
Director de Papá x Dos: “Benjamín Vicuña te da una gran caja de herramientas en comedia y en drama”
Hernán Guerschuny, responsable de películas como El Crítico (2013) y Nahir (2024), colaboró con el actor chileno en el filme que acaba de llegar a las salas de nuestro país. En diálogo con Culto, habla sobre la trastienda de esa cinta y comparte su opinión sobre el debate que se generó en Argentina alrededor de Homo Argentum, el último gran fenómeno comercial del cine trasandino.

Cualquier entendido en cine diría que Papá x dos es un encargo: es una película que no nació de una idea original del director, sino que de los productores, que ya tenían un guión listo antes de encontrar a un realizador que tomara las riendas del proyecto. El argentino Hernán Guerschuny coincide en que aquello aplica a su nuevo largometraje. Sin embargo, al mismo tiempo se rebela ante el concepto.
“Es un término muy injusto. El que ha dirigido alguna vez sabe que es imposible hacer una película como si uno hiciera un delivery de pizza. Para dirigir tienes que apropiarte del material, tienes que realmente entender el conflicto de los personajes, pues si no es muy difícil dirigir a los actores o entender por dónde pasa la esencia de la película”, plantea a Culto a través de Zoom.

En el caso de Papá x dos, que acaba de llegar a los cines chilenos, identificó que había similitudes entre los temas que plantea el filme y los que había explorado anteriormente. Un abanico de inquietudes que agrupa bajo un solo concepto: los vínculos.
“El gran misterio del mundo y de la vida es el ser humano. Cada persona es el resultado de la contradicción entre lo que desean y lo que se les opone. Esta película tenía mucho de todo eso, y me parecía un muy lindo desafío encararla”, señala el director de títulos como El crítico (2013) y Nahir (2024),
Su cinta más reciente comienza con una escena que exuda incomodidad: entusiasmado con la relación, Santiago (Benjamín Vicuña) le quiere proponer a su novia, Ana (Celeste Cid), que se vayan a vivir juntos. Ella aprovecha ese momento para contarle que está embarazada y el hijo que espera no es de él, sino que de su expareja, Pancho (Lucas Akoskin). Santiago pronto se amiga con la idea de formar una familia juntos a pesar de no ser el padre biológico, pero su tolerancia se pone a prueba cuando el propio Pancho llega desde Miami y se instala temporalmente en la casa que comparten.
Guerschuny trabajó con cuidado las distintas piezas de la historia, con especial atención en el personaje que encarna Celeste Cid, una mujer que pone a su actual pareja contra las cuerdas. “Mucha gente leía el guión y decía: qué difícil lograr que puedas empatizar con un personaje que, hecho en otro tono, podría ser una psicópata, alguien que somete a su pareja a vivir con un ex”, apunta.

La receta fue la siguiente: “Estaba claro que Ana, en su característica espontánea, fresca y emocional, no tenía ningún tipo de problema con que venga el ex a vivir con ellos, pero eso no podía dejar afuera que podía darse cuenta que su actual le incomoda eso. Había que tener un doble juego todo el tiempo entre el amor y la personalidad que tiene cada uno. Y eso se aplicó a todos los personajes”.
-No es tan simple entender por qué Santiago accede y decide quedarse en esa relación. ¿Cómo trabajó en esas sutilezas?
Mauricio Kartun, un dramaturgo de acá de Argentina, muy genio, un maestro de muchos de nosotros, tiene una frase que a mí me encanta: los buenos personajes son aquellos que se parezcan menos a la realidad y aún así te convenzan. O sea, un personaje haciendo cosas de persona normal no es interesante. Un personaje de alguna manera es una construcción poética. Que, por más que claramente sea Benjamín Vicuña interpretando a un personaje, cuando lo veas, en la manera de mirar, de reaccionar, de no reaccionar, sientas que hay alguien vivo, que hay un humano detrás de eso.

-¿Había trabajado con Benjamín Vicuña?
Nunca había trabajado con él. Siempre me pareció un actor que, como pocos, tiene todo el abanico, que trabaja tanto en comedia como en drama. Ya sea que haga comedia o haga drama, te da una gran caja de herramientas. Benjamín te ofrece mucho material y tú como director tienes que tener la capacidad de ir limando y modelando eso que te ofrece, para poder generar un tono específico. El personaje de Santiago tenía eso. Si fuese por él, te hace reír en todas las escenas y te hace generar mucha gracia en todos lados. Pero uno como director tiene que armar un personaje, no solamente un payaso. Para generar verdad tienes que decir: hasta acá es gracioso, esto ya es mucho, esto ya agota, en esta no tiene que ser gracioso, porque la gracia está en que no haga nada. Ese es el trabajo de uno como director de actores. No enamorarse de todo lo que haga en el momento.
Según la mirada de Guerschuny, “la comedia y el terror son dos géneros que deberían ser obligatorios que se vean en el cine. El drama siento que puede ser un poco más íntimo. De hecho, uno está viendo un drama en el cine y tal vez una persona lloriqueando al lado no es algo que te guste, mientras que en una comedia que alguien se ría es un acto casi liberador y es algo contagioso”.
Tras dedicarse durante varios años a realiar filmes y series para plataformas de streaming, Papá x dos es el primer largometraje que se estrena en salas desde Recreo (2018), un hito que celebra y que le permite elaborar una reflexión. “Empiezo a sentir que hay un cierto agotamiento con el contenido de plataformas. Y cuando surge una película original, una película que no es una secuela, precuela o remake, y se genera un buen boca en boca, esa película funciona. Y tiene que ver, me parece, con este fenómeno de comunidad que el cine siempre fue”.

La última cinta argentina que logró convertirse en un fenómeno comercial de magnitud fue Homo argentum, la sátira protagonizada por Guillermo Francella y dirigida por Mariano Cohn y Gastón Duprat. Se consolidó como la película argentina más vista después de la pandemia y continúa abultando sus cifras (suma más de 1,6 millones a la fecha).
Parte del debate se concentró en torno a los dichos de Francella, quien expresó su rechazo a las producciones premiadas que no atraen público y que, según su opinión, ni siquiera los familiares de sus directores las van a ver. “No representan a nadie”, disparó, defendiendo que “lo popular no tiene por qué estar peleado con la calidad”.
-¿Con qué se queda del debate que se generó en torno Homo argentum? ¿Rescata algo valioso?
Lo más valioso es que la gente haya ido. Eso ya me parece valioso, sea la película que sea. Y que aunque uno no esté de acuerdo con esa película, o le guste más o le guste menos, poner en discusión el tema del cine está bueno porque entra en la agenda.
-¿Le gustó Homo argentum?
La verdad es que no la vi todavía. Estoy esperando a que se estrene en plataformas, todavía no la pude ver. Creo que el debate me alejó. Como el debate no era sobre la película, sino que era sobre otra cosa, me dieron ganas de dejar pasar un tiempo. Cuando se estrene en plataformas la veré y así no tengo que estar en un debate que la verdad me aburre.

-¿Cuál es su mirada sobre el financiamiento del cine argentino? ¿Cree que debería restablecerse el sistema que existía antes de todas las modificaciones realizadas al Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) bajo el actual gobierno?
Primero, algo que me parece que aplica casi a cualquier discusión nacional hoy, es que todo lo que debatimos lo debatimos desde el prejuicio y, por lo tanto, desde la ignorancia. Se da cada vez menos la posibilidad de conversar realmente y, por otro lado, de escuchar a la gente que entiende de los temas particulares. El cine y la cultura en general en mi país en los últimos tiempos ha sido tomada de rehén, porque parece que le funciona a nuestro gobierno decir que el cine y la cultura se tratan de una ideología. Cosa que es absolutamente inexacta. De hecho, el cine que se produjo en Argentina fue gracias al Instituto de Cine, cuyo sistema de producción nada tenía que ver con algo ideológico. Los comités que seleccionaban las películas las seleccionaban en base a un sistema casi técnico, que es que cumplían ciertos parámetros de presentación. Estoy hace 30 o 25 años en esta industria, y nunca me enteré que una película no sea aceptada por eso.
“En tiempos de grieta y cuando la polarización les funciona a ambos lados, se toman ciertas cuestiones como víctimas de esa grieta. Y el cine se ha tomado de esa manera. El nuevo gobierno se tomó al Instituto para mostrarle a su electorado que era un gastadero de dinero y que ese dinero podía ir a los pobres. Cosa que el que estudia cine se da cuenta de que eso no funciona de esa manera. Tiene que ver más con esta batalla cultural, como ellos llaman, que con verdaderos argumentos de eficacia. Dicho esto, sí creo que nuestra industria, cuando logremos recuperarla, tiene que ser muchísimo más vigilante, mucho más exigente, y los mecanismos sean mecanismos eficaces. Espero que esto en algún momento se dé vuelta”.
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