SEÑOR DIRECTOR:

Mientras la discusión pública prioriza en el centro iniciativas como la eutanasia, decenas de miles de personas en Chile siguen muriendo en lista de espera. Resuena que priorizar debates sobre cómo acortar una muerte para quien llega tarde al sistema, en vez de priorizar políticas que eviten que esas personas lleguen tarde, transmite un mensaje inquietante.

Son justamente los más vulnerables quienes terminan pagando este costo. Para muchas familias, la carga emocional y económica de acompañar a un ser querido que espera indefinidamente un tratamiento es devastadora. En ese contexto, la eutanasia puede convertirse menos en un acto de libertad y más en un gesto de renuncia forzada: una decisión de no seguir viviendo para no transformarse en una carga. La desigualdad, entonces, no solo se mide en acceso a salud, sino también en las condiciones en que se decide morir.

Discutamos la eutanasia cuando no haya ningún vecino que siga muriendo porque le fallamos en llegar a tiempo.

Renato Navarro

Urólogo