El Juego del Calamar: cuando nos fascina el sadismo y la desesperación

La serie surcoreana es uno de los actuales éxitos de Netflix y muestra a personas dispuestas a sacrificar su propia vida por algo de dinero y por, curiosamente, intentar mejorarla. ¿Por qué genera tanto atractivo esa carrera a ciegas hacia los millones?


Hay veces en que el dinero lo puede todo. Incluso llevar a cientos de personas a casi sacrificar su vida a cambio de un millonario premio. Esa es la premisa básica de El juego del calamar, el último suceso de Netflix, que trepa entre lo más visto en Chile en los últimos días y que nuevamente demuestra la fortaleza de la industria audiovisual surcoreana.

Porque no solamente tiene mucho de lúdico y de sádico; también intenta desmembrar las penurias sociales que de diversas formas aplastan a algunos sectores de un país siempre exhibido como ejemplo de desarrollo y prosperidad en Oriente.

Eso sí, esta vez ese costado adquiere un matiz hasta terrorífico, pese que todo parte desde el mundo infantil. El juego del calamar, tal como se muestra en sutil blanco y negro al comienzo del primer capítulo de la producción, es una entretención tradicional ejercitada en la infancia en Corea del sur y que consiste en dibujar diferentes figuras geométricas en el suelo (círculo, cuadrado y triángulo, las que en conjunto forman un calamar) donde los atacantes se enfrentan a los defensores. Cuando los primeros logran llegar a la cabeza del molusco trazado en la tierra, uno de los defensores “muere”.

Aunque sólo sea a nivel de evasión, se trata de una batalla de fuerza y sobrevivencia. “Siento que la Tierra es mía cuando gano”, dice uno de los niños que sirven de ejemplo para mostrar la disciplina callejera. O sea, se trata del todo o nada.

¿Qué pasa cuando ese gallito se amplifica y es llevado a una instancia donde el galardón puede transformar tu existencia para siempre, mientras que caer derrotado puede ser simplemente letal?

Ahí aparece el protagonista Gi-hun (Lee Jung-jae), un hombre de 47 años endeudado, con un matrimonio fracasado, una hija de la que ha perdido la custodia y una madre gravemente enferma. Su encuentro con un misterioso hombre en el metro le llevará a ponerse en contacto con la organización secreta que promueve tales juegos a gran escala; si triunfas, te embolsas US$ 40 mil millones. Si caes, simplemente mueres y desapareces.

Más que el apetito por dinero excesivo, por salir de una vez del infortunio, lo que plantea el realizador Hwang Dong-hyuk es el desafío a la muerte y el poco respeto por la vida cuando se trata de repletar de ceros la cuenta bancaria.

Para muchos críticos, ahí radica la paulatina fascinación que ha despertado la ficción.

“Uno de los objetivos de la serie es, sin duda, permanecer anclada en una dimensión real y, por ello, es necesario que sus protagonistas sean presentados como tales: no héroes ni máquinas de guerra, sino personas reales y auténticas, capaces de tomar decisiones tan despiadadas como actos de puro altruismo. El juego del calamar no es una historia ambientada en un hipotético futuro distópico o en una galaxia lejana; es una realidad en la que la gente comete actos desesperados porque se encuentra en situaciones desesperadas y en la que el sistema se aprovecha de esta vulnerabilidad para su propio beneficio personal”, escribe el sitio web Seriepolis.

De hecho, el protagonista entra en un gimnasio con otros 456 participantes que se lanzarán en la competencia. Ahí despierte, vive y lucha a diario por el premio gordo. Todos están igual de desesperados por jugar y ganar... o por jugar y saber si finalmente van a morir.

Entre ellos están Ki-hoon, un hombre que parece haberlo perdido todo después de ser despedido de su trabajo; Sang-woo, un hombre que le ha robado dinero a la compañía en la que trabaja; Joon-ho, un oficial que va encubierto para descubrir la verdad; Kang Sae-byeok, una joven desertora norcoreana que necesita dinero para su familia; Han Mi-nyeo, una mujer a la que no le importa engañar y Abdul Ali, un joven inmigrante.

La revista inglesa NME -que la calificó con cuatro de cinco estrellas- comentó que “dejando a un lado la inteligencia temática, El juego del calamar funciona perfecto al mostrarnos una competencia visceral, sin dilemas ni reglas”.

“Es una serie cretiva y ahí está parte de su éxito”, resumió el New York Post. Luego detalló: “Es una narrativa con varias cualidades, pero lo principal es que es muy tensa y emocionante”. Las publicaciones resaltan que el ritmo trepidante de El juego... empieza a desplegarse sobre todo a partir del tercer capítulo (tiene nueve).

Forbes, por su lado, se entusiasma: “Es uno de los proyectos de Netflix más emocionantes que he visto en mucho tiempo. Realmente no tenemos idea de cuál es el propósito de todo este juego, pero es fascinante ver cómo se desarrolla el drama mientras los jugadores forman alianzas, se traicionan entre sí o incluso votan para irse, lo cual es posible, pero con todos tan desesperados por dinero en efectivo, siempre optan por seguir adelante al final. Probablemente haya una metáfora aquí, algo sobre los ricos y poderosos que se aprovechan de la desesperación de los pobres, pero fundamentalmente es una producción apasionante de nueve episodios”.

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