En su día nacional: las otras grandes obras de la literatura argentina (sin Borges ni Cortázar)

De izquierda a derecha: Susana Thénon, Roberto Arlt y Selva Almada.

Este 25 de mayo se celebran las fiestas patrias del país vecino, por lo que en Culto hemos querido dar un paseo por la literatura de aquel país con un listado de autoras y autores de diversas épocas y estilos, apelando a textos menos habituales en una las bibliografías más ricas del continente. Desde inicios del XX hasta nuestros días, pasando por novelas, cuentos, poesía, y crónica.


Macedonio Fernández - Museo de la Novela de la Eterna

Considerado uno de los fundadores de la novela trasandina, Jorge Luis Borges decía que pocos lo habían impresionado como él. Llevó la experimentación a tal punto que en 1925 comenzó a escribir una novela, y no la vio publicada. Salió a las vitrinas de manera póstuma, en 1967, cuando ya habían pasado 15 años después de su muerte. Se trata de Museo de la Novela de la Eterna, una obra tan experimental que cuenta con 50 prólogos antes de la historia que se cuenta. Escrita en un estilo no lineal, además cruza varias fronteras de géneros. “La fuerza subversiva, disolvente, del Museo de la Novela de la Eterna reside precisamente en la disolución de los fronteras entre ‘reinos heterogéneos’, en el traspaso de los límites que separan literatura y filosofía, novela y metafísica, poesía y ciencia, ficción y realidad, vigilia y ensueño, teoría y práctica, arte y religión, razón y fantasía”, dice el académico de la U. de Conce, Gilberto Triviños.

Alfonsina Storni - La inquietud del rosal

En Argentina, como en Chile, hay excelentes poetas. Una fue Alfonsina Storni, nacida en Suiza, de padres argentinos, criada allende Los Andes. De ella, se puede mencionar La inquietud del rosal. Escrito en Buenos Aires, adonde llegó desde Rosario. En 1916 apareció este poemario, en que de alguna manera resume sus inquietudes: de mujer que no se conforma con el lugar que le asigna la sociedad, que le pagaran menos que a los hombres por un mismo trabajo, y su condición de madre soltera. Storni, alternó tanto el verso libre como el poema en métrica. Por ejemplo, en el mismo poema que le da nombre al volumen trabaja la rima encadenada, en una estructura aa-bb-cc.

Alfonsina Storni.

Roberto Arlt - Aguafuertes porteñas

Si hubo un autor prolífico allende Los Andes, y que incursionó en distintos géneros, ese fue Roberto Arlt. En 1933, publicó un compilado de crónicas sobre la ciudad donde vivía, Buenos Aires, y todos los cambios que estaba experimentando. Estos fueron originalmente textos que escribía en su oficio como periodista. En Aguafuertes porteñas, despunta, en una pluma ágil, una mirada crítica y más bien pesimista del progreso, y no dudó en dejar consignada la marginalidad, la pobreza, el clasismo, la inmigración, y hasta se refiere al oficio del periodismo, donde según él, se necesitaba “una audacia a toda prueba y una incompetencia asombrosa. Eso le permite ocuparse de cualquier asunto, aunque no lo conozca ni por las tapas”.

Liliana Heker - El fin de la historia

Uno de los nombres cruciales entre las narradoras trasandinas es el de Liliana Heker. No solo por su vasta obra, que abarca cuentos, novelas y ensayos. En lo segundo encontramos su novela El fin de la historia, publicada en 1996, donde trató el tema de la memoria durante los años de la dictadura. “La propuesta de la novela es el constante cuestionamiento de cómo contar la historia de los horrores de la represión y de los abusos del poder de un gobierno sobre sus ciudadanos, cuando esto es parte de los relatos personales, familiares y generacionales; noticias de prensa y televisadas; de documentales, fotografías y videos; sucesos con elementos probatorios en archivos y bibliotecas; comisiones de la verdad, fichas, documentos y archivos policiacos; diarios; biografías, autobiografías, testimonios, entre otros”, señala María Elena D’ Alessandro en su artículo El fin de la historia de Liliana Heker: La dictadura como memoria en el Buenos Aires del presente. Heker -al estilo de Pía Barros en nuestro país- además, ha sido una formadora crucial de las nuevas escrituras trasandinas. En su taller literario, que continúa realizando hasta hoy, han pasado nombres como Samanta Schweblin, Inés Garland o Guillermo Martínez.

Liliana Heker.

Susana Thénon - Edad sin tregua

Se le suele citar como un contrapunto a Alejandra Pizarnik, dado que publicaron en una misma época y ambas participaron en la revista literaria Agua Viva. Pero lo cierto es que Susana Thénon fue una poeta que -por opción- se mantuvo fuera de todos los círculos literarios de su tiempo. Si no fuera por su amiga María Negroni, su obra hubiese pasado prácticamente inadvertida. Thénon era tan fuera de círculo, y consciente de ello, que cuesta clasificar su poesía dentro de un estilo, y sus libros hasta hoy son difíciles de conseguir. “La poesía thenoniana propone, grita y destruye las reglas impuestas por el discurso, va más allá de toda construcción e imposición social. Los procedimientos estilísticos utilizados por la poeta se escapan a todas las reglas formales de la lengua hasta alcanzar un lenguaje nuevo, que no cabe en las categorías lingüísticas”, señala Manuela Morrone, en un artículo llamado Susana Thénon, una voz fuera del cánon. Edad sin tregua, fue su libro debut, en 1958, donde liga una serie de poemas pensados desde la marginalidad.

Roberto Fontanarrosa - El área 18

No hay duda que el fútbol es una de las principales pasiones de los argentinos. Cómo no, si se piensa que han ganado dos copas del mundo, 14 copas América y sus clubes se han adjudicado los principales torneos continentales. Un autor que ha dejado plasmada esa pasión en las letras es Roberto Fontanarrosa. Un tipo que fue dibujante, cuentista, y también novelista. En este último registro se encuentra El área 18, una novela pelotera, cuyo título remite a la medida del área grande en el balompié, 18 yardas inglesas (16 metros).

Roberto Fontanarrosa.

Mariana Enriquez - Alguien camina sobre tu tumba

Más conocida por sus novelas (como la descomunal Nuestra parte de noche, ganadora del Premio Herralde de novela, en 2019), Mariana Enriquez, como periodista que es, ha desarrollado también una faceta de escritura de crónicas. En esta caso, un libro donde reunió visitas a un lugar tan poco turístico como atractivo: los cementerios. Más de una decena están narrados bajo sus pasos, pasando por ciudades como Frankfurt, Nueva Orleans, Genova o la Patagonia argentina. Esto, en línea con la literatura del terror y del inframundo que rodea su obra, pero con su infaltable guiño a la cultura pop.

Damián Tabarovsky - Literatura de Izquierda

Novelista y ensayista, el oriundo de Buenos Aires publicó en 2004 un ensayo llamado Literatura de Izquierda, donde básicamente cargó contra varios nombres de las letras trasandinas. “Hoy se ha vuelto a la novela ‘Café con leche’”, dice, debido a que el movimiento nacido a partir de los ‘80, con Fogwill-Aira-Libertella, que tenía aires de renovación, de contracanon, terminó siendo canónico. Hoy, por cargar contra ellos, se volvió a lo que él llama “Café con leche”. Tan radical es su postura que incluso la piensa desde afuera. Piensa en un autor sin público, sin librerías, sin prensa, nada. Tabarobsky cree que la literatura tiene que ver con el lenguaje, volver a lo humano.

Damián Tabarovsky.

Selva Almada - El viento que arrasa

Oriunda de Entre Ríos, Almada es uno de los nombres que está dando que hablar en la literatura trasandina. El viento que arrasa, de 2012, fue su primera novela. Formada en el taller del escritor Alberto Laiseca, Almada ambienta sus relatos en la provincia sin caer en lo costumbrista. De hecho, en esta novela relata la llegada de un pastor evangélico y su hija, Leni, al taller del mecánico Brauer. “Cuando empecé a escribir la novela sólo sabía que habría una hija y un padre obligados a convivir en un auto, sin una casa, sin un lugar de pertenencia, yendo de un lado a otro, todo el tiempo. No sólo sería una relación incómoda, sino una relación llena de conflicto como suelen ser las relaciones entre padres e hijas, sobre todo en la adolescencia”, dijo Almada sobre la novela en una entrevista al sitio Ojo en tinta. El viento que arrasa fue editada no solo en Argentina, por Mardulce, también en Chile, por Montacerdos.

Osvaldo Lamborghini - El niño proletario

Si hay un escritor crudo, con imágenes fuertes y directas, ese es Osvaldo Lamborghini. Por algo se le suele asociar a la literatura “maldita” o más callejera que han cultivado otros nombres como Rodolfo Fogwill. Vio publicadas cuatro obras en vida, debido a su temprana muerte en 1985, a los 45 años. Luego, han salido sus escritos póstumos que incluyen cuentos como este, El niño proletario. Sin guardarse nada, narra el maltrato físico y sexual a un niño pobre por parte de otros más acomodados. Un texto terrible, a ratos difícil de digerir por su crudeza, pero necesario. Escrito en 1973, fue publicado en 2012 en el volumen Novelas y cuentos.

Osvaldo Lamborghini.

Eduardo Sacheri - La pregunta de sus ojos

Cuentista y novelista, Sacheri -oriundo de Castelar, en el gran Buenos Aires-, se hizo un nombre curiosamente fuera de la literatura. Fue gracias al cine, ya que el director Juan José Campanella adaptó su novela La pregunta de sus ojos para convertirla en el filme El secreto de sus ojos, ganadora del Oscar a la Mejor película extranjera, en 2010. Sacheri también destaca por la novela La noche de la Usina (2016), que también fue llevada a la pantalla grande, por Sebastián Borensztein, en 2019.

María Gainza - La luz negra

Escritora y crítica de arte, es otra de las escritoras trasandinas actuales a las que hay que poner ojo. Ha ejercido las veces de redactora en periódicos como The New York Times, la revista ArtForum y el suplemento Radar, de Página 12. Un imperdible en su catálogo es su segunda novela, La luz negra, de 2018, publicada por Anagrama. Donde se mete en el mundo de los falsificadores de arte. La protagonista busca afanosamente a una leyenda en el rubro, apodada La Negra, acaso como una forma de responderse todo aquello que no tiene claro al respecto.

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