética. Para esto investigadores e innovadores deben tener una sólida formación en virtudes tecnomorales, y así los avances tecnológicos sean resultado del trabajo interdisciplinario. Para evitar que el progreso sea una amenaza debemos avanzar hacia una tecnociencia ética y con valores.

Juan Larraín C.

Instituto de Éticas Aplicadas

Facultad de Ciencias Biológicas, PUC

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