Crítica de discos de Marcelo Contreras: Los Bunkers vuelven, Chayanne baila y Marcos Meza sorprende

En distintas direcciones se expanden las novedades discográficas de esta semana. Desde el disco que marca la segunda vida de Los Bunkers hasta el retorno de un clásico del pop latino, Chayanne, después de casi una década.


*Los Bunkers - Noviembre

Después de una década sin material propio, Los Bunkers no son exactamente la misma banda. El paso del tiempo y las experiencias por separado, ensamblan a un grupo que reacomoda el trabajo compositivo, dominado largo tiempo por los hermanos Francisco y Mauricio Durán. El vocalista Álvaro López ahora comparte créditos en varios cortes y coescribe uno junto a Roberto Márquez -Talcahuano-, en una demostración de mayor democracia al interior de la banda de Concepción.

La primera mitad de Noviembre testimonia el nuevo orden con títulos sólidos como Verano de San Juan; pero en la medida que avanza esa primera parte, se extraña algo más del condimento que sazona con exactitud aquel corte: la melodía del estribillo como un elevador del ánimo. En la segunda mitad Los Bunkers cogen más vuelo y filo en títulos como Diamante negro, Olor a viejo (donde, vaya, asoman a lo lejos Los Tres de La respuesta), Valle de la luna y Vas, esta última un cierre épico y sideral. El calendario, la urbe como escenario de andanzas, y el amor con sabor amargo y sobre todo descreído, son los motivos de una música más reposada con menos ataduras y guiños. Noviembre es un nuevo punto de partida para una banda que sigue retratando el carácter nacional, al calor de guitarras de rock clásico.

*Chayanne - Bailemos otra vez

A nueve años del último trabajo en estudio, la pausa más extensa de su carrera, el ídolo puertorriqueño regresa con un álbum conciso que reitera su talento para dejar contento a todo el mundo, incluso con lo justo. Bailemos otra vez resulta mucho más austero que En todo estaré (2014); las canciones van menos arropadas, la producción es más modesta, pero Chayanne se encarga que cada una represente los elementos centrales de su obra, entre la pasión bailable con sabrosura coreográfica, y un romanticismo de fotonovela.

“No ha pasado ni siquiera media hora desde que te fuiste”, canta en la power ballad sin batería De tanto, “y ya siento que te extraño (...)”. A los 55 años, Chayanne se manifiesta ligeramente crítico de las nuevas generaciones, según desliza en Como tú y yo -”qué difícil es enamorarse, en pleno siglo veintiuno, porque todos quieren revolcarse y no verse en el desayuno”-, en tanto la canción es formalmente un reggaetón. Bachata, salsa, urbano, baladas y un par de citas a sus propios hits, como una discreta manera de recordar que lleva 35 años jugando en la élite del pop latino, Bailemos otra vez es un argumento inapelable para reactivar el eterno romance de Chayanne con su público.

*Marcos Meza - Piano reveries

Radicado en Berlín desde 2016, el pianista chileno Marcos Meza (39) es un nombre desconocido para el gran público, mientras en la escena musical criolla despierta respeto y demanda por su talento interpretativo y compositivo. Es uno de los fundadores de Cómo asesinar a Felipes y ha participado en álbumes de Ana Tijoux, Álex Anwandter y Francisca Valenzuela, entre otros reputados artistas. En Alemania, su discografía explora el ambient y la electrónica en álbumes como Universo paralelo (2018) y Four rituals (2019), este último junto a Paulo Sapiain, en tanto títulos previos -Fantasías fonéticas (2011) por ejemplo- aborda el jazz.

Cada álbum de Marcos Meza plantea una propuesta musical distinta, donde la única constante es el carácter instrumental y crepuscular. Este séptimo título Piano revieres, grabado con un Grotrian-Steinweg de 1927 -legendaria marca de lujo-, se despliega en una decena de cortes combinando la acústica natural del centenario teclado, con ramificaciones electrónicas. Las piezas, hilvanadas en torno a escasos acordes que suelen quedar suspendidos, sugieren desolación y a la vez cierta dulzura. Marcos Meza logra que el pasado tradicional comulgue con un futuro desfragmentado y aleatorio, en el que reina la soledad.

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