Brian Jones: cinco rutas para conmemorar al genio platinado y maldito de The Rolling Stones

Brian Jones

Hoy se cumplen 80 años del nacimiento de uno de los más inquietos creadores de los años 60, responsable de los mejores pasajes creativos de los ingleses. Aquí, cinco paradas en la discografía del grupo para comprender las luces de una figura inigualable.


¿Hubo vida para los Stones tras la muerte de su guitarrista Brian Jones el 3 de julio de 1969? Lógicamente, ahí están los muchísimos álbumes que siguieron, los cientos de giras que alimentaron la leyenda, las decenas de canciones que también amplificaron su propia historia, primero con Mick Taylor y luego con Ronnie Wod.

Sin embargo, para muchos, el gran magma creativo de la agrupación está en su era dorada, los 60, los años precisamente con Jones. Ahí está la encarnación de sus principios y de su estilo, el fuego que después sólo adaptó otras formas y fue alimentado por otros combustibles, sin nunca equiparar el ardor de sus inicios.

Aquí, cinco formas de conmemorar la grandeza de Lewis Brian Hopkins Jones, a 80 años de su nacimiento en Cheltenham, Reino Unido.

*I wanna be your man (1963)

El primer gran single de los Stones, cedido por John Lennon y Paul McCartney, amigos y rivales en partes iguales. Precisamemte para subrayar distancias y diferencias, Jones -por ese entonces cerebro al control de su banda- cruzó la versión con un rimo acelerado, agitado por arreglos duros y un solo de guitarra áspero, además de segundas voces que ayudan a entregarle un acento más pandillero y espeso.

Al menos desde lo musical, la dualidad Beatles/Stones como Chicos buenos/chicos malos empieza a cimentarse a partir de esta composición.

*The last time (1965)

El tercer single nacido de la dupla de compositores que ya levantaban Mick Jagger y Keith Richards, otra muestra más de indiscutido talento al servicio de canciones simples, afiladas y provocadoras.

Aquí, Jones se muestra como muchas veces se exhibió al interior de su grupo: como un jugador aplicado que desde las sombras tejía una contribución esencial. Su riff de apertura es abrasivo, certero y mantiene el ritmo de la canción a través de su desarrollo.

Por lo demás, otra muestra más de las complejidades instrumentales por las que se encaminaba el rock and roll ya a partir de mediados de los 60.

*Aftermath (1966)

El primer gran álbum de los ingleses. La gema donde resaltan las composiciones propias y el espíritu curioso y aventurero de Jones, a la caza de renovados ecos creativos y estéticos. Cada trozo del álbum que implicó otros estímulos, fueron responsabilidad del guitarrista.

¿Un ejemplo? Under my thumb. Además de suministrar la guitarra rítmica acústica, toca la marimba que serpentea todo el tema, dándole ese color amenazante y sugerente. Una joya que cristaliza la mejor etapa del conjunto. Un disco para escuchar sin saltos de principio a fin.

*Paint it black (1966)

Otro track mayúsculo aparecido desde las sesiones de Aftermath, lo que demuestra la cumbre que disfrutaron a partir del año 66.

Esta vez Jones es el gran catalizador de la estructura casi completa del tema: proporciona el riff de sitar punzante que caracteriza y le otorga vitalidad, y toca la inquietante percusión que entra y sale de su melodía, como una marcha que parece avanzar con los dientes afilados. Un tema de los Stones que semeja un mapa atiborrado de grandes escalas.

*Beggars Banquet (1968)

Siempre es recomendable hacer una parada en Their Satanic Majesties Request (1967), el título donde el instrumentista desplegó su voracidad lisérgica y psicodélica. Los resultados son dispares, pero hablan de un creador bajo apetito tenaz e insaciable, que incluso valoraba el ensayo y error.

Donde hay muchos más aciertos es en el álbum Beggars Banquet, su viraje en reversa al blues, a la esencia. Es su último álbum completo al frente de los británicos y donde se despide -sin saberlo- aportando con guitarras, mellotron, sitar, armónica y tambura.

Su mirada melancólica al blues con la guitarra slide de No expectations es una muestra de la altura y la capacidad que mantuvo hasta el epílogo.

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