Los Miserables desbordan el Lotus Stage y despachan un show cargado de consignas políticas

El entusiasmo era latente. A pocos minutos de que arrancara su presentación en el Lollapalooza 2024, los fanáticos de Los Miserables -icónica banda del punk nacional que dejó varios clásicos al cancionero popular como El crack- ya habían saturado por completo todos los espacios circundantes al Lotus Stage.

Las dimensiones de ese escenario, uno de los más modestos del festival, quedó chica ante la convocatoria de los locales. Rebeldes pero puntuales, los músicos arrancaron su show a las 4 de la tarde en punto, tal como estaba programado en los horarios compartidos por la organización (y que sufrieron una serie de cambios para este sábado y domingo).

Fieles a su esencia contestataria, las consignas sociales también se hicieron presentes. Todo su repertorio estuvo acompañado por una serie de láminas y recortes de diarios proyectados en la pantalla ubicada a sus espaldas. No + AFP, alusiones a la privatización del agua y diversos casos de corrupción fueron parte de las gráficas, que también interpeló a la Iglesia con la frase “Dios castiga, pero no a los karadimas”.

Las referencias fueron de Lucía Hiriart -primera dama durante la dictadura cívico militar chilena- hasta los casos Caval, Torrealba, el denominado Milicogate y la reciente investigación a la ex alcaldesa de Maipú Cathy Barriga por falsificación de instrumento público y fraude al Fisco, que ascendería a los 35 millones de dólares.

Una de las primeras canciones interpretadas por los chilenos fue Te doy una canción, uno de los clásicos del cantautor cubano Silvio Rodríguez, con un sonido mucho más pesado y alejado de la característica guitarra acústica que acompaña al trovador.

Con Declaración de intransigencia, la banda terminó por desatar la energía que acumulaban sus seguidores, dispuestos a armar la fiesta con un mosh que convocó a una buena parte de los fanáticos más entusiastas.

Te mataré con amor -con referencia a los Ramones- y Esto si es punk rock fueron otros de los momentos altos de la jornada, aunque uno de los momentos más significativos llegó con Pisagua, otro de los clásicos del grupo y que representa uno de los himnos de la búsqueda por justicia por parte de las víctimas de la dictadura.

En esa misma línea, dedicaron Rebelión en la prisión -un verdadero manifiesto contra la institución carcelaria, sindicándola como un “lugar de exclusión”- a Mauricio Hernández Norambuena, ex comandante del Frente Patriótico Manuel Rodríguez que permanece privado de libertad por el asesinato del ex senador de la UDI, Jaime Guzmán.

El cierre no podía ser de otra forma. Ante la euforia de los presentes, Los Miserables se despidieron del escenario con El crack, acaso su éxito definitivo, que acompañaron con imágenes acompañadas por la consigna “Palestina libre”. Un show potente y lleno de punk, con todas sus letras.