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Bono de U2 a fondo: “Hay una parte de mí que sólo persigue la atención y busca el protagonismo”

El músico irlandés recorre su biografía en Bono: Stories of Surrender, un introspectivo documental que acaba de debutar en el Festival de Cannes y que ya se puede ver en Apple TV+. Aquí habla con Culto sobre sus compañeros de banda, sobre John Lennon y sobre el libro que le ha devuelto la esperanza. “El mundo está en una etapa sombría”, indica.

Bono de U2 a fondo: “Hay una parte de mí que sólo persigue la atención y busca el protagonismo”

Bono siempre tuvo dudas sobre si quería o no ser padre. Le preocupaba si era compatible su agitada vida de músico con formar una familia. También le atemorizaba no saber si podía convertirse en una buena figura paterna y toda la responsabilidad inherente de traer una vida a este mundo. Finalmente se convirtió en papá por primera vez en 1989, a los 29 años, con el nacimiento de Jordan Hewson, su primogénita.

Se podría decir que la transformación del ícono del rock que gira por el mundo fue exitosa: U2 continúa en actividad y junto a su esposa, Ali Hewson, es un feliz padre de tres niñas y dos varones, todos con sus respectivas carreras y caminos. Recién llegado a la 78° edición del Festival de Cannes, cuenta algo que ilustra su dinámica en casa: hace sólo unos días estuvo en Países Bajos, donde festejó su cumpleaños número 65 junto a los suyos.

Fotos: Apple TV+

“Celebré mi cumpleaños con mi hija mayor, que nació el mismo día. Fuimos a ver a mi hijo mayor y a su banda Inhaler en un show en Amsterdam”, señala a Culto a través de Zoom.

Ubicado en un hotel de la Costa Azul, se toma un segundo para expresar su orgullo por la carrera musical de su retoño, Elijah Hewson. “Es irritantemente fácil para ellos. Yo pienso demasiado en las cosas y ellos son como un aire fresco. Es la banda que formaron en el colegio. ¿Qué tan loco es eso? Me encanta”.

No es raro que el artista irlandés hable con tanta soltura sobre su prole. En especial en el período de vida en que se encuentra, una etapa introspectiva en que decidió tomar la pluma para narrar sus experiencias personales. En plena pandemia escribió Surrender. 40 canciones, una historia (editado en castellano por Reservoir Books), un libro en que abordó la temprana muerte de su mamá, la evolución de la dinámica con su padre, el problema cardíaco que casi lo mata, la relación con sus compañeros de U2 y los orígenes de su activismo. Publicado a fines de 2022, el libro brindó un acceso privilegiado a Paul David Hewson, el verdadero nombre de la voz de One.

Con el fin de otorgarle una segunda vitrina a ese material, montó un espectáculo que recogía los momentos más importantes de la autobiografía. Mediante la recitación y el canto, escenificaba pasajes de su vida, desde su infancia en Dublín hasta la transformación que vivió tras sus primeros viajes a África. Con ese “one-man show” recorrió teatros de Estados Unidos y Europa.

Bono: Stories of surrender, la película exhibida en Cannes, es una mezcla de documental y registro de ese espectáculo. Filmado en blanco y negro por el cineasta australiano Andrew Dominik (y ya disponible en Apple TV+), el largometraje es una visita a la dimensión más íntima de un hombre que aún tiene historias por contar.

“El blanco y negro fue idea suya. Hablamos mucho sobre la iluminación. Se involucra mucho con el director de fotografía con el que trabaja, con Erik Messerschmidt en este caso. Él me envió algunos moodboards (tablero de inspiración) de Lenny Bruce, con esas tomas de Lenny en que la luz atraviesa la oscuridad”, indica.

“(Dominik) tiene una profunda reverencia por el cine. En lo que discrepamos fue en que él quería que se pareciera más a un documental, y yo quería que se pareciera más a un registro del show. Así que el acuerdo fue que teníamos días con el público presente y días en que no había nadie, donde él podía mover las cámaras, cambiar la iluminación y adentrarse en los paisajes interiores, para mirarte directamente a los ojos”.

La cinta mantiene algunas particularidades del libro: el humor y que cada capítulo lleva el nombre o es un guiño a una canción de U2. En Stories for boys detalla cómo conoció a The Edge, Adam Clayton y Larry Mullen Jr., en (Irish) pride relata la primera vez que su papá declaró sentirse orgulloso de su música, y Where the streets have no name le da una excusa para defender su activismo como una acción válida en un mundo injusto.

Bono no sólo se detiene en recuerdos y anécdotas; también canta. Sin sus compañeros de banda sobre el escenario, le da nuevos arreglos a algunos de sus hits, con la ayuda de una violonchelista (Kate Ellis), una arpista (Gemma Doherty) y el reconocido productor irlandés Jacknife Lee.

-¿Qué pensaron sus compañeros de banda de que interpretara las canciones de U2 de esa manera?

Tenía miedo de preguntar. Sigo teniendo miedo de preguntar. Me preocupan más sus críticas que las de la prensa. Edge estuvo conmigo en algunos de los arreglos. Trabajamos con Jacknife Lee, que es un genio. Lo más extraordinario de Edge es que es la única persona que no se considera el guitarrista más influyente de los últimos 30 años. Cuando él habla de canciones, no piensa en la guitarra, sólo piensa en la canción. Fue muy alentador con estos arreglos. Dijo que estas eran nuevas perspectivas. Dijo que el de Desire era como un arreglo africano. Le sorprendió mucho y le emocionó mucho.

-¿Se sintió actor mientras estaba sobre el escenario? ¿Alguna vez en su vida pensó en querer actuar?

Tengo algunos retratos de mí mismo, para que en caso de que vea algún director famoso... No, no soy actor. De hecho, en este filme, nuestro director, Andrew Dominik, solía decirme: detente, estás actuando, deja de actuar. Y yo pensaba: ¿Qué se supone que debo hacer?. Él decía: se supone que debes estar, el lente puede ver quién eres, sabe si mientes. Él decía: ¿Crees que estando frente a un público ellos se darán cuenta? Yo dije: sí, eso creo. Él dijo que el lente va más allá, por lo que los mejores actores no actúan. Este fue mi descubrimiento en Stories of surrender. Como no podía actuar, tuve que ser yo mismo. Y creo que por eso funcionó.

El músico comparte un momento de la trastienda. “Simplemente no te creo. Estás hablando de tu padre, se está despidiendo de ti. Este es el último momento, y te está diciendo que te jodas. ¿Cómo te está diciendo que te jodas?”, cita Bono al realizador. “Así es cómo me llevó hacia una actuación veraz. No soy actor. Y en realidad estoy asombrado por los actores”, afirma.

El filme se acerca con implacable sobriedad a los últimos años de relación con su padre, Bob Hewson, un hombre que quedó viudo prematuramente y que se resistió a brindarle su apoyo en su carrera musical. Al final, por razones difíciles de articular, Bono cree haberse convertido en su amigo tras su muerte. En ese proceso –que terminó con la composición de Sometimes you can’t make it on your own– fue importante la inspiración que le proporcionaron figuras como Bruce Springsteen.

“Que él tuviera el coraje de hablar de su padre a principios de los 80 me dio el coraje para cantar sobre mi padre en los 2000 y ahora en esto (el documental)”, plantea.

El guiño al músico estadounidense le permite desempolvar una historia en común. “Él dijo algo curioso sobre las bandas. Dijo que la democracia está muy bien en lugares como Irak, pero que quizás no es para una banda de rock. Siempre le sorprende que los cuatro compartamos todo por igual. y que sigamos siendo una democracia. Él está en una banda de rock and roll realmente genial, pero sólo hay un Jefe. Hay cuatro jefes en U2”.

Sin armadura

Bono fue sometido a una delicada cirugía cardíaca a fines de 2016 en Nueva York. En una de las cavidades de su corazón, donde la mayoría de las personas tiene tres puertas, él nació con dos, y los médicos tuvieron que intervenir cuando detectaron que su aorta estaba estresada y le había salido una ampolla. Para resolver esa cardiopatía congénita (conocida como válvula aórtica bicúspide) fue sometido a una operación de alta complejidad en Estados Unidos.

Esa experiencia cercana a la muerte –revelada por primera vez en su autobiografía de 2022– se toma los primeros minutos de Bono: Stories of surrender. Una forma de expresar que todo lo que vendrá a continuación será a corazón abierto, sin armaduras. Esa decisión creativa le da un marco para admitir que las diferentes etapas del proyecto (el libro, el show, la película) levantaron preguntas en su entorno más estrecho.

“El rock and roll depende mucho del artificio, depende de la actitud, de un poco de fanfarronería, ya sabes, mantener la barbilla en alto y levantar los puños. Y yo era muy bueno en eso. Pero también creo que lo que marcó la música de U2 a lo largo de los años, incluso desde el principio, fue la sensación de que estaba bien admitir nuestra ingenuidad de alguna manera. Esa es una invitación para los bullies del patio de la escuela, pero es nuestra definición de arte y es mi definición de arte”, sostiene.

“La definición de arte de John Lennon era literalmente abrir la caja torácica y dejar que el corazón sangrara por todo el público. Y ahí es donde comienza el filme, con una cirugía de corazón. Esa es mi definición de arte. Y sí, algunos te patearán cuando estés tirado en el suelo, pero no pasa nada. Está bien ser ridículo por tu arte, o parecer ridículo por tu arte”.

-En un momento del documental se hace a sí mismo muchas preguntas sobre sus esfuerzos por salvar el mundo: ¿Lo estoy haciendo por los demás? ¿Es mi deber? Después de escribir las memorias y realizar el show y este documental, ¿tiene más claro por qué insiste en salvar el mundo?

Seguro que son todas las razones combinadas. Las correctas y las incorrectas. Hay una parte de mí que sólo persigue la atención y busca el protagonismo. Hay otra parte que quiere compartir la atención con quienes hacen un mejor trabajo y cuya historia necesitamos escuchar. Hay otra parte que lo hace porque, ¿qué otra cosa voy a hacer con esta fama? Es una fama absurda, pero es moneda corriente y quiero gastarla de manera sabia. Hay muchas razones.

Bono estima que su esfuerzo por analizar sus seis décadas de vida no está ligado a ajustar cuentas con el resto. “No se trata de hacer las paces con el mundo en este momento. Y en cuanto a cómo me va con la reconciliación conmigo mismo, no tan bien. Hacer las paces con mi creador siempre ha sido fácil, siempre me he sentido amado. Siempre he sentido que me aman por quien soy en mi fe, en mi religión. No soy muy religioso en el sentido obvio, pero nunca sentí que tuviera que ser otra persona para rezar. Siempre pude ser yo mismo. Si salía a beber o me metía en líos, me sentía tan cerca de Dios como si estuviera en una iglesia”.

Quizás porque la conversación ha dado un vuelco espiritual o quizás por el momento que atraviesa su existencia, recuerda un libro que le ha gustado: Breathing under water, escrito por el fraile franciscano Richard Rohr.

“Estoy aprendiendo mucho de él sobre cómo ver a Dios en la naturaleza. A verlo no solo en tus hijos y seres queridos, sino también en tus enemigos. Y a no convertir la naturaleza en tu enemigo. Esa es una de las cosas que he aprendido sobre el amor. Eso me está dando un poco más de fe y me está devolviendo un poco más de esperanza, considerando que el mundo está en una etapa sombría”, finaliza.

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