The Dark Knight: a 15 años del Everest de las cintas de superhéroes
El 17 de julio de 2008 llegó a cines chilenos el recordado filme de Christopher Nolan, un thriller excepcional que, pese al insaciable apetito de Hollywood por las películas con el mismo origen, en años posteriores no ha logrado ser igualado. En octubre volverá a la pantalla grande local, a raíz de los 100 años que celebra su estudio.
Por aciertos y fallos, fue una mitad de año memorable para las superproducciones en la pantalla grande. Indiana Jones volvió a los cines después de 19 años con una cinta acogida tibiamente. Pixar estrenó una de sus películas más contundentes de los 2000 (Wall-E) y DreamWorks lanzó su mejor apuesta desde Shrek (Kung fu panda). Mientras las hermanas Wachowski y M. Night Shyamalan salieron trasquilados, Jon Favreau y Robert Downey Jr. aplacaron las dudas y triunfaron con Iron Man, la primera pieza de la franquicia que más tarde sería bautizada como MCU.
Pero el mejor blockbuster de todo 2008 llegó a mediados de julio. Precedida por Batman inicia (2005), Batman: El caballero de la noche (The dark knight, en su título original) aterrizó en las salas chilenas el 17 de julio de ese año y desde su vibrante secuencia inicial filmada con cámaras Imax sugirió que esta vez Christopher Nolan había incrementado la ambición y que había acertado.
El Joker encabeza un atraco a un banco que inmediatamente lo sitúa en el radar de Batman (Christian Bale), un superhéroe que sueña con que llegue el día en que pueda colgar el traje y vivir únicamente como Bruce Wayne, el playboy de Ciudad Gótica. Piensa seriamente en que Harvey Dent (Aaron Eckhart), el nuevo fiscal de distrito y novio de su amor de juventud, Rachel Dawes (Maggie Gyllenhaal), puede ser la clave para acabar con el crimen de la urbe.
Sin embargo, no cuenta con que el villano encarnado por Heath Ledger le arrebatará todos y cada uno de sus anhelos, emergiendo como una fuerza anárquica que no puede entender ni detener. Su némesis lo desconcierta, porque no desea derrotarlo, sino que invitarlo a protagonizar una eterna lucha en que ambos terminarán devastados.
A la hora y media de película, lo somete a su mayor prueba: debe elegir entre salvar a Dent o a Rachel, entre el potencial héroe de Gótica o su interés romántico. Imagina que puede arreglárselas para liberar a ambos, pero los termina perdiendo a los dos. Nolan impregna a la secuencia con una cualidad operística que transformaría en su sello y filma los momentos posteriores con una delicadeza que conmueve. En los siguientes 15 años cuesta encontrar otra cinta de superhéroes que no tenga miedo de arrojar a su protagonista del acantilado de la manera en que lo hace Batman: El caballero de la noche, destrozándolo y recogiéndolo de los escombros.
Y que tenga un villano del calibre del Joker, una figura más magnética que monstruosa. Dice bastante del estado de ese tipo de producciones que, pese a que se estrena al menos media docena por año, no haya muchos que se queden en el recuerdo. El Loki de Tom Hiddleston y el Soldado del Invierno de Sebastian Stan terminaron acogidos parcial o totalmente por el lado de los buenos. Quizás el Killmonger que Michael B. Jordan encarnó en Pantera Negra (2018) rasguñó algo de su rabia y capacidad para generar catástrofe, pero sin la fascinante irracionalidad que volvió icónico al papel de Ledger. Para eso mejor quedarse con la versión original.
Disponible en la plataforma HBO Max (y tentativamente en octubre de regreso en salas locales, a propósito de los 100 años que festeja Warner Bros.), la película es una rareza vista desde 2023: fue concebida como una secuela pero también como una cinta que podría haber finalizado la saga. Eso explica que los arcos del Joker y de Dent son abiertos y concluidos en la misma historia, dotando al filme del sentido de urgencia que el cineasta intenta enfatizar. Debido a su éxito, se realizó una tercera parte, Batman: El caballero de la noche asciende (2012), pero sólo se hizo oficial en 2010, cuando el director de Memento (2000) concluyó que había encontrado un concepto que valiera la pena.
Puede que la trilogía de Nolan no sea la mejor traslación de los elementos característicos del personaje en los cómics (la Baticueva, el Batimóvil y todos los chiches tecnológicos asociados), pero dejó una lección que ha sido incorporada a medias por los blockbusters posteriores: no importa tanto la fidelidad a la obra original o los guiños a los fanáticos como construir una ficción con sustancia, vértigo y personajes robustos. En el caso de Batman: El caballero de la noche, su referencia principal fue la paranoia de los 2000 y el cine de Michael Mann, y originó algo inolvidable.
Aunque no siempre la base tiene que ser de tal densidad. Películas como The Batman (2021), la trilogía de Guardianes de la Galaxia o las dos entregas animadas de Spider-Man han despuntado por méritos propios, en un panorama colmado de artefactos que apelan a la nostalgia barata y la acción genérica. Las excepciones tienden a ser filmes que cobran vida porque han sido impulsados por una visión comprometida y cohesionada. Nolan sostuvo la propia en sus tres largometrajes de Batman y dejó una huella que hasta ahora no ha sido igualada.
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