De España en el Corazón al Canto general: las obras de Neruda que casi le cuestan el Nobel

Esta semana se dieron a conocer las deliberaciones de la Academia Sueca para el Premio Nobel de Literatura de 1971, el que obtuvo Pablo Neruda. Los jurados estuvieron especialmente reticentes debido a la filiación política del parralino. Por lo demás, nunca la ocultó, y en su obra más de alguna vez dejó entrever su posición.


“¡Frente a vosotros he visto la sangre / de España levantarse / para ahogaros en una sola ola / de orgullo y de cuchillos!”.

Pablo Neruda, o más bien, el ciudadano Pablo Neruda, nunca ocultó su simpatía por la izquierda. Esta semana se conocieron las deliberaciones de la Academia Sueca al Premio Nobel de Literatura de 1971, y la postura de Neruda, militante comunista, despertó resquemor en los jurados, que pese a todo, terminaron concediéndole el galardón tras una larga campaña que el autor emprendió en pos del premio.

Pero todo venía de antes.

Corría 1937, y la guerra civil española -que enfrentaba al izquierdista bando republicano contra los nacionalistas liderados por Francisco Franco- sacudía al mundo. Pablo Neruda se encontraba en Francia, pero conmovido por los hechos de sangre de España, y más aún, con el asesinato en Granada de su amigo Federico García Lorca, decidió reaccionar como sabía. Con la pluma.

Así, el parralino publicó España en el corazón, un poemario derechamente comprometido con la causa republicana, sin ocultarse. Habló de los dolores de la guerra y fustigó con dureza a los nacionalistas. “Generales / traidores / mirad mi casa muerta / mirad España rota / pero de cada casa muerta sale metal ardiendo / en vez de flores / pero de cada hueco de España / sale España / pero de cada niño muerto sale un fusil con ojos / pero de cada crimen nacen balas / que os hallarán un día el sitio / del corazón”, escribe en un poema titulado justamente Generales traidores.

También alabó a las Brigadas internacionales, los combatientes voluntarios que llegaron desde los países de la órbita soviética y de otros lugares del mundo para apoyar al bando republicano, así como fuerzas de la Italia fascista y la Alemania nazi llegaron como ayuda al ejército de Franco.

Neruda se encontraba en España en misión consular, de hecho, había llegado ahí desde Buenos Aires, donde ejerció esas mismas funciones. Por el apoyo decidido que le prestó al bando republicano, fue cesado de sus labores. Así lo contó él mismo en sus memorias Confieso que he vivido: “Por mi participación en la defensa de la República española, el gobierno de Chile decidió alejarme de mi cargo”.

Pero a Neruda no le bastó simplemente publicar un libro. También se hizo cargo de traer refugiados españoles republicanos a bordo del carguero Winnipeg, en 1939, designado por el Presidente Pedro Aguirre Cerda.

“Deshechas van las invasoras manos”

Por esos años finales de la década del 30 e inicios de la del 40, Neruda había dado en vuelco en su obra. En realidad más de uno. Del joven escribiente de poemas de amor con influencia francesa de sus primeros años, pasó a un desbocado surrealismo que plasmó en una de sus obras clásicas: Residencia en la tierra, de 1935, escrito mientras residía en Buenos Aires.

Pero a partir de España en el corazón asumió una lucha más comprometida. En 1945 fue elegido senador por Tarapacá y Antofagasta apoyado por el Partido Comunista de Chile, al cual también ingresó como militante ese mismo año.

Pero ser parlamentario no le bastó. Dos años antes, en 1943, mientras residía en México publicó el Nuevo canto de amor a Stalingrado. El contexto era nada menos que la Segunda guerra mundial, y la feroz batalla que la Unión Soviética le había presentado a la invasión nazi del país en 1941 (La “Operación Barbarroja”). De hecho, los soviéticos se habían anotado una decisiva victoria en la larga y desgastante batalla de Stalingrado, en 1943.

Pablo Neruda, por Luis Poirot.

En el poemario verseó sin pudor al triunfo soviético. “Yo sé que el viejo joven transitorio / de pluma, como un cisne encuadernado / desencuaderna su dolor notorio / por mi grito de amor a Stalingrado”, se leía en sus páginas. “Deshechas van las invasoras manos / triturados los ojos del soldado / están llenos de sangre los zapatos / que pisaron tu puerta, Stalingrado”.

Fue a partir de la publicación de ese libro que la mismísima CIA puso a Neruda en la mira como alguien peligroso. “El seguimiento a Neruda comenzó cuando estaba en México, de cónsul general. Estaban atentos a lo que hacía, decía, y a dónde viajaba, todo desde el canto a Stalingrado”, relató a Culto el investigador Abraham Quezada. Asimismo, el organismo de inteligencia de los Estados Unidos hacía lo que podía para bloquearle el paso en todo lo que pudiera.

“Le costaba que le dieran visas para ingresar a Estados Unidos o a Inglaterra, finalmente entraba por permisos especiales, ¿por qué? Porque era un pez gordo comunista”, argumentó Quezada.

Es más, a la muerte del jerarca soviético Josef Stalin, en 1953, Neruda no se quedó absorto y le dedicó un poema titulado En su muerte, y que fue incluido en el libro Las uvas y el viento, del año siguiente. En su libro Los pecados de Neruda (Lumen, 2019) el investigador Hernán Loyola señala las características de este escrito: “Texto de extensión mayor, introducido por una invocación personal del poeta; en ella asume la tradición del poema elegíaco mediante una elaboración original del sacudón cósmico provocado por la muerte del gran líder”.

El resto es sabido, tras la promulgación en 1948 de la Ley de defensa permanente de la democracia, que declaró ilegal al PC, Neruda reaccionó con un discurso llamado Yo acuso, donde emplazó con duros términos a González Videla. Fue durante la sesión del Senado del martes 6 de enero de 1948.

”¿Qué hará el Gobierno que ve agitarse bajo su mano la sociedad mal administrada? Inhábil para gobernarla, intentará castigarla. El Gobierno no ha sabido realizar sus funciones, emplear sus fuerzas. Entonces, pedirá que otros poderes cumplan una tarea que no es suya, le presten su fuerza para un uso al cual no está destinada. Y como el poder judicial se halla vinculado a la sociedad mucho más íntimamente que cualquier otro, como todo desemboca o puede desembocar en juicios, tal poder tendrá que salir de su esfera legítima para ejercerse en aquélla en que el Gobierno no ha podido bastarse a sí mismo”.

Canto general y Fidel

Por supuesto, Neruda fue desaforado y se ordenó su arresto. Ello lo obligó a partir al destierro. En el camino, escribió su monumental Canto general. Publicado en 1950, también incluyó poemas con vocación política. Por ejemplo, El pueblo.

“Paseaba el pueblo sus banderas rojas / Y entre ellos en la piedra que tocaron / Estuve, en la jornada fragorosa / Y en las altas canciones de la lucha / Vi cómo paso a paso conquistaban / Solo su resistencia era camino / Y aislados eran como trozos rotos / De una estrella, sin bocas y sin brillo”. Años después, este poema fue musicalizado por Violeta Parra.

En Canto general, Neruda también ataca con dureza a González Videla, en un poema llamado justamente González Videla, el traidor de Chile. “En mi patria preside la vileza / Es González Videla la rata que sacude / su pelambrera llena de estiércol y de sangre / sobre la tierra mía que vendió. Cada día / saca de sus bolsillos las monedas robadas / y piensa si mañana venderá territorio / o sangre”.

No sería lo último. En 1960, Neruda publicó Canción de gesta, dedicado al triunfo de la Revolución cubana. Ahí, le dedicó unos versos nada menos que a Fidel Castro. “Fidel, Fidel, los pueblos te agradecen / palabras en acción y hechos que cantan / por eso desde lejos te he traído / una copa del vino de mi patria / es la sangre de un pueblo subterráneo / que llega de la sombra a tu garganta / son mineros que viven hace siglos / sacando fuego de la tierra helada”. Como vemos, la política jamás abandonaría a Neruda, quien posteriormente tuvo una cercana relación con el gobierno de la Unidad Popular, desempeñándose como embajador en Francia.

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