
El debate sobre el éxito de los libros de influencers: ¿un efecto positivo en la industria editorial?
Cada vez más influencers, celebridades de las redes sociales y creadores de contenido publican libros, abriendo debate sobre su calidad, sus méritos, sus efectos en el mercado editorial y en el ecosistema del libro. Voces del rubro analizan el fenómeno, y su impacto en los lectores y la industria.

“¿Todos los libros de influencer son malos? Pero eso no quiere decir que todos los libros escritos por un influencer sean malos”. Con esa interrogante plasmada en un video, Xelsoi, creador de contenido, influencer literario y escritor, abrió un debate respecto a los criterios de publicación de las editoriales y cuáles son las ventajas o desventajas de ser un autor que cuenta con miles de seguidores.
En conversación con Culto, Xelsoi define a un influencer como un usuario que promociona productos en redes sociales. “El libro de un influencer funciona como una categoría en la medida que es otro producto más que te ofrecen estos personajes, ligado al contenido que fabrican, que tiene que ver con su vida personal”, reflexiona.
Libros como Atrévete a soñar o Antes del sueño, de Ignacia Antonia, o Chupa el perro, de Germán Garmendia, entrarían en la definición.

Sin embargo, también hay libros temáticos, ligados al contenido que generan influencers. Un caso reciente es el de la periodista Andrea Hartung, quien publicó Archivo Criminal y Cazadoras, títulos sobre true crimen que se alinean con la materia que aborda en sus redes sociales.
“Me llamaron de Planeta para ofrecerme un libro, ni siquiera soñaba con eso, porque decía: es imposible que me pase”, cuenta a Culto. “En esa época tenía menos seguidores, unos 8 mil, pero estaba hablando de un tema y haciendo contenido sobre un género que empezaba a tener un nuevo boom. La editorial vio ese nicho. Aparte soy periodista, tenían tranquilidad de que sería capaz de escribir un libro”.
Alejandro Barros (201 mil seguidores en Instagram), con Entre los archivos, o Amanda Zurob (95,4 mil), quien firmó un contrato con Planeta para un libro en 2025, son otros ejemplos de autores fichados desde el mundo de las redes.
Ignacio Rebolledo conoce bien este mundo. El escritor y editor infantil-juvenil de Planeta es un bookfluencer (recomienda libros en Instagram) atento a las tendencias en el ciberespacio. “Uno de los factores que uno busca es que sean personas que tengan una audiencia a la que el formato libro les pueda funcionar. Además, el contenido debe ser abordable en formato libro”, explica, y pone como ejemplo a Hartung.

Eso sí, asegura que tener miles de seguidores no asegura la publicación o las ventas. “Te abre las puertas, pero no es garantía de que vayas a publicar ni que tu libro va a ser exitoso”, dice tajante.
Así lo atestigua Xelsoi. “La gente que consume tu contenido (en redes), no necesariamente se va a convertir en lectores, pero ciertamente vas a tener una base de ventas mayor a la que tiene una persona común y silvestre”.
El autor, que recientemente publicó Laudes con Imaginistas, ha recibido ofertas de editoriales más comerciales debido a su popularidad. No obstante, se queda con las independientes.
Por ejemplo, “para Editorial Catalonia la condición de influencer no es una vía para encontrar autores. La prioridad en nuestra selección es el contenido, su calidad y pertinencia. Si su autor reúne esas condiciones, y además es influencer, bienvenido él y sus seguidores”, comenta Verónica Vergara, editora de esa casa editorial.
“Las redes sociales sí han democratizado que autores puedan llegar a publicar, pero a la vez, no es nuevo. Desde hace un par de años, se han publicado libros de rostros”, dice Rebolledo, y apunta a libros de famoso como La mujer que soy, de Britney Spears; Amigos, amantes y aquello tan terrible, de Matthew Perry; y El camino de tu nombre, de María Eugenia ‘Kenita’ Larraín.

Ventajas y desventajas
Las ventas de libros de famosos, influencers o creadores de contenido, aportan las ganancias que permiten la publicación de títulos menos comerciales. “Generan industria y que se puedan publicar libros que no tienen tanta venta, uno puede apostar por personas que tienen una buena obra, pero que no han publicado”, asegura Ignacio Rebolledo.
“Muchas veces se olvida que son esos libros, los que tienen tirajes de 2 mil o 5 mil ejemplares, los que por sus ventas logran pagar los tirajes de libros que tal vez puedan ser más literarios”, añade Gerardo Jara, dueño de La Inquieta Librería.
A pesar de que su espacio es librería de autor, igual llega público consultando por libros de influencers.
En Librería Catalonia, la situación es similar. “Nosotros nunca vamos a discriminar a un lector por sus gustos personales, nos agrada tener a disposición lo que los lectores buscan”, asegura su copropietaria, la escritora Catalina Infante.

“Podemos discutir sobre su calidad, pero existen, hablan de una demanda y creo que por lo menos incentivan la compra de libros, eso permite que toda la cadena del libro se fortalezca (o sobreviva). El hecho, además, que los compren personas que quizás no consumen normalmente libros hace que valoren el formato como parte del ocio y la entretención. Quizás sea la puerta de entrada a otras lecturas, quién sabe”, agrega Infante.
“Cada día llegan personas a pedir todo tipo de libros y otras cosas a Kalimera; libros de influencers y creadores de contenidos también−explica su dueña Ximena Muñoz—, pero de alguna forma esas mismas personas, al ver nuestra vitrina, ya sospechan que la pregunta es en vano, por lo que a veces cuando sí los tenemos, es una sorpresa tanto para ellas como para nosotros".
“Por lo general, se tiende a pensar que son libros algo alejados de la literatura, puede ser, pero como en todo, siempre hay buenas excepciones, y esta podría ser por ejemplo el libro Monos Piluchos de Fernando Castillo. Creo que ese libro sí cumplió con traer a la librería a algunas personas que no siempre están leyendo, y que por seguir su contenido (muy entretenido) se prendieron. ¿Habrá despertado un apetito lector en alguna de ellas? Seguro. Cada lector ganado es un triunfo“, concluye Muñoz.
Romina Pistolas, stripper y autora de Carmen o cómo me inicié en el negocio de bailar sin ropa, es el caso inverso. Primero fue escritora, luego influencer. Ha vivido en carne propia cómo el éxito en redes se traspasa al literario, pero en otro orden.
“Hubo un interés genuino por la temática del libro y de conocer quién estaba detrás de él. No es tan usual que las trabajadoras sexuales se muestren de manera tan abierta. Entonces, cuando empecé a hacer tiktoks (lo hice con otras ideas, quería promocionar mi OnlyFans), ya había un ‘ella es la stripper que escribió ese libro’. Empecé a compartir fragmentos de mis escritos. Mucha gente se sintió identificada o al menos intrigada. Eso generó una comunidad interesada en lo que tenía para decir, y naturalmente, eso se tradujo en ventas del libro“, cuenta.

El prejuicio
“Me comentaron en Instagram: ‘espero que sepas que el único motivo de publicar un libro es porque eres influencer’”, recuerda Andrea Hartung. “Tengo una conciencia de mí misma muy fuerte. Entiendo que da lata que una persona que tiene los mismos méritos que tú, o menos, tenga la oportunidad de publicar. Para mí fue un golpe de suerte. Lo que no fue suerte fue escribir un libro publicable, un libro que se vendió y tener la posibilidad de escribir otro. Con esa misma autoconciencia trato de entregar un buen contenido”, sentencia.
“Algo que me ha enseñado Planeta es a desprejuiciarme”, dice Ignacio Rebolledo. Para él, la concepción de libro como objeto sagrado perjudica el ecosistema. ”El libro también es goce, genera placer y creo que eso se ha perdido, por eso soy reivindicativo de los libros de celebrities o influencers".
Xelsoi se volvió escritor cuando ya era influencer, lo que genera tensiones. “Muchos de mis colegas, tanto escritores como mediadores de lectura, me perciben como bookstagrammer. Eso me levanta inquietudes, porque hay una resistencia del campo cultural a ese tipo de figuras”, reflexiona.
“Me preocupa la gente que critica la producción o que se escriban estos libros”, dice por su parte Gerardo Jara. “La queja viene más de personas que creen que el libro debe mantenerse o cuidarse de cierta manera. Generalmente, tienen que ver con nicho o con gente que tiene cierto bagaje cultural y que casi siempre corresponde a una elite, ya sea intelectual, económica o cultural".
Para Romina Pistolas, “leer siempre es positivo”. “Me cargan los snobs literarios, me gustaría que dejemos ese concepto de escribidora versus real literatura atrás. Me suena a gente mezquina con sus espacios, que deberíamos tratar de ampliar, no reducir“.
Ignacio Rebolledo, editor, concluye: “Parece que cualquiera puede sacar un libro, y la pregunta es, ¿por qué no? Hay que abrir el debate“.
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