Política de cárceles

SEÑOR DIRECTOR:
No hay duda de que nuestro sistema penitenciario atraviesa una grave crisis, y que es positivo el consenso que existe en torno a la urgencia que merece en la agenda política.
Sin embargo, cualquier propuesta debe considerar la experiencia latinoamericana. Están los casos del Comando Vermelho y del Primeiro Comando da Capital en Brasil, así como el del Tren de Aragua, que operaba con total impunidad desde la cárcel de Tocorón, en Venezuela. Estas organizaciones las utilizan como centros de operaciones, rearticulación y entrenamiento, y en muchos casos son ellas —y no el Estado— quienes controlan lo que sucede dentro y fuera de sus muros.
En Chile no tenemos claridad sobre la identidad de muchos de los delincuentes extranjeros encarcelados ni sobre cuántos de ellos han estado expuestos a este tipo de regímenes, pudiendo reproducir esas dinámicas en el país. Todo indica que el contacto criminal entre los delincuentes chilenos y extranjeros puede convertir esto en una situación difícil de revertir.
No basta con solo construir más cárceles. Se requiere una mirada que incorpore esta experiencia regional, la que nos muestra que, cuando dichos recintos son cooptados por el crimen organizado, lo que ocurre en ellos se replica en las calles.
Guillermo Pérez Ciudad
Investigador IES
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